Más de 24 horas después de que las elecciones estadounidenses sorprendieran al mundo con la victoria de Donald Trump, algunas cosas están finalmente empezando a asentarse en nuestras mentes. Una es precisamente esa: un magnate que considera que el cambio climático es un engaño de China llegó a la Casa Blanca.

Esa pausa nos permite también responder con calma la pregunta: ¿qué pasará con la lucha contra el cambio climático y con el Acuerdo de París cuando en enero se juramente el Presidente Trump?

En resumidas cuentas, no pinta bien y creer algo diferente sería engañarse. Trump, un escéptico que favorece los combustibles fósiles, está a cargo de la mayor economía del mundo, desde donde puede tomar decisiones críticas para el futuro del planeta.

Pero tampoco necesariamente significa el apocalipsis. Solo que probablemente las medidas para reducir el calentamiento global sean más lentas de lo que necesitamos.

Para lograr evitar los peores efectos del cambio climático, los países del mundo deben actuar pronto y decisivamente. Aunque nadie sabe con certeza qué hará ahora Trump, todo parece indicar que caminará en la dirección contraria.

“La elección de Trump es un desastre, pero no puede ser el final del proceso climático internacional. No daremos por perdida la lucha y tampoco debería hacerlo la comunidad internacional. Trump tratará de frenar la acción climática en el mundo y precisamente por eso necesitamos empujar hasta el fondo el acelerador”, dijo en un comunicado de prensa May Boeve, directora de 350.org.

Acuerdo de París.

La elección de Trump coincidió con la primera semana de negociaciones climáticas en la cumbre de Naciones Unidas de Marrakech (COP22), que se extiende desde el lunes 7 hasta el viernes 18 de noviembre. Uno de los puntos que debía avanzar el proceso en esta conferencia era la letra fina del acuerdo en temas de financiamiento, tecnología, creación de capacidades y ciertos trámites internos.

Como Presidente de Estados Unidos, Trump tendrá la potestad para sacar al país del Acuerdo de París sobre cambio climático, precisamente porque el tratado fue diseñado para que la firma del presidente (actualmente Obama) bastara para que entrara en vigor, sin necesidad de pasar por el Senado republicano que controlan los republicanos.

Paris

El acuerdo contra el clima se firmó el 12 de diciembre del 2015 en la capital francesa.

(Créditos: AFP)

 

Este Acuerdo, recordemos, compromete a los países firmantes a trabajar para que el aumento la temperatura global no sobrepase los 2 grados centígrados en el 2100 y ojalá mucho menor. En esencia, es un documento con una meta clara, pero todavía sin una ruta sobre cómo lograrlo. Si están suspirando, no lo hagan: es un enorme avance y un hito de la diplomacia multilateral.

Entonces sí, Trump puede decidir unilateralmente que Estados Unidos sale del acuerdo, pero eso no significa que el tratado muera. Ahora se pondrá a prueba.

El Acuerdo de París tiene algunos recursos para devolver los golpes y desde su concepción tiene unos cuantos trucos legales para evitar salidas repentinas. Si Trump firmara su salida el 20 de enero del 2017, apenas tras asumir, debería esperar cuatro años para que hiciera efecto (a menos que renuncie a la Convención Climática como un todo, en cuyo caso solo tardaría un año).

Para que quede claro, parece que Trump sí quiere hacerlo. En su plan de 100 días lo hace evidente y hasta ahora no ha dado señales de que dejaría de hacerlo.

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¿Qué pasaría con el Acuerdo si Estados Unidos sale? En lo legal, nada. Ya tiene suficientes países que han ratificado para poder sostenerse por sí mismo, incluso si el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero (poco más de 15% del total mundial) decide retirarse.

Muchas organizaciones internacionales han apelado a esta solidez del proceso como muestra de que Trump no puede descarrillar el Acuerdo de París.

