La capa de hielo marino sobre el Ártico se ha disminuido hasta llegar a un nuevo mínimo en el mes de junio desde que iniciaron las primeras mediciones por satélite en 1979.
El científico climático Ed Hawkins tomó los datos crudos sobre a disminución del volumen del hielo marino entre 1979 y 2016 y los transformó en este gráfico de espiral.
Meanwhile, in the Arctic, sea ice volume is at a record low for the time of year according to PIOMAS. pic.twitter.com/ig2X5MXcCg
— Ed Hawkins (@ed_hawkins) July 4, 2016
Su espiral muestra una tendencia, desde la primera medición, a la baja del volumen del hielo. También se visualizan diferencias en las diferentes estaciones; por ejemplo, al ser setiembre el final del verano en el hemisferio norte tiende desaparecer el hielo.
El Centro Nacional Datos de Nieve y Hielo de los Estados Unidos mostró que en promedio la extensión del hielo marino para junio fue de 260.000 kilómetros cuadrados, menores que en 2010 (año que presentó el pasado record). Eso representa aproximadamente cinco veces la extensión de Costa Rica.
Los datos señalan que, debido al calentamiento esperado para setiembre próximo, el hielo del Ártico podría establecer un nuevo récord al actual de setiembre del 2012.
Este corto de animación muestra el ciclo de congelación del hielo marino del Ártico desde la penúltima medida mínima en el presente año. (Créditos: NASA)
“El hielo marino se encuentra en la superficie del mar y se origina por la congelación del agua marina. El hielo se puede presentar en ser trozos discontinuos y son movidos por la superficie del océano por el viento y las corrientes”, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio en su libro La Base de la Ciencia Física.
Esta capa de hielo puede llegar a tener varios metros de altura y se considera “hielo viejo” el que permanece a través del verano (el punto donde menos hielo hay).
Este contribuye a mantener la temperatura del planeta. A medida que el hielo marino se derrite, el océano pierde un reflector de luz y calor solar. Esto provoca que los mares se calienten, lo cual contribuye a que las temperaturas en el mundo suban.
Afortunadamente, aún podemos salvar el hielo Ártico. Reducir las emisiones del CO2, frenar el uso de gases que provocan el efecto invernaderos y evitar la combustión de combustibles fósiles son parte de las medidas que se pueden tomar para contribuir a su preservación.
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EL REFRIGERADOR DEL MUNDO
El Ártico es fundamental para el clima del planeta, puesto que funciona como un escudo que refleja cerca del 80% de la energía solar que llega a esa zona. Cuando la capa de hielo se derrite, el océano que está bajo ella absorbe 90% de esa energía y se calienta. Así, el hielo del Ártico sirve como refrigerador de la Tierra al enfriarla.
El problema es que la extensión, el área y el volumen del Ártico han disminuido de manera significativa durante los últimos 30 años. Las estimaciones iniciales de científicos del Panel Internacional de Cambio Climático preveían que el Polo Norte tendría un verano sin hielo en unos 70 años, pero el aceleramiento de los últimos años hace pensar que para el 2029 ya podría haber un verano sin hielo.
Esta situación implicaría una mayor carga de energía en el Ártico al liberar el metano que actualmente está bajo las capas heladas en Siberia, Groenlandia y otros puntos del círculo polar. El metano es uno de los más potentes gases que provocan el efecto de invernadero, lo que generaría un ciclo de mayor calentamiento global.
El consenso científico estima que para el 2100 el planeta solo puede aumentar un máximo de 2°C su temperatura promedio, si queremos que se mantenga habitable. Al 2012, la temperatura promedio ha aumentado 0.85°C, desde inicios de la Revolución Industrial (1850).
Para lograr la meta de los 2°C, 30% de las reservas de petróleo, 50% de las de gas y 80% de las de carbón, deben mantenerse bajo tierra, según una investigación publicada en la revista Nature, a inicios del 2015.