Adrián Martínez es el director de La Ruta del Clima, una organización costarricense que participa en la 28va Conferencia del Clima o COP28 como observador del proceso de negociación.

A una semana de ir y venir entre textos, acuerdos y desacuerdos, Martínez conversó con Ojo al Clima para ofrecer su perspectiva.

¿Qué se entiende por justicia climática?

En el Acuerdo de París, la palabra justicia se equipara a equidad y está relacionada al tema de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Saber qué es justicia es uno de los temas que se está tratando de abordar en esta misma COP, enmarcado en el tema de transición justa.

”Sin embargo, viéndolo desde el punto de vista de la sociedad civil, cuando hablamos de justicia tenemos que hablar de responsabilidad. ¿Quién es responsable de qué? ¿Quién debe aportar, qué y quién? ¿Por qué se ha generado ciertos daños o ciertas necesidades? Y esto se da por el simple hecho de que el actual cambio climático no es natural, lo provocaron las personas con sus economías. Algunos lucraron y otros pagan las cuentas, y eso se ve reflejado en todos los diferentes esquemas.

”Lo vemos en quién puede acceder a tecnología, quién puede tener recursos para adaptación, quién puede tener acceso a dinero para las transiciones justas, y no es lo mismo en un país industrializado en Sudamérica que en Costa Rica, que no tiene una industria tan grande pero sí tiene otras necesidades de transición justa. ¿Y quién debe soportar ese y qué tan rápido se deben hacer esas transformaciones?

”Todo esto impacta a las personas, no sólo a la economía. Y eso es algo que los países desarrollados quieren 'lavar' en esta convención en todos los aspectos, no sólo al no reconocer que son responsables, al no reconocer de que tienen que tomar el liderazgo, sino en la forma en que se ponen las metas.

”Un claro ejemplo fue el Fondo de Pérdidas y Daños, pero lo veremos también en la discusión de la Meta Global de Financiamiento, donde ya se están 'lavando las manos' al buscar otros argumentos donde no se incluyan las responsabilidades diferenciadas, ni se hable de justicia, y más bien tratar de ampliar la responsabilidad del financiamiento a todos y todas, en lugar de responder a quién causó el problema y se han beneficiado históricamente.

”Borrar la historia y tener un abordaje de la acción climática que no contemple las inequidades que existen en el mundo y quienes se han beneficiado, es promover la injusticia y eso es lo que estructuralmente se está impulsando acá desde los países desarrollados”.

Como está planteado, pareciera que el Acuerdo de París privilegia más la mitigación que la adaptación o las pérdidas y daños, los cuales tienen que ver más con justicia climática.

“El Acuerdo de París es un tratado de derechos humanos porque protege nuestro derecho a un ambiente sano. Esa es una realidad. Lo segundo es que es un acuerdo cuyo objetivo tiene tres décadas de incumplirse, el cual es estabilizar las emisiones y esto tiene que ver primero con mitigación, pero con una finalidad, porque si se hubieran estabilizado las emisiones, nuestros ecosistemas se hubieran adaptado.

”Esos son los dos objetivos que tiene el Acuerdo de París. Y al no darse, lo que vemos son externalidades negativas, los daños y pérdidas se manifiestan destruyendo nuestros ecosistemas y la viabilidad de vida en nuestros territorios. Esa es la dinámica.

”Debimos haber realizado eso a tiempo, especialmente quienes siempre han tenido los recursos, porque los países desarrollados siempre han tenido la tecnología y los recursos para hacer el cambio. Lo que han hecho es explotar tecnologías anticuadas y recursos energéticos que son tóxicos para la vida, y quieren seguir haciéndolo durante todo el tiempo que puedan, para seguir lucrando y no hacerse responsables de las consecuencias negativas.

”Y esa es la disyuntiva en que estamos y, entre más tiempo pasa, más nos afectamos en el Sur Global y más se enriquecen ellos y ellas”.

Uno creería que este contrarreloj nos haría despertar. Sin embargo, estamos en la COP28 y seguimos trabados en la discusión de siempre.

Lamentablemente no hay una concientización de nuestros gobiernos y lo vemos con ministros que promueven el gas natural a la vez que hablan sobre la agenda climática de Costa Rica y las metas del Acuerdo de París. Hay una inconsistencia.

“Este proceso, los mismos países lo ven como una forma de acceder a fondos, de hacer negocios, pero no necesariamente teniendo en cuenta la realidad y urgencia de las comunidades que no tienen agua, que ven su agricultura fallar, que ven el mar cada vez salinizando sus fuentes de agua, que ven el coral morirse y que no tienen una opción económica para poder garantizar la dignidad humana o proteger sus territorios”.

¿Cómo volver a poner los derechos humanos en el centro de la conversación?

“Creo que hemos llegado al punto de tener que recurrir a los tribunales. Por eso está la solicitud a la Corte Internacional de Justicia.

"Nuestros gobiernos no entienden que interpretar el Acuerdo de París no sólo es reconocer que es un tratado de derechos humanos, sino que los derechos humanos y los principios generales del Derecho Internacional se aplican en esa negociación. Y esa es la falla principal que tienen estos países.

”Lo que podemos hacer nosotros es ejercer nuestro derecho a nivel nacional y pedir cuentas a estos políticos y, si es necesario, ir a la Corte o tribunales. Realmente lo que está en juego no es sólo las finanzas del país, sino la prosperidad y la vida de todos los costarricenses y todas las costarricenses”.

Ojo al Clima se encuentra en la COP28 gracias al proyecto COMUNIDAD PLANETA EN LA COP, liderado por Periodistas por el Planeta (PxP).

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