Este sábado, las calles de Belém do Pará, en Brasil, presenciaron el cortejo fúnebre de tres muertos. Ataúdes gigantes eran escoltados por lloronas o plañideras, las mujeres que son contratadas para llorar y lamentarse en los funerales. La función de estas figuras del folclore latinoamericano es expresar el dolor de una manera teatral y consoladora para el difunto y su familia, creyendo que esto asegura un mejor tránsito al más allá.
“En su mejor momento impulsaron el progreso que nos trajo hasta acá. Hicieron fortunas para los que los extrajeron y vendieron. Pero su tiempo ha terminado”, se lee en el obituario que se publicó en El País a propósito de este funeral.
“Ustedes tienen un defecto fatal: cada vez que arden, atrapan calor en el planeta. Esto no es una opinión. Es una condición de la física y no tiene solución. Su quema emite gases que alteran el delicado equilibrio que permite que la vida prospere en el planeta. Entre más tiempo permanecen entre nosotros, más se desvanece la esperanza”, escribió João Talocchi, cofundador de la Alianza Potencia Energética Latinoamericana, en esta esquela.
En efecto, los tres ataúdes representan al carbón, al petróleo y al gas. Más de 50.000 personas participaron del Funeral de los Combustibles Fósiles como parte de la Marcha Global por el Clima, la cual devolvió la libre expresión a las calles durante una conferencia climática.
El evento fue impulsado por la Alianza Potencia Energética Latinoamericana en colaboración con la Cúpula de los Pueblos, la dirección artística del Auto do Círio y la Escuela de Teatro y Danza de la Universidad Federal de Pará.
Este funeral se concibió como una intervención artística y política que buscaba resonar en las negociaciones que tienen lugar en Brasil a propósito de la COP30.
“La vida es demasiado hermosa y valiosa como para permitir que los combustibles fósiles la destruyan. La COP30 es el momento en el que debemos decidir terminar su era y avanzar hacia un mañana más justo y próspero”, comentó Lina Torres, directora de programas de Movilizatorio y cofundadora de la Alianza Potencia Energética Latinoamericana.
Justo así fue el funeral: mientras las lloronas lamentaban el fin de la era de los combustibles fósiles, la biodiversidad –representada por más de 80 jaguares y una serpiente de 30 metros– celebraba el inicio de una era donde el sol y el viento llevan energía a las comunidades en condiciones justas.

“La transición energética es una oportunidad para que los países en desarrollo lideren el cambio. La inversión en energías limpias puede generar millones de empleos en sectores como la energía solar, eólica, baterías, biocombustibles, electrificación del transporte, eficiencia energética, hidrógeno verde, economía de los bosques, agricultura de bajo carbono y tantas otras soluciones para el clima, deben ser la base para el desarrollo de América Latina, creando millones de empleos, miles de millones en inversión y un ambiente más saludable y seguro para nosotros y nuestros hijos”, continuó Torres.
“La resistencia a abandonar los combustibles fósiles es fuerte y la transición energética implica un cambio profundo en cómo concebimos nuestra economía. Debemos imaginar y construir un sistema que priorice la sostenibilidad y la justicia social. Este reto requiere transformar nuestras percepciones y valores”, agregó.
Emisiones en subida
Desde la Revolución Industrial, los combustibles fósiles han sido clave en el crecimiento y desarrollo de las sociedades. Sin embargo, su quema –a causa de las actividades humanas en pro de ese progreso– ha provocado una acumulación de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera que no tiene precedentes. Con más dióxido de carbono y metano, la temperatura media del planeta va sumando grados.
Según el informe anual sobre la brecha de emisiones, publicado este año por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las políticas actuales nos sitúan en una trayectoria de 2,8 °C de calentamiento.
En 2024, las emisiones globales de GEI alcanzaron los 57,7 gigatoneladas de carbono equivalente (GtCO2e), lo que supone un aumento del 2,3% con respecto a los niveles de 2023, un dato que contrasta notablemente con el 1,6 % registrado entre 2022 y 2023.
