Hace 26 años, la ingeniera en maderas Aleida Chaves y su esposo, Marco Quesada, fundaron Mapro, una empresa dedicada a la construcción de puertas a partir de madera obtenida legalmente de bosques en el país.
Cada mes, la pareja fabrica más de 600 puertas, una producción que requiere cerca de 130 metros cúbicos de madera. Es decir: ellos cortan árboles para ganarse la vida y eso está bien.
El negocio de Mapro contrasta con un elemento tradicional de la idiosincrasia costarricense: siempre se nos ha dicho que talar árboles es perjudicial para el medio ambiente. En muchas ocasiones lo es, pero ¿es posible que cortar árboles para producir puertas, muebles y casas también pueda tener consecuencias positivas para el calentamiento global? Sí, lo es.
Un informe publicado en julio por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) analiza los beneficios ambientales por la utilización de la madera y cómo su explotación responsable puede ayudar a mitigar las emisiones de efecto invernadero.
“La fabricación de materiales y productos basados en madera resulta en una menor emisión de gases de efecto invernadero que la producción con otros materiales, como el concreto, el metal, los ladrillos o el plástico”, sentencia el informe.
Pese a esto, Aleida y Marco aseguran que las personas desconfían de los productos de madera y desconocen sus cualidades ambientales como material de construcción.
“La gente prefiere comprar otro tipo de materiales. El tema de la madera se satanizó y a la gente le da miedo. El árbol hay que cortarlo porque cuando llega el momento en donde no recibe más carbono y se necesita reforestar y resembrar para que el ciclo de crecimiento se vuelva a dar”, explicó Quesada en entrevista con Ojo al Clima.
Ojo al Clima conversó con varios expertos y empresarios para entender los casos en que cortar árboles de manera sostenible puede ser realmente beneficioso, y cuándo no, en la lucha contra el calentamiento global. Básicamente, se reduce a cuál madera y de dónde viene: no todas son creadas iguales.
Retención de carbono
En su informe, la FAO explica varios caminos en que los bosques pueden significar una reducción real en las emisiones de gases de efecto invernadero.
Algunas, como reducir deforestación y promover la reforestación, son más evidentes, pero todas funcionan con la misma lógica: por medio de la fotosíntesis los árboles capturan dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. El carbono lo retienen y lo usan para crecer mientras liberan el oxígeno al ambiente.
Esa es precisamente la ventaja de usar este material. La madera que se extrae de un árbol almacena el carbono que capturó durante su proceso de crecimiento y, mientras no se descompongan, los productos madereros van a contenerlo.
La directora del SIFAIS, Maris Stella Fernández, junto con la lideresa comunal de La Carpio, Alicia Avilés. La estructura donde se alberga el SIFAIS, un centro cultural, está construida en su mayoría con madera.
(Créditos: Archivo)
Cada especie de árboles tiene un “tope” de captura de carbono, donde dejan de retenerlo. Cuando un árbol muere naturalmente –o cuando se tala sin un manejo responsable– libera ese dióxido de carbono a la atmósfera (por esto la deforestación contribuye al calentamiento global: los bosques son grandes bancos de carbono)
Según datos de la Oficina Forestal Nacional (ONF) –un foro de concertación y coordinación del sector forestal privado–, un metro cúbico de madera puede contener aproximadamente una tonelada de carbono. Al sustituir otros materiales con una huella de carbono mayor, como el metal o el acero, la madera se está ahorrando casi otra tonelada por metro cúbico.
Así, entre la captura de carbono que se hace y el reemplazo, un metro cúbico de madera ahorra a la atmósfera alrededor de dos toneladas de emisiones de carbono.
Esto quiere decir que las 600 puertas que construyen Aleida y Marco al mes están evitando que aproximadamente 260 toneladas de carbono –poco más o poco menos, según la edad de cada árbol– sean sumadas a la atmósfera. Ese es el principal motivo por el cual usar este material ayuda a reducir las emisiones de carbono.
Para medir la huella de carbono de un material específico es fundamental tomar en cuenta cuánto carbono se utilizó para la obtención y producción del material.
“Cuando tú vas a utilizar metal, ese metal primero tiene que ser extraído de minas. Para la extracciòn hay una serie de maquinaria que está produciendo emisiones de CO2. Cuando sacas el metal hay un proceso que se necesita con calor y energía. Estás emitiendo mucho carbono para preparar un bien. Y esto es muy distinto cuando usas madera”, explicó a Ojo al Clima el chileno Jorge Meza, oficial forestal de la FAO.
Según el documento “Frente al cambio climático: utiliza madera”, del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB), no hay material de construcción que requiera tan poca energía para su producción como la madera.
Meza explicó la huella de carbono en una casa con estructura de madera es más o menos un 50% inferior al impacto ambiental por una casa de estructura de hierro.
