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¿Qué es el cambio climático?
El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) define el cambio climático como “la variación del estado del clima identificable en las variaciones del valor medio y/o en la variabilidad de sus propiedades, que persiste durante largos períodos de tiempo, generalmente decenios o períodos más largos”.
En palabras más simples, a lo que se refiere el IPCC es que el clima había permanecido bastante estable desde hace unos 11.000 años, cuando inició la era geológica del Holoceno, la cual permitió a la humanidad desarrollar la agricultura y domesticar animales.
Sin embargo, desde mediados del siglo XIX, los científicos vienen notando un rápido incremento en la temperatura media del planeta. Si bien la Tierra había experimentado anteriormente cambios en su clima, como las glaciaciones, lo cierto es que estas transformaciones eran lentas, atribuidas a cambios en la órbita terrestre o la energía solar.
Pero, desde 1850, la temperatura media del planeta se ha incrementado 1,1°C. En otras palabras, actualmente la temperatura promedio de la Tierra es de 16,1°C y no 15°C. Si el ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero continúa como hasta ahora, es probable que la temperatura media pase a ser 17°C (+2°C sobre el promedio) a finales de siglo.
Ya con 1,1°C de incremento sobre la media se están viendo eventos extremos más intensos y frecuentes, muchas comunidades costeras se ven amenazadas por el incremento del nivel del mar, mientras que las sequías tienen un impacto directo en la agricultura y, por tanto, en la seguridad alimentaria de las personas.
Los océanos se están acidificando y quedando sin oxígeno, mientras que los mantos de hielo se están perdiendo y los glaciares se están derritiendo, lo cual tiene una afectación en la cantidad de agua disponible para consumo humano.
En su definición, la Convención Marco de Naciones Unidas en Cambio Climático (CMNUCC) apunta a la causa:
“por cambio climático se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”.
Signos de calentamiento
El calentamiento global hace referencia al período más reciente (a partir de 1750) de aumento de la temperatura media del planeta. Según el más reciente ciclo de informes del IPCC, conocido como el AR6, los datos científicos evidencian que:
- El planeta ahora se está calentando 10 veces más rápido que en cualquier registro de los últimos 65 millones de años.
- Cada década, desde 1980, es más cálida que la anterior.
- Los siete años más cálidos registrados a la fecha han ocurrido desde 2015.
- La temperatura global de la superficie en las dos primeras décadas del siglo XXI (2001-2020) fue 0,99 °C más alta que 1850-1900.
- La temperatura global de la superficie ha aumentado más rápido desde 1970 que en cualquier otro período de 50 años durante al menos los últimos 2000 años.
- La ocurrencia de eventos extremos se ha acrecentado en frecuencia e intensidad.
El cambio climático, si bien abarca al calentamiento global, es un concepto más amplio que incluye otros fenómenos como el incremento del nivel del mar, el derretimiento de glaciares, la desincronización de las floraciones, etc.
La evidencia del cambio climático
Cuando los rayos solares ingresan a la Tierra, la atmósfera devuelve parte de esa energía al espacio exterior en forma de radiación infrarroja. Pero, no la devuelve toda. Se deja una parte a manera de reserva, esto con el objetivo de mantener una temperatura cálida y estable que sea favorable a la vida.
Ese mecanismo de autorregulación es posible gracias a los gases de efecto invernadero (GEI), los cuales incluyen el dióxido de carbono (CO₂), el metano (CH₄), el óxido nitroso (N₂O) y los fluorocarbonados.
Como el dióxido de carbono es el más abundante del grupo, cuando se miden los GEI, estos se calculan en dióxido de carbono equivalente o carbono equivalente.
Además, el dióxido de carbono -junto con el vapor de agua- modula el calentamiento. En otras palabras: entre más dióxido de carbono acumulado en la atmósfera, mayor será el incremento de la temperatura.
Si bien existía una cantidad moderada de GEI antes de la Revolución Industrial, algunas actividades humanas están liberando más gases de los que la atmósfera puede asimilar, desequilibrando el efecto invernadero.
Debido a las actividades humanas, principalmente a la quema de combustibles fósiles con fines energéticos y al cambio del uso del suelo, los GEI se acumulan cada vez más en la atmósfera, lo cual impide devolver la energía al espacio exterior, por lo que esa energía queda atrapada, provocando que la temperatura media del planeta aumente.
Para dimensionar el aporte de la humanidad al calentamiento global basta con ver la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Previo a la Revolución Industrial, la concentración de este gas era de 200 partes por millón (ppm). En 2005, ese número llegó a ser 381 ppm. En el 2016 fue la primera vez que se llegó a 400 ppm y actualmente está en aproximadamente 420 ppm.
Si bien los bosques ayudan a capturar y almacenar el carbono en el suelo y en la vegetación, este se libera cuando estos ecosistemas se destruyen. Los océanos han estado absorbiendo la mayor parte del calor adicional, pero a un costo muy alto, ya que sus aguas se están acidificando y perdiendo oxígeno.
Según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), los ecosistemas terrestres y oceánicos han absorbido una proporción casi constante (globalmente alrededor del 56% al año) de las emisiones de dióxido de carbono procedentes de las actividades humanas en las últimas seis décadas.
Escenarios
Todos los datos anteriores responden a lo que ya se sabe. Para tratar de evaluar los posibles efectos del cambio climático a futuro, el IPCC trabaja con escenarios. Basados en el entendimiento de cómo funciona el clima y los distintos factores que lo influyen, los científicos elaboran una presentación lógica de un posible clima futuro.
Tras analizar distintos escenarios, el IPCC no recomienda sobrepasar el 1,5°C de calentamiento, un límite que aún brinda cierto nivel de adaptación a la humanidad.
En otras palabras, hay una ventana de oportunidad para limitar el calentamiento a 1,5°C para 2100. Para ello, se deben reducir las emisiones anuales de dióxido de carbono en 48% para 2030 y alcanzar el cero neto para 2050, al tiempo que deben recortarse las emisiones de metano en un tercio para 2030 y a la mitad para 2050.
Eso quiere decir que las emisiones de todos los GEI deberán alcanzar su punto máximo antes de 2025 y reducirse en 43% al 2030. Esto permitirá estabilizar la temperatura global con fecha a 2100.
Sin embargo, los compromisos climáticos asumidos por los países ante el Acuerdo de París conducen a un escenario de 2,8°C de calentamiento a 2100. De allí que, año con año, se abogue por una mayor ambición en la acción climática para así no sobrepasar el límite de 1,5°C.