No solo es lo que ya se hizo, sino lo que viene. El último informe del Global Carbon Budget revela que se prevé que las emisiones globales de carbono procedentes de combustibles fósiles aumenten un 1,1 % en 2025, alcanzando un récord de 38.100 millones de toneladas. El presupuesto de carbono restante para evitar llegar al límite de 1,5 °C (alrededor de 170.000 millones de toneladas de dióxido de carbono) se agotará en unos cuatro años si las emisiones continúan al nivel actual.

Es más, y según este informe, las emisiones son un 10% más altas que cuando se adoptó el Acuerdo de París en 2015. A nivel mundial, las emisiones de carbón se han ralentizado, pero aún no han alcanzado su punto máximo.
Lo que pasa es que, debido al 8% del aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera desde 1960, los sumideros de carbono se están debilitando. Esos bosques y océanos de los que dependemos para mantener el equilibrio, son cada vez menos capaces de capturar ese exceso de GEI y eso podría provocar que la temperatura suba más rápido.
Los combustibles fósiles nos alejan del 1,5°C
Actualmente, el calentamiento global ha hecho que la temperatura media sea 1,34 °C a 1,41 °C superior a los niveles preindustriales. Ese aumento ha sido suficiente para lidiar con huracanes, inundaciones, sequías e incendios forestales que ponen en jaque la salud, seguridad alimentaria, provisión de agua y modos de vida.
Por ello, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) ha sido enfático: hay que evitar llegar a 1,5°C si lo que se pretende es proteger la vida tal como la conocemos.
Sin embargo, y según el informe de brecha del PNUMA, lo que se proyecta es que la temperatura media del planeta superará los 1,5 °C durante varias décadas, al menos temporalmente, debido a la falta de acción y ambición de los líderes mundiales.
“Los países deben tomar medidas rápidas e inmediatas para mantener el exceso en torno a los 0,3°C, lo que nos dará más posibilidades de volver a los 1,5°C para 2100”, señalaron los autores.
En este sentido, las emisiones de 2030 tendrían que reducirse un 25% con respecto a los niveles de 2019 para alcanzar los 2°C, y un 40% para alcanzar 1,5°C. No obstante, la plena aplicación de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés), que sintetizan los planes climáticos de los países, reduciría las emisiones previstas en aproximadamente 12-15% al 2030, en comparación con los niveles de 2019.
“El tiempo se acaba. Si la contaminación por carbono provocada por los combustibles fósiles continúa al ritmo actual, el mundo agotará su presupuesto de carbono restante en pocos años. La ciencia es clara: para mantener el límite de 1,5°C al alcance, es necesario poner fin a la expansión de los combustibles fósiles y eliminar rápidamente la producción y el uso de petróleo, gas y carbón. Los argumentos jurídicos a favor de esta medida también han sido respaldados recientemente por tribunales internacionales, incluida la Corte Internacional de Justicia”, se lee en un comunicado del proyecto CarbonBombs.

De hecho, datos publicados por CarbonBombs –conformado por un consorcio de investigadores internacionales– revelan que los proyectos previstos de extracción de combustibles fósiles y las bombas de carbono –que son proyectos de extracción que emiten más de 1 GtCO2 durante su vida útil restante– emitirían once veces el presupuesto de carbono restante para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5°C.
Uno de esos nuevos proyectos de extracción se encuentra en Costa Rica y Panamá. Se trata del proyecto Chiriquí – Cuenca de Térraba Onshore (tierra firme), el cual planea iniciar en 2035 y extenderse a 2039.
La cuenca de Térraba, Chiriquí, se encuentra al sur del arco volcánico en Panamá y se extiende hacia el oeste hasta Costa Rica. Es una cuenca prearcada invertida con un pozo que fue perforado cerca de David en 1925.
