Costa Rica se encuentra en una de las regiones más vulnerables del planeta ante los efectos del cambio climático, y sus ecosistemas costeros —desde corales hasta manglares— estarán entre los más impactados por el fenómeno.
En los 51.100 kilómetros cuadrados donde vivimos podemos encontrar casi 7.000 especies marino-costeras, una cifra que representa cerca de un 4% de la biodiversidad de este tipo en el mundo; pero estos, ante los eventuales efectos del cambio climático, se verían altamente perjudicados.
El Parque Nacional Manuel Antonio, el más visitado del país, sería afectado por un aumento en el nivel del mar.
(Créditos: Martin Garrido)
El horizonte de cambios esperado incluye un aumento en las temperaturas superficiales del mar —tanto en el Caribe como en el Pacífico—, una probable alza en el nivel del mar en el Caribe y cambios en los patrones de precipitación y en la temperatura del aire.
Estos efectos previstos pueden causar la pérdida de áreas de playas e islas, blanqueamiento coralino, empobrecimiento en la pesca, la salinización de las aguas que bajará la disponibilidad de agua dulce —lo que afectará a los humedales y acuíferos—, inundaciones e incremento de enfermedades.
Omar Lizano, oceanógrafo del Centro de Investigaciones en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) señaló que la erosión en las costas es de seria preocupación, sobre todo en la costa del Pacífico. El informe Análisis de vulnerabilidad de las zonas oceánicas y marino costeras de Costa Rica frente al cambio climático procuró identificar las zonas oceánicas y las áreas marino-costeras especialmente vulnerables al cambio climático.
El análisis de vulnerabilidad unió la exposición (que es la presencia de un riesgo climático), el impacto potencial (que sugiere los cambios previstos a distintos elementos ecológicos) y capacidad de los pobladores para acompañar las acciones de adaptación al cambio climático en las áreas silvestres protegidas.
Panorama poco alentador.
Las áreas protegidas costeras están expuestas al aumento de la temperatura superficial del mar, según estudios anteriores, situación que será más grave en los próximos años.
Las mediciones de este estudio en el nivel del mar confirman los resultados de los estudios a nivel regional y global, que indican un aumento del nivel del mar en el Caribe. Y bien, nuestro país no es inmune al fenómeno.
El estudio, preparado por el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie), señala que 13 distritos costeros tienen un riesgo alto o muy alto de afectación por el cambio climático en nuestro país. En Costa Rica, los científicos tienen en la mira casos concretos como el de Playa Grande, en el Pacífico.
Esta playa está cobijada por el Parque Marino Las Baulas y es el sitio de anidación más importante del Pacífico Oriental para la tortuga baula, especie en peligro de extinción. Un estudio preparado para el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF, en inglés) por Ana Fonseca y Carlos Drews, determinó que un aumento de un metro en el nivel del mar generaría un retroceso de 50 metros en la línea costera.
Rodney Piedra, administrador del Parque Nacional del Parque Nacional Marino Las Baulas, señaló que “se necesita establecer programas de monitoreo” que confirmen que el cambio climático está eliminando las áreas protegidas costeras y estadísticamente se pueda demostrar.
El futuro de Playa Grande depende de su capacidad de retroceder ante el aumento del nivel del mar y mantener a la vez las condiciones ecológicas idóneas para la anidación de la tortuga baula. En el parque hay cerca de 242 hectáreas de propiedad privada que todavía deben expropiarse para ordenar la zona.
Una vez al mes, miles de tortugas llegan al anochecer hasta una playa del Pacífico norte de Costa Rica para desovar en la arena, en lo que se conoce como “arribadas”. (Créditos: AFP)
Así, se pueden eliminar amenazas en la playa de anidación y se generan ecosistemas más amigables. Además, la costa Pacífica está altamente expuesta a la erosión en la costa por los cambios de oleaje, eventos extremos de precipitación y fenómenos El Niño – Oscilación Sur (ENOS).
Del otro lado de nuestro país, en el Caribe, Cahuita ha experimentado una pérdida irrevocable del 40% de los corales vivos, según el Proyecto de Biodiversidad Marino-Costera en Costa Rica (Biomarcc).
El crecimiento de corales se ha reducido un 50% en el último siglo y como consecuencia se ha evidenciado una pérdida en la diversidad de especies.
