El cambio climático ya podría estar afectando a uno de los parques nacionales más visitados del país. El blanqueamiento de corales, el aumento en las temperaturas y la erosión costera golpean al Parque Marino Ballena, según alertan los miembros de la Fundación Keto, una organización enfocada en la conservación de los recursos marinos y costeros.

La entidad estima que un 94% de los corales de la zona sufrieron un fuerte blanqueamiento durante el 2016. Casi un 90% de ellos murieron, tras varios ciclos de fuertes aumentos  en la temperatura del mar, que provocaron la expulsión de las zooantelas: organismos claves para la supervivencia del coral.

Los vecinos de la costa alertan que la muerte de los corales se está observando coincidentemente en las zonas más visitadas por los turistas. No se trata de un impacto menor, si se considera que el Parque recibe anualmente a más de 160.000, de acuerdo con las estadísticas del Instituto Costarricense de Turismo (ICT).

Los expertos de la Fundación también estiman que los aumentos en las temperaturas del mar también podrían estar relacionados con una caída en los avistamientos de cetáceos del Norte, que proceden de California y que suelen ocurrir entre diciembre y abril.

“Cuando la temperatura está casi dos o tres grados por arriba del promedio normal para el área, tenemos muy pocos avistamientos de ballenas comparado con un año normal. Normalmente se ven varios por día. Cuando la temperatura aumenta, solo se ve uno o dos por semana”, explica José David Palacios, biólogo especializado en cetáceos e interacciones con pesquerías.  

Según Palacios, las ballenas procedentes de las aguas frías del norte buscan sitios como el Parque por sus aguas cálidas, que pueden favorecer el desarrollo de las crías y les ahorran el gasto de energía para mantenerse calientes.

“Generalmente las ballenas jorobadas se alimentan en zonas frías y ellas pasan todo el verano ahí. Tienen una disponibilidad de alimento enorme, y cuando llega el invierno buscan las aguas tropicales para tener las crías”, agrega.

Aún no existen estudios que permitan demostrar la causalidad de este fenómeno, pero Palacios teoriza que los aumentos en la temperatura permiten a las ballenas encontrar aguas más cálidas en el norte, incentivándolas a no continuar avanzando hacia zonas como el Parque.

El mar devora la playa

El año pasado el Plan de Turismo Sostenible del Parque también alertaba sobre el aumento en el nivel del mar, que limita cada vez más el área de la playa. 

Los vecinos de la zona se han organizado para usar un tractor para movilizar sus botes y equipos. Antes usaban sus carros particulares, lo que aumentaba aún más las playas del parque.(Créditos: Cortesía Daniela Linares & Fundación Keto. )

El Parque está marcado por una línea de mojones instalados durante la década de 1980. Hoy, los mojones que habían sido instalados hace casi tres décadas a 50 metros de la línea de la marea alta, quedan completamente cubiertos por el mar cuando aumenta la marea.

“El agua ya llega a algunos senderos”, dice Catalina Molina, directora de la Fundación Keto, quien resalta cómo el área de playa es cada vez más escasa. Para Molina, el problema se agrava si se considera que la localidad de casi 3.400 habitantes no tiene infraestructura portuaria, por lo que a veces se dificulta la salida de los botes.

Mientras tanto, la comunidad de Bahía Ballena en Osa se organiza para adaptarse al fenómeno. 

Los vecinos de la zona están plantando cocoteros para evitar que la erosión costera aumente en el Parque(Créditos: Daniela Linares & Fundación Keto)

Por ejemplo, los vecinos y guardaparques de la zona están sembrando cocoteros (especies fuertes, de rápido crecimiento) en la línea de la costa para “amarrar" el suelo, lo que podría contener la pérdida de playa. También implementaron un sendero temático que permite apreciar los impactos del cambio climático en la zona, y mantienen un sistema de reconocimiento para los operadores turísticos  que tengan buenas prácticas ambientales.

El parque marino ballena es un imán para tortugas, delfines y ballenas jorobadas que recibe a casi 160.000 turistas por año. Casi todos los tres mil habitantes que viven cerca del parque dependen de la actividad turística.

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