“En el largo plazo, no importa. El mundo ya ha decidido abordar el cambio climático y eso no cambiará. Ahora son países en desarrollo como India, China, Brasil y otros más pequeños los que toman acción”, explicó Saleemul Huq, un experto de larga data en las negociaciones climáticas y fellow en el Instituto Internacional para el Ambiente y el Desarrollo, aunque alertando que sí habrán impactos.

Incluso si Trump tarda cuatro años en salirse, puede simplemente ignorar los compromisos que asumió Estados Unidos o asumir posiciones intransigentes o complicadas de negociar en el proceso. Esa reticencia a actuar puede costar más caro que el acto protocolario de salir del Acuerdo.

“Trump puede hacer nuestra vida mucho más difícil por un tiempo. El riesgo es que la incertidumbre aumente tras la elección y las personas decidan esperarse a saber qué pasa realmente antes de tomar decisiones. Eso puede tener un impacto en el corto plazo”, dijo a Climate Home Teresa Ribera, antigua ministra de relaciones exteriores para cambio climático de España.

Números rápidos.

Ese paso más lento es realmente el problema, principalmente porque el ritmo actual incluso necesita hacerse más veloz si queremos llegar a las metas propuestas.

Más allá de que el Acuerdo de París se sostenga o no en pie, existen consideraciones “operacionales” donde una falta de liderazgo de Estados Unidos (o incluso una oposición directa) sería conflictiva.

Primero, unos recordatorios. Si dejamos el planeta en piloto automático con la ruta que traíamos, el futuro pinta muy caliente. Por eso, 195 países se reunieron el pasado diciembre en París y con un liderazgo fuerte de Estados Unidos y China lograron acordar un proceso para limitar ese calentamiento muy por debajo de 2 grados centígrados a finales del siglo XXI y ojalá menos. La lógica es que este es un límite seguro.

En este gráfico puede verse el aumento de las emisiones desde finales del siglo XIX.

En este gráfico puede verse el aumento de las emisiones desde finales del siglo XIX.

(Créditos: )

Trump supone un obstáculo importante en esa meta de los 2 grados, en parte por lo que dejará de hacer.

El problema es que las acciones prometidas hasta ahora para evitar ese escenario de piloto automático (“business as usual” en jerga de ONU) donde el mundo se caliente más de lo deseado no están bastando. Nos dejan en un punto entre 2,7 y 3,5 grados de calentamiento, mucho más de lo que pueden soportar ecosistemas frágiles como arrecifes coralinos, fincas cafetaleras de altura, zonas costeras y estados insulares.

El siguiente gráfico, tomado del Reporte de Disparidad en las Emisiones 2016 que prepara ONU Ambiente, muestra la dimensión del reto. De arriba hacia abajo (la escala a la izquierda son qué tanto contaminamos, medido en gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente):

  • Línea negra significa la línea base o la medida que teníamos sin hacer nada. La zona gris a su alrededor es la zona de incertidumbre de la proyección (porque esta son modelaciones).
  • La línea mostaza y sus zonas amarillas alrededor muestran los pequeños cambios que hemos estado haciendo durante los años.
  • La línea roja/naranja “Unconditional INDC” son los compromisos que asumieron todos los países para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero sin ayuda económica externa.
  • La línea verde “Conditional INDC” es cuánto podríamos reducir nuestras emisiones si los países desarrollados dieran apoyo financiero para que las economías emergentes hagan proyectos limpios.
  • La línea celeste es el camino que deberíamos seguir para dejar el mundo en 2 grados centígrados.
  • La línea morada es el camino que deberíamos seguir para dejar el mundo en 1.5 grados centígrados.

emisiones

Para que lleguemos a las metas de 1.5 o 2 grados, debe haber una transformación sustancial cerca del año 2020 (con su respectiva preparación previa), donde el mundo empiece seriamente a dejar de usar combustibles fósiles como petróleo, carbón y gas natural. Eso no parece que pasará con Trump.