El proyecto extractivo tiene un potencial de emisiones de 7 megatoneladas de dióxido de carbono durante el ciclo de vida restante. “No tenemos información sobre las empresas que están detrás del proyecto”, admiten los investigadores de CarbonBombs.
A propósito de las empresas detrás de estos proyectos a nivel mundial, las cinco más activas –debido a que tienen el mayor número de nuevos proyectos de combustibles fósiles y bombas de carbono– son TotalEnergies, China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), Eni, BP y Shell. Los puntos críticos de las bombas de carbono incluyen China, Rusia, Estados Unidos, Australia, India y Arabia Saudita.
Desde que las bombas de carbono se identificaron por primera vez en 2020, se han emitido más de 54 GtCO2. Entre 2021 y 2025 entraron en funcionamiento 30 nuevas bombas de carbono y solo se han cancelado 12.
“Es necesario eliminar gradualmente los combustibles fósiles, y las bombas de carbono son la prueba de fuego de la determinación de la comunidad internacional de dejar atrás al carbón, el petróleo y el gas. Sin embargo, las empresas, los bancos y los países ricos siguen invirtiendo miles de millones en extraer más combustible sucio del suelo”, dijo Kjell Kühne, director de LINGO y uno de los autores de CarbonBombs.

¿Quiénes están detrás?
Un nuevo informe de Oil Change International evidencia que cuatro países del Norte Global –a saber: Estados Unidos, Canadá, Australia y Noruega– son los principales responsables de bloquear el progreso mundial en la eliminación gradual de la producción de petróleo y gas.
El informe concluye que, desde que se adoptó el Acuerdo de París en 2015, estos países han frustrado el progreso en la eliminación gradual del petróleo y el gas al aumentar colectivamente su producción en casi un 40% entre 2015 y 2024, lo que supuso un incremento de más de 14 millones de barriles equivalentes de petróleo al día. En el resto del mundo, la extracción combinada de petróleo y gas se redujo en un 2% durante este mismo período.
Solo Estados Unidos, según el informe, representa más del 90% del aumento neto mundial de la extracción hasta 2024, lo que supone un incremento de su producción de casi 11 millones de barriles equivalentes de petróleo al día, cinco veces más que cualquier otro país.
“El hecho de que un puñado de países ricos del Norte Global, liderados por Estados Unidos, hayan aumentado masivamente su producción de petróleo y gas mientras personas de todo el mundo sufren las consecuencias es una burla flagrante a la justicia y la equidad. Estos países tienen la obligación moral y legal de dar el primer paso para eliminar los combustibles fósiles y proporcionar los billones necesarios en financiación climática en condiciones justas al Sur Global. Cualquier cosa menos que eso es una traición a la ciencia y una renuncia a la responsabilidad”, dijo Romain Ioualalen, responsable de Política Global de Oil Change International.
El comentario de Ioualalen se relaciona a otro hallazgo del informe: en su conjunto, estos cuatro países pagaron 280.000 millones de dólares en financiación climática basada en subvenciones al resto del mundo desde el Acuerdo de París, “una fracción de las estimaciones basadas en las necesidades, mientras que permitieron a las empresas petroleras y gasísticas con sede en sus países obtener beneficios cinco veces superiores a esa cantidad (más de 1,3 billones de dólares)”.

Se puede sin fósiles
Los combustibles fósiles se utilizan, esencialmente, con fines energérticos, principalmente para electricidad, calefacción y transporte. Algunos de sus derivados también se utilizan en plásticos e insumos agronómicos.
Ciertamente, la demanda viene de la electricidad, aunque eso está cambiando. Un informe de Ember señala que la creciente demanda mundial de electricidad en 2025 se satisfacerá íntegramente con energía limpia, sin que se prevea un aumento de la energía fósil. Este hito se producirá a pesar de que se prevé que la demanda mundial de electricidad registre su sexto mayor aumento absoluto de la historia, con 831 TWh.