Un ejemplo vivo es la Casa Trópika que construyó el Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR). Con una dimensión cercana a los 60 metros cuadrados, es un modelo para mostrar los beneficios ambientales que tiene una construcción de madera.
La Casa Trópika fue construida en el campus central del TEC, en Cartago.
(Créditos: Katya Alvarado)
Su construcción emitió un total 6,75 toneladas de CO2, a diferencia de las 52 toneladas producidas si se hubiera usado cemento.
El ahorro de 45 toneladas de dióxido de carbono por utilizar madera es equivalente al de la contaminación producida por 12 vehículos en un año, según una investigación realizada por la arquitecta Silvia Solano sobre la huella de carbono de Casa Trópika.
Otra ventaja de este material es que los desperdicios de materia prima son mínimos.
Volvamos al ejemplo de Aleida y Marco. Ellos utilizan el 95% de la madera que obtienen en la construcción de puertas. Un pequeño porcentaje se lo dan a otros negocios, como exportadores de plantas, polleras y caballerizas; el resto lo usan como combustible para el proceso de secado de las láminas de madera que utilizan para la fabricación de sus productos.
Bosques para construir
En Costa Rica la mayoría de madera se obtiene de plantaciones forestales.
Estos son cultivos generalmente de una sola especie de árboles que tienen como objetivo principal el aprovechamiento sostenible de la madera. Muchos de estos terrenos estaban destinados al ganado, a cultivos agrícolas o eran terrenos en desuso.
Marcela Villegas, ingeniera forestal de la ONF, explicó que la diferencia entre bosques y plantaciones forestales es que estas son creadas por el humano y que responden a una lógica específica para el aprovechamiento.
Aparte de la extracción de madera, las plantaciones ofrecen otros beneficios de servicios ambientales como la captura de CO2, la belleza escénica y, en algunos casos, sirven de puente para que especies animales puedan trasladarse.
La otra fuente de madera nacional son los bosques maduros donde se autoriza un manejo forestal sostenible. Según el Estado de la Nación 2015, en el año 2014 se autorizó el aprovechamiento de 8.898 m3 en la modalidad de manejo forestal en las áreas de conservación Tortuguero y Huetar Norte.
Manejo forestal sosenible
El manejo forestal sostenible busca imitar el ciclo natural de los bosques, pero aprovechando los árboles en vez de dejar que se descompongan y así evitar que los gases de efecto invernadero regresen a la atmósfera.
“Si dejamos que los árboles se pudran empiezan a librar el carbono que han tenido fijado y, al entrar en contacto con el oxígeno, vuelven a formar CO2 o incluso pueden generar metano, un gas 21 veces más pesado que el carbono”, manifestó Alfonso Barrantes, director ejecutivo de la ONF.
La dinámica que proponen los expertos consiste en aprovechar la madera de los árboles que por su edad ya no capturan más carbono y abrir espacios para que crezcan nuevos. La edad en la que dejan de obtener carbono es variable y depende de cada especie.
Esto no significa que sea oportuno cortar árboles si ya llegaron al “tope” de su captura de carbono. Como los bosques son multifuncionales, su función dependerá de variables como la presencia de especies en peligro de extinción, si hay biodiversidad que debe ser conservada o servicios ecosistémicos como las áreas de protección y de recarga hídrica. Sin embargo, también pueden presentar las condiciones ideales para una extracción de bienes segura.
“Tenemos bosques que tienen que ser conservados, otros que pueden sufrir cierto niveles de aprovechamiento y tenemos bosques en los cuales podemos hacer una adecuada combinaciòn de las dos actividades. No es que todos los bosques tienen que ser conservados o todos explotados”, expresó Meza.
El documento de la FAO señala que “los bosques explotados de manera sostenible complementen e incluso mejoren los beneficios de mitigación del clima que proporcionan los bosques naturales conservados.”
“Se trata de árboles que son seleccionadas en una cosecha. Esa cosecha es cada 15 años como dispone la ley forestal a través de un plan de manejo y ahí se selecciona de entre 3 a 5 árboles por hectárea,” explicó Sebastián Ugalde, Gestor de Mercadeo y Comercialización de la ONF, con respecto al manejo forestal.
El efecto de cambio climático hace presión para que los países apuestan por economías bajas en emisiones de carbono.
Según Jean Pierre Morales, economista forestal del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), dado el contexto actual de calentamiento global es necesaria la intervención del hombre en el ciclo natural de los bosques.
“La captura de carbono se aumenta con el manejo forestal. Yo lo que hago es cambiar la dinámica del bosque y ponerlo a crecer más. Capturo carbono porque crecen más árboles y llevo los árboles cortados al aserradero y los convierto en algún mueble de madera. Esto genera una dinámica en el bosque de más captura de carbono”, explicó Morales a Ojo al Clima.