Con el regreso del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva a Belém do Pará, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático COP30 entra en su recta final.
Brasil espera que esta primera conferencia climática en la Amazonía sea un éxito y, por esta razón, desde el lunes sus diplomáticos hicieron un llamado a los negociadores para trabajar hasta la noche.
Su objetivo es demostrar que el mundo no ha abandonado la cooperación climática, pese a las turbulencias geopolíticas y económicas, y –aunque es difícil– aún es posible ponerse de acuerdo.
La estrategia brasileña para esta recta final es aprobar primero un texto más político que sirva de guía, para luego votar el resto de las medidas el viernes, día que se supone finaliza la COP30.
De allí viene el mutirão, un término indígena que sirve para explicar cuando un grupo de personas se reúne para hacer algo por el bien de la comunidad o la sociedad. Inspirados en ello, la presidencia brasileña convocó a los países alrededor de la Decisión Mutirão: unir a la humanidad en una movilización global contra el cambio climático.
Un primer texto se dio a conocer ayer martes. Se suponía que hoy miércoles se tendría el segundo borrador que incluiría las observaciones de los países, pero el día se fue al ocaso sin aún tenerlo. Se prevé que esté listo el jueves durante la mañana.
“No es particularmente equilibrado, pero es un primer borrador”, dijo Rachel Kyte, enviada especial del clima del Reino Unido, a los periodistas. “Los brasileños tienen un calendario muy ambicioso. Creo que eso pone mucha presión sobre los delegados, pero hay una alquimia propia a cada COP”.
Mutirão
El primer borrador abarca las principales aspiraciones políticas de la COP30, tras reunir las impresiones de los 197 países y la Unión Europea. Por ello, el texto incluye opciones contradictorias sobre la responsabilidad financiera de los países desarrollados, la eliminación de los combustibles fósiles y las medidas comerciales unilaterales.
De allí que los negociadores estén trabajando en un segundo borrador. “No habrá una decisión hoy. Aún estamos lejos de lograrlo, porque para nosotros es un paquete global”, declaró la ministra francesa de Transición Ecológica, Monique Barbut, a la AFP.
Entre lo que se propone en este borrador está una invitación a los países para que desarrollen planes de implementación e inversión para sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés), alineándolos con estrategias de desarrollo económico más amplias.
En cuanto a la eliminación de subsidios a combustibles fósiles, se insta a los países a trabajar juntos para eliminar gradualmente los subsidios ineficientes que no aborden la pobreza energética o las transiciones justas.
Se proponen iniciativas para abordar la brecha de ambición y aplicación de las NDC, como establecer una “Hoja de Ruta de Belém a 1.5°C” o lanzar el “Acelerador de Implementación Global”, esto con el objetivo de identificar acciones para acelerar la implementación, la cooperación internacional y las inversiones en los planes nacionales.
En el borrador también se reconoce la necesidad de un aumento múltiple del apoyo financiero proporcionado y movilizado para los países en desarrollo para acciones ambiciosas de adaptación y mitigación. Se subraya con preocupación la capitalización insuficiente del Fondo de Pérdidas y Daños.
Asimismo, se pide a todos los actores que trabajen para escalar el financiamiento a los países en desarrollo, proveniente de todas las fuentes públicas y privadas, a un mínimo de $1,3 billones al año para 2035. Además, se enfatiza la necesidad urgente de proporcionar y movilizar recursos públicos y basados en subvenciones (grant-based resources) así como financiamiento altamente concesional, particularmente para la adaptación en países en desarrollo vulnerables.
Con respecto al financiamiento para la adaptación, una de las opciones principales insta a los países desarrollados a triplicar al menos su provisión colectiva de financiamiento climático para la adaptación a los países en desarrollo a partir de los niveles de 2025 para 2030, y a lanzar un Diálogo de Belém anual sobre la Triplicación del Financiamiento para la Adaptación.
A manera de contexto: durante la COP30, el Fondo de Adaptación movilizó $133 millones en nuevas promesas de financiamiento, con aportes de Alemania ($69,3 millones), España ($23,1 millones), Suecia ($13,2 millones), Irlanda ($11,5 millones), Luxemburgo ($5,7 millones), Suiza ($5,1 millones), la región valona de Bélgica ($3,4 millones), Corea del Sur ($842.700) e Islandia ($617.100). Sin embargo, la cifra aún queda lejos de la meta de $300 millones para 2025, necesaria para triplicar la asistencia hacia 2030 —según lo acordado en la COP29— y atender una cartera de proyectos en desarrollo que ya supera los $1.000 millones de dólares.
La presidencia de la COP30, cuyo liderazgo recae en André Corrêa do Lago, está realizando consultas en temas como la promoción de la cooperación internacional y respuesta a las preocupaciones relacionadas con el cambio climático medidas unilaterales restrictivas del comercio. También en lo que tiene que ver a la respuesta al informe de síntesis sobre las NDC) y el abordaje de la ambición de 1,5°C así como la brecha de implementación, entre otros.
Observaciones al texto
La Climate Action Network (CAN), que agrupa a organizaciones de la sociedad civil en todo el mundo, recalcó que debe protegerse la solidez de los párrafos del preámbulo que anclan el texto firmemente en la mejor ciencia disponible y en el objetivo de temperatura del Acuerdo de París de limitar el calentamiento a 1,5°C.
En cuanto a financiamiento, CAN señala que la única opción que utiliza un lenguaje obligatorio para adaptación es la propuesta de triplicar el compromiso de Glasgow en por lo menos $120.000 millones anuales para 2030, a partir de los niveles de 2025. Y destaca que este es el punto de partida mínimo aceptable.
Asimismo, la red de organizaciones enfatizó que el financiamiento no debe generar deuda, tampoco cargas o condicionalidades añadidas para los países en desarrollo.
La propuesta más fuerte es un Programa de Trabajo de Belém de tres años y un plan de acción legalmente vinculante sobre la implementación del Artículo 9.1. CAN exige que se eliminen las referencias a “esfuerzo global” de esta opción para que las responsabilidades de los países desarrollados sean explícitas.
Una deficiencia que tiene el borrador, según CAN, es que no aborda la escala de la brecha de ambición necesaria para mantener el 1,5°C al alcance, ni el vínculo entre la ambición y el acceso a financiamiento y medios de implementación.
Para CAN, la mención de la ambición a través de “entornos habilitadores” (enabling environments) corre el riesgo de transferir la responsabilidad a los países en desarrollo para que desregulen, en lugar de enfocarse en el apoyo internacional requerido.
En cuanto a comercio y clima, CAN considera que la opción más adecuada es la de establecer una Plataforma sobre Medidas Unilaterales Restrictivas de Comercio Relacionadas con el Cambio Climático.
En cuanto a los subsidios a los combustibles fósiles, las organizaciones consideran que el llamamiento a reformarlos es bienvenido, pero el calificador “ineficientes” debería ser eliminado. Además, hablan de que los países desarrollados deben liderar la eliminación completa de los subsidios a los combustibles fósiles, y los subsidios a la producción deberían terminar inmediatamente.