El informe concluye que el crecimiento récord de la energía solar, combinado con un crecimiento moderado de la energía eólica, superó el aumento de la demanda de electricidad en los tres primeros trimestres de 2025, incluso teniendo en cuenta la caída de la energía hidroeléctrica. En cuanto a la generación fósil, esta disminuyó ligeramente en un 0,1 % (-17 TWh) en los tres primeros trimestres de 2025.
Como resultado del rápido aumento de la energía limpia, se espera que la generación de energía fósil en el sector energético mundial se mantenga estable en 2025 por primera vez desde la pandemia de COVID-19.
La Agencia Internacional de Energía (AIE), en sus Perspectivas energéticas mundiales para 2025 (WEO, por sus siglas en inglés), coincide en que las energías renovables crecen más rápido que cualquier otra fuente de energía; son ahora tan competitivas que su crecimiento está asegurado.
En cuanto a los combustibles fósiles, la AIE prevé que la demanda de petróleo y carbón alcance su punto máximo en 2030 o antes. Se prevé que la demanda mundial de gas solo aumente un 10% con respecto a los niveles actuales.
En este sentido, la AIE demuestra que todavía es posible limitar el calentamiento a 1,5 °C en este siglo. Ha confirmado su posición de larga data de que el suministro de petróleo y gas de los proyectos existentes es más que suficiente para satisfacer la demanda en un escenario en el que el calentamiento se limita a 1,5°C, por lo que no se necesitan nuevos proyectos.

“En este momento se está produciendo una revolución en el ámbito de las energías renovables y la electrificación. Las pruebas sobre el terreno son abrumadoras: las ventas de vehículos eléctricos están despegando en muchos países emergentes y la energía solar se está extendiendo. La tecnología está ampliando los límites; por ejemplo, las baterías de red permiten ahora que la energía solar sea cada vez más distribuible”, destacó Dave Jones, analista jefe del grupo de expertos en energía global de Ember.
“Las energías renovables y los vehículos eléctricos están superando las expectativas, impulsados principalmente por las fuerzas económicas y del mercado. Apostar por los combustibles fósiles en esta etapa es apostar en contra del progreso”, complementó Olivier Bois von Kursk, asesor de políticas del Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD).
El principio del fin
En la COP28, realizada en Dubái (Emiratos Árabes Unidos) en 2023, se acordó por primera vez un plan para transitar hacia el abandono de los combustibles fósiles y se estableció la meta de triplicar la capacidad global de energías renovables para 2030 así como duplicar la eficiencia energética en el mismo período.
Este año, durante la Cumbre de Líderes que antecedió a la COP30, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva instó a establecer una hoja de ruta global para acabar con la dependencia de los combustibles fósiles y cumplir los compromisos internacionales asumidos en la COP28. Lula también lanzó el compromiso de Belém de cuadruplicar el uso de combustibles sostenibles para 2035.
De hecho, Colombia está liderando las negociaciones sobre energía vinculadas a la Declaración de Belém. Busca reunir apoyos suficientes para presentar un acuerdo cerrado ante la presidencia brasileña.
Es más, el gobierno colombiano anunció su compromiso de transformar el Amazonas en una zona libre de minería a gran escala y de explotación de combustibles fósiles. Los pueblos indígenas amazónicos han liderado históricamente este reclamo, impulsando la creación de áreas prioritarias libres de combustibles fósiles para proteger ecosistemas críticos.

Este esfuerzo no sólo se queda en la COP30. En abril, de 2026, Colombia acogerá la 1era Conferencia Internacional para la Eliminación de los Combustibles Fósiles. Esto en nombre de los 17 países que se han sumado al Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, el cual se complementa con la Alianza Más Allá del Petróleo y el Gas (BOGA) puesta en marcha en 2021 para fomentar la cooperación entre los países que se comprometen a poner fin a la exploración de nuevos yacimientos de petróleo y gas así como eliminar gradualmente su producción siguiendo un calendario alineado con el Acuerdo de París.