Pero el impacto va más allá de la biodiversidad en los arrecifes: al eliminarse los corales el mar se queda sin barrera protectora y las olas llegan a la costa con mayor fuerza llevándose la arena de las playas y los árboles con sus raíces. La erosión de la costa y la sedimentación son de los mayores problemas en la zona de Cahuita actualmente y, sin acciones prontas, el problema se podría agravar.
Las especies que hoy todavía habitan los arrecifes son aquellas que han sido las más ágiles para adaptarse a las nuevas condiciones del ambiente.
Otros animales se están quedando sin un refugio y hábitat donde vivir. Durante años, los más de ocho kilómetros de playas de Cahuita albergaron cuatro tipos de tortugas marinas.
Sin embargo, la erosión de la arena y la elevación del nivel del mar achicaron el ecosistema para estas especies y redujeron la cantidad de animales que llegan a desovar al Parque Nacional. “Muchas tortugas ahora arriban a playas fuera del Parque, en lugares donde nosotros no tenemos control, lo que las hace más vulnerables”, dijo a la Agencia IPS en 2014 el administrador del área de conservación, Mario Cerdas.
En los tres años que lleva administrando el Parque, Cerdas ha presenciado una disminución de tortugas que arriban para anidar según la agencia.
“Muchas tortugas ahora arriban a playas fuera del Parque, en lugares donde nosotros no tenemos control, lo que las hace más vulnerables”, explicó a IPS Mario Cerdas, Administrador del Parque Nacional Cahuita
Los efectos antes mencionados puede implicar una consecuencia crucial para la economía de la zona: una disminución en la visitación de turistas, principal vía económica de la región.
Con el calentamiento global pueden cambiar los ecosistemas y con esto los espacios atractivos desde el punto de vista del turista dejan de llamarles la atención alejándose de las zonas antes visitadas.
Para Lizano, el oceanógrafo del CIMAR, la comunidad aún no se ha visto tan afectada por estos cambios, pero en otros lugares del Caribe sí se están viendo cambios drásticos por el aumento en el nivel del mar a causa del cambio climático, por lo que es de esperarse que siga el turno de Cahuita en su momento.
Sin embargo, “el impacto más negativo y directo afectará a las empresas situadas en los destinos más vulnerables, con importantes consecuencias laborales, se perderán empleos en estas empresas y en todas aquellas relacionadas con ellas” según el Ministerio de Medio Ambiente de España en su publicación Cambio Climático: Efectos sobre el Turismo.
Actualmente, el Parque Nacional Manuel Antonio, en el Pacífico central, es el área protegida más visitada del país y la principal fuente de ingresos propios para el Sistema Nacional de Áreas de Conservación.
De la mano de nosotros.
Los resultados del estudio del Catie muestran que la vulnerabilidad al cambio climático varía ampliamente en el área de estudio y que está estrechamente relacionada con el desarrollo humano.
Como no es posible reducir la exposición a los procesos del cambio climático, las medidas de adaptación deben comenzar con cambios en los patrones de desarrollo y la reducción de presiones sobre las cuales sí es posible actuar.
En la revista Ambientico, de la Universidad Nacional, el biólogo Lenín Corrales señala “que la adaptación es un paso primordial, para no sufrir los efectos del cambio climáticos.
Los lugareños deben de no construir a 200 metros de los manglares. Además, la cercanía de las edificaciones con las costas podría debilitar la infraestructura”.
La adaptación al fenómeno del cambio climático es un gran reto en la actualidad. Este incluye una planificación adecuada que tome en cuenta los futuros cambios que genera el fenómeno.
Al no tomar en cuenta el mañana, en los estudios se destacan las malas prácticas en la extracción de recursos y en el establecimiento de asentamientos costeros, además de la emisión de contaminantes proveniente de estos asentamientos y de la actividad agropecuaria por parte del ser humano.
Se debe resaltar la necesidad de sistemas de vigilancia en los parques, para alertar a los vecinos de desastres y también para poder cuantificar los efectos del cambio climático y poder mitigar el impacto.
Lizano alertó que la clave está en que el ser humano debe de dejar de contaminar mediante los gases de efecto invernadero que provocan que nuestros glaciares se derritan, los océanos suban su nivel y la tierra eleve su temperatura.