Según un análisis de los compromisos del Acuerdo de París que hizo la organización Climate Interactive, las reducciones de Estados Unidos representan cerca de un quinto del total de las reducciones previstas (22 gigatoneladas norteamericanas por cerca de 100 gigatoneladas mundiales entre 2016 y 2030).

Como muestra la imagen arriba donde Trump plantea sus objetivos en los primeros cien días, él quiere erradicar el Clean Air Act, el pilar de las acciones de Obama en cambio climático.

Exactamente cuándo de estas promesas en materia climática cumplirá Trump es imposible saber, pero algunas organizaciones han intentado delinear qué pasaría con las emisiones de gases causantes del efecto invernadero con cada uno de los candidatos. Se ve algo así:

“Como analistas independientes, no endorsamos candidatos, pero los datos y nuestro análisis muestra claramente que la política energética y sus emisiones relacionadas tendrían caminos muy diferentes con Trump y con Clinton”, dijo en un comunicado Yuan-Sheng Yu, analista senior en Lux Research Analyst.

Primeras señales.

Activistas de Estados Unidos se manifiestan en la conferencia climática de Marrakesh, COP22.

Activistas de Estados Unidos se manifiestan en la conferencia climática de Marrakesh, COP22.

(Créditos: AFP)

Trump nombró a una escéptica climática (una persona que no cree que los humanos causen el cambio climático) para liderar la transición de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, en inglés). National Geographic habló con ella y, aunque no quiso dar detalles específicos, dijo que estaba todo planteado.

“(Trump) ha hecho varias promesas, en diferentes ocasiones, relacionadas a energía y clima y creo que son bastante claras. Es claramente negro y blanco”, dijo Myron Ebell, quien trabaja para el Competitive Enterprise Institute, una organización financiada en parte por ExxonMobil y por fondos relacionados a los hermanos Koch.

Los mercados ya se están dando cuenta de que hay un cambio de paradigma, con acciones de empresas de carbón aumentando los precios (como la mayor empresa de carbón del mundo, Peabody). Los empresarios detrás del controversial oleoducto Keystone XL, bloqueado por Obama, anunciaron que quieren trabajar cuanto antes con Trump.

Pero también el resto del mundo está observando. Negociadores climáticos, activistas y autoridades regionales y nacionales de otras partes del planeta han lanzado una señal a Estados Unidos: esto sigue, con o sin ustedes.

El comisionado europeo para el cambio climático, el español Miguel Arias Cañete, acudió a Twitter para hacer una crítica soslayada a la política de Trump.

Por su parte, la ministra de ambiente de Francia, Ségolène Royale, recordó que Trump tardaría algunos años en sacar a su país del Acuerdo de París y llamó a defender el proceso internacional contra ataques como este.

Las organizaciones de sociedad civil que siguen temas de cambio climático, reunidas en la Red de Acción Climática, publicaron un comunicado de prensa conjunto asegurando que la transición continúa con una caída en los precios de tecnologías limpias, mayor cooperación internacional e impuestos al carbón en muchas partes del mundo, incluyendo Canadá y la Unión Europea.

“Ningún gobierno o individuo, por más poderoso que sea, puede negar el cambio transformacional que está ocurriendo ante nuestros ojos”, aseguró la Red.

Gigantes del mundo como China e India seguirán trabajando hacia energías más limpias, en parte porque existen incentivos económicos y porque cada vez tienen más problemas de contaminación local. La capital india, Nueva Delhi, está prácticamente paralizada esta semana por la calidad del aire.

Por su parte, a inicios de noviembre el gobierno chino criticó la política energética de Trump, señalando que todo el mundo camina hacia un futuro más limpio con o sin ellos.

“Si se resisten, no creo que tengan el apoyo de su gente y que el progreso económico y social del país se verá afectado”, dijo el jefe negociador de cambio climático de China, Xie Zhenhua.

Ojo al Clima