- Agricultores debieron aplicar y demostrar proactivamente usos de tecnología para mitigar el cambio climático, incluidas medidas para optimizar la retención de carbono y minimizar el consumo energético.
Cuatro fincas exportadoras, que forman parte de NAMA Musáceas, recibieron un reconocimiento por reducir la huella ambiental en cultivos de banano y plátano a nivel nacional, así como adquirir resiliencia frente a las afectaciones del cambio climático.
Las fincas destacadas fueron: Finca San Marcos de Varcli en Matina; Finca La Ligia de DAPASA en Parrita; Finca San Pablo de CORBANA en 28 Millas de Matina; y la Finca Comercial de Banano de la Universidad EARTH, en Guácimo.
Entre todas suman más de 1.200 hectáreas, ahora bajo manejo sostenible, siendo la línea base del establecimiento del sistema piloto de monitoreo, reporte y verificación (MRV), necesario para medir y cuantificar los beneficios de la NAMA.
Las prácticas implementadas incluyen un manejo eficiente de suelos y biomasa para capturar carbono, el uso optimizado de fertilizantes —clave en la reducción de emisiones— y mejoras en la eficiencia energética para disminuir el consumo eléctrico y todo lo que este conlleva. Estas acciones, además, contribuyen a que el sector agrícola sea más competitivo a nivel internacional.
“Estas fincas son ejemplo de cómo el sector agrícola costarricense puede liderar con acciones concretas en sostenibilidad. Reafirmamos nuestro compromiso con una agricultura baja en emisiones, resiliente al cambio climático y que aporta al bienestar de las familias productoras y al cumplimiento de nuestras metas nacionales e internacionales”, señaló el viceministro del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), Fernando Vargas Pérez.
El viceministro resaltó el papel fundamental de la cooperación técnica y el trabajo conjunto entre instituciones públicas, empresas privadas y la academia para impulsar estas transformaciones.
Concurso
Las fincas que fueron reconocidas vienen de un concurso que es organizado y gestionado por TRANSFORMA-INNOVA, con los fondos de GIZ.
“En este, los agricultores proponían la adopción de tecnología siempre orientada a la mitigación de gases de efecto invernadero y la adaptación al cambio climático” indicó Mauricio Chacón Navarro, gerente de ganadería del MAG.
TRANSFORMA-INNOVA, implementado a través de Activa CATIE, acompaña actualmente a estas fincas en la transición hacia modelos más sostenibles y proyecta extender las buenas prácticas a más de 5.600 hectáreas en los próximos años. La iniciativa cuenta con el apoyo financiero de la Unión Europea y de la Iniciativa Climática Internacional (IKI) del gobierno alemán.
La NAMA Musáceas se ha consolidado como una herramienta esencial para avanzar hacia un modelo agrícola más responsable y competitivo, alineado con los desafíos del cambio climático y con las demandas de los mercados internacionales que hoy priorizan productos con menor impacto ambiental, señaló el MAG en su comunicado oficial.
Anteriormente, se hizo un concurso similar con la NAMA Ganadería y la NAMA Café.
El ejemplo de la finca de doña Margarita
Margarita Fernández Gómez es una de las agricultoras ganadoras del reconocimiento. Educadora de profesión, quien lo dejó para dedicarse a la agricultura desde hace ya dos años, ahora cultiva plátano y pipa (siendo el plátano el principal producto).
“Inicialmente, me contacté con el Ministerio de Agricultura para tener asesoría por parte de técnicos e ingenieros que son especialistas en el tema, especialmente en el cultivo del plátano”, mencionó Fernández.
Su finca fue seleccionada por parte del MAG para ser parte del concurso de ideas TRANSFORMA-INNOVA en Musáceas. Ella tuvo la visita de una ingeniera del CATIE, quien realizó una entrevista y visita de campo. De acuerdo con Fernández, la experta quedó satisfecha con el proceso que se realiza en la finca.
“Recibí las visitas de la ingeniera, director regional, y el asesor (que estuvo durante el proceso) del CATIE, además de ingenieros del MAG, miembros del GIZ y la Unión Europea, donde se realizó una presentación administrativa”, comentó.
Fernández valoró la experiencia en el concurso como “muy positiva”, comentó que las labores cotidianas se han vuelto más ágiles y menos desgastantes físicamente. “Se lograron realizar muchos cambios tecnológicos, ambientales y humanos”, dijo.
Algunas de estas mejoras fueron la compra de plantas certificadas meristemos para evitar propagaciones de enfermedades o el arado con el motocultor de suelo, que se realiza para remover los suelos compactos para así poder realizar las aplicaciones de carbonato de calcio antes de la siembra.
“Es importante indicar que la siembra es programada y, por ende, la finca se subdivide en secciones”, aclaró Fernández.
En el proceso, se delimita la sección de área por medio de medidas para siembra (la cantidad de metros entre las plantas) y se empieza a utilizar el equipo ahoyador de suelo. Este perfora y aplica la profundidad adecuada para colocar base de compost y posteriormente la planta de meristemo.
Fernández también compró un tanque para la cosecha de agua, otro para poder preparar fertilizante orgánico o bien para el riego de plantas en temporada de seca. En la producción se realizó el cambio de los agroquímicos granulados por los bioles.
Otras adquisiciones fueron una trituradora, la cual convierte los residuos grandes en partículas más pequeñas, y motoguadañas con las que se eliminará en su totalidad el uso de agroquímicos como herbicidas y, con el paso del tiempo, se creará una cobertura viva que ayudará a la tierra.
Con la trituradora se desea transformar el material de desecho en material orgánico que sirva como abono para las matas de plátano. También hay otros, como cortasetos, computadores dedicados al manejo y sistematización de procesos.
“Trabajar de forma amigable con el medio ambiente, esto es parte de lo que la finca quiere transmitir a otros agricultores, que no se necesita usar químicos para trabajar una finca, que podemos trabajar en armonía con los recursos naturales que la tierra nos da”, resaltó Fernández.
También comentó que, previo a este proceso, tenía problemas con la fertilidad del suelo, el cual se veía afectado, dice ella, por el cambio climático.
“Una de las cosas que más valoro de la experiencia es ser parte de un cambio que podemos hacer en la agricultura para trabajar de la mano con el medio ambiente. Tener un entorno más limpio reduce las exposiciones a contaminantes, la cual nos lleva a tener un ambiente más sano tanto para el ser humano como para la flora y fauna”, concluyó.