“Cada vez son más los países que presionan para poner fin a la era de los combustibles fósiles”, dijo Ioualalen de Oil Change International. “El primer paso será que los gobiernos que se reúnan en la COP30 en Belém elaboren una hoja de ruta colectiva con fechas equitativas y diferenciadas para la eliminación gradual de los combustibles fósiles, y aborden las barreras sistémicas que impiden a los países del Sur Global realizar la transición a las energías renovables, incluida la financiación”, continuó.
Petroleros acreditados
La resistencia al cambio se ejemplifica en la cantidad de lobistas de los combustibles fósiles que fueron acreditados en COP30. El análisis de Kick Big Polluters Out identificó al menos 1.602 lobistas, lo que supone 1 de cada 25 participantes. Para ponerlo de otra forma: estos cabilderos superan en número a los delegados oficiales de Filipinas en una proporción de casi 50 a 1.
Esta cantidad de lobistas es 12% superior a los que se presentaron en la COP29, realizada en Bakú (Azerbaiyán). Según el análisis, las asociaciones comerciales siguen siendo un vehículo para lograr acreditaciones: la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones, por ejemplo, logró acreditar a 60 representantes, entre los que se incluyen delegados de ExxonMobil, BP y TotalEnergies.
No sólo es que participan de los eventos paralelos a las negociaciones, sino que aproximadamente 599 lobistas se acreditaron como delegados de los países, lo cual les da acceso directo a las negociaciones.
“Dado que no nos encontramos en una transición real y justa, sino más bien en la expansión de un modelo energético sombrío que agrava las causas de la crisis climática y medioambiental, los tentáculos de las empresas extractivas se están extendiendo por las mesas de debate y los espacios de toma de decisiones, lo que contribuye a una inacción climática irreparable”, afirmó Liliana Buitrago, miembro de Pacto Ecosocial del Sur.
Según Kick Big Polluters Out, “Francia llevó a 22 delegados del sector, cinco de ellos de TotalEnergies, incluido su director ejecutivo; la delegación de Japón contaba con 33 lobistas de las empresas de combustibles fósiles, entre ellos Mitsubishi Heavy Industries y Osaka Gas; y Noruega coló a 17 en las negociaciones, incluidos seis altos ejecutivos de su gigante nacional del petróleo y el gas, Equinor”.
InfluenceMap, mediante su plataforma COP, analizó los argumentos de estas empresas fósiles y sus influyentes asociaciones industriales.
El análisis identificó un uso persistente y global de narrativas contrarias a la transición. De hecho, el uso de narrativas a favor de los combustibles fósiles ha aumentado en un tercio, con más de 3.700 casos de mensajes a favor de los combustibles fósiles registrados en más de 200 empresas y asociaciones desde el 2024.
La organización también notó un aumento de los argumentos sobre la asequibilidad y la seguridad energética. “En el último año, las narrativas que amplifican los temores sobre la asequibilidad y la seguridad energética han superado a los argumentos sobre el escepticismo respecto a las soluciones como narrativa principal de la industria de los combustibles fósiles, aprovechando el momento político para argumentar falsamente que los combustibles fósiles son una parte necesaria de la futura combinación energética”, detalló.
También se observó una influencia continuada en las negociaciones climáticas. “A pesar de que la comunidad internacional se comprometió en la COP28 a acelerar la transición para abandonar los combustibles fósiles, más de 50 de las 200 entidades identificadas en el análisis como promotoras activas de narrativas engañosas sobre la transición energética estuvieron presentes en la COP29, lo que suscita la preocupación de que la influencia de los combustibles fósiles siga socavando los avances durante las negociaciones”, indicó InfluenceMap.
Por último, el análisis señala que el uso de la narrativa se concentra en un pequeño grupo. Desde noviembre de 2024, solo 20 empresas de combustibles fósiles y asociaciones industriales, en su mayoría con sede en América del Norte y Oceanía, han representado el 47% de toda la actividad narrativa sobre los combustibles fósiles.
Casi dos tercios (64,5 %) de estas narrativas fueron transmitidas por directores ejecutivos o representantes durante la participación directa en la política. “Lo que pone de relieve que se trata de una estrategia corporativa de arriba abajo”, menciona InfluenceMap.
“Las empresas de combustibles fósiles siguen conduciéndonos hacia un abismo climático. No solo son responsables de una deuda climática histórica con el Sur Global, sino que esta deuda sigue acumulándose y creciendo de forma constante”, manifestó Ivonne Yáñez de Acción Ecológica en Ecuador.
“Los gobiernos son sus cómplices. Durante 30 años, las cumbres sobre el cambio climático han sido un escenario ideal para que las empresas petroleras limpien su imagen, hagan negocios y encuentren nuevas formas de salirse con la suya en materia de delitos medioambientales. Hoy, en lugar de hacer la transición hacia sociedades postpetroleras, quieren extraer hasta la última gota de combustibles fósiles para seguir alimentando el sistema capitalista”, continuó.

Dejarlos en el suelo
En Belém, el servicio fúnebre para el carbón, el gas y el petróleo no solo resaltó el papel transformador del arte y la cultura. Este activismo artístico evidenció la esencia de lucha de América Latina.
“Cuando el arte toma las calles, la resistencia se vuelve colectiva. Este funeral es un grito poético: la era de los fósiles debe acabar, y su final puede ser tan bello como necesario”, declaró Inês Santos Ribero, coordinadora del Auto do Círio.
Diversas organizaciones coinciden en que los combustibles fósiles hay que dejarlos donde pertenecen, en el suelo, enterrados.
“Hoy marchamos enterrando simbólicamente los combustibles fósiles porque son la raíz de la crisis que amenaza nuestras vidas. La humanidad ya conoce el camino: energía limpia, justicia climática y respeto a los pueblos que protegen la vida. Falta valentía política para romper de una vez con el petróleo, el gas y el carbón. Es hora de poner esos viejos combustibles donde pertenecen: en el suelo de la historia”, dijo Ilan Zugman, director de 350.org en América Latina y el Caribe.
“Puede que este no sea su funeral real, pero es hora de empezar a planificar su retiro. La descarbonización avanza rápidamente, y eso es lo que quiere la gente”, destacó Talocchi en el obituario a los combustibles fósiles.

“Sabemos que la mayoría en el Sur Global quiere este futuro. Las comunidades afectadas deben tener un lugar en las mesas de negociación. Los países ricos y los estados petroleros deben dejar de bloquear el camino”, agregó Zugman.
América Latina cuenta con los recursos naturales necesarios para impulsar la transición hacia energías renovables.
“En un mundo que necesita energía limpia, la región puede ofrecer en abundancia. No como una colonia extractiva, sino como un territorio capaz de liderar un nuevo paradigma energético basado en la justicia social y el respeto a los ecosistemas. Estas tendencias no indican una ‘fase temporal’, sino una transformación estructural en curso. ¿Por qué apoyar a los fósiles, cuando sus competidores más limpios ya les ganan en costos y en impacto?”, señaló Talocchi.
En este sentido, la necesidad de un acuerdo global que ponga fin a la era de los combustibles fósiles, con metas y fechas, es un imperativo.
“Los combustibles fósiles amenazan la vida en todo el mundo: dañan la salud de miles de millones de personas, destruyen biodiversidad desde la Amazonía hasta el Pacífico y ponen en riesgo nuestro futuro. Para abandonarlos necesitamos una hoja de ruta vinculante, justa y basada en la ciencia”, manifestó Michael Poland, director de campaña del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles.





