Si a uno le dijeran, ¿cuál es la industria que en un año emite un 10% de todo el CO2 producido por humanos y corta 70 millones de árboles? Uno tal vez pensaría en agricultura o minería, pero probablemente no en la ropa.

Lo cierto es que la industria de la moda tiene una mala reputación ambiental. Incluso, la diseñadora Eileen Fisher la ha llamado “la segunda industria más contaminante después del petróleo”.

Pero ahora, algunas empresas de moda como H&M, Vans y Timberland buscan incorporar la sostenibilidad en sus procesos y, así, reducir su enorme impacto en el medio ambiente.

Así lo presentaron estas marcas durante un evento en Bonn, Alemania, como parte de la conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático, COP23.

“Sabemos que nuestra compañía y nuestra industria en general ha tenido impactos muy grandes en el planeta. También sabemos que para ofrecer productos de calidad de una manera sostenible tenemos que cambiar la forma en que se hacen nuestros productos”, afirmó Vanessa Rothschild de H&M.

Las empresas han procurado aumentar su eficiencia, usar energías renovables y hasta plantar árboles. Para la empresa VF (Nautica, Timberland, Lee, etc.) estos esfuerzos ni siquiera significaron un impacto económico.

“Mientras el negocio creció un 40%, logramos reducir nuestras emisiones en un 12,6% en el mismo período de tiempo”, explicó Anna Maria Rugarli de directora de responsabilidad de VF.

Infografía: Contaminar pasó de moda: industria textil se mueve hacia sostenibilidad(Créditos: Luis Arias)

A pesar de las iniciativas, expertos señalan que los esfuerzos no son suficientes para prevenir un peligroso calentamiento del planeta y lograr cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, tratado internacional sobre cambio climático.

“Estoy seguro de que estamos moviéndonos en la dirección correcta pero, para ser franco, no nos movemos lo suficientemente rápido”, indicó Alexander Meyer, experto en sostenibilidad de la empresa consultora Boston Consulting Group.

“La segunda más contaminante”

Muchos se refieren a la industria de la moda como la segunda más contaminante después del petróleo. No obstante, se han ganado ese apodo por una razón: su impacto ambiental es altísimo.

Por ejemplo, como explicaron los expertos durante un evento en la Conferencia de las Naciones Unidas del Cambio Climático (COP23), para hacer una sola prenda en promedio se requieren 3,000 litros de agua, 1 kilogramo de químicos, se emiten 16 kilogramos de CO2 y 0,5 kilogramos de agua se desperdician.

Probablemente el aspecto más contaminante de esta industria son sus materiales. Cada año, por ejemplo, se deben usar 70 millones de barriles de petróleo para producir fibra de poliéster, uno de los materiales más populares en las prendas.

“Algo tiene que cambiar porque hay mucho en riesgo. Si uno ve al sector de energía hace unos 15 años o el sector químico hace unos 20 años, estas son industrias que ahorita están siendo intervenidas. La moda también será intervenida”, aseguró Meyer.

Según el especialista en sostenibilidad, una de las principales razones por las que esta industria tiene un impacto tan alto en el ambiente es porque nunca se vio presionada a disminuirlo ni por el estado ni por sus consumidores.

“Simplemente nunca hubo suficiente presión. En otras industrias hay reguladores o ciertos incentivos para hacer el negocio más sostenible” explicó el representante de Boston Consulting Group.

Moda verde

Hasta hace poco la industria de la moda comenzó a autorregularse por iniciativa propia. Las mismas empresas han venido implementando cadenas de producción más eficientes y que apuntan a la carbono neutralidad.

Timberland, por ejemplo, se comprometió a plantar 10 millones de árboles para el 2020; una meta que no parece tan distante, ya que ya plantaron 9 millones. Sin embargo, la meta no se compara a los 70 millones de árboles que tala la industria por año.

Otra de las iniciativas de estas empresas es emplear cadenas circulares de producción: es decir, productos que sean de suficiente calidad como para ser reutilizados o reciclados.

La empresa sueca Filipa K, por ejemplo, ya implementa mecanismos de reuso. Esta tienda de ropa acepta devoluciones de ropa y las vende en tiendas de segunda mano. Las piezas que están muy desgastadas pasan a reciclaje.

Finalmente, algunas empresas como Orange Fiber han optado por cambiar los materiales con los que producen la ropa por completo. Ellos desarrollaron una técnica química que les permite producir ropa a partir de la cáscara de naranja.

En Costa Rica, este tipo de iniciativas son muy promovidas en eventos como el Fashion Summit, dedicado a la sostenibilidad en la industria de la moda.

Retos por asumir

Si bien hay interés de las compañías de ropa por lograr la carbono neutralidad, lo cierto es que es sumamente difícil lograrla. Este es especialmente el caso en esta industria porque su misma materia prima es la que emite más carbono.

“Si vemos nuestra cadena de producción, la manufactura del producto, la tela y el material crudo son las principales fuentes de emisiones”, explicó Rothschild.

Además, la industria no está realmente regulada, por lo que no hay ningún tipo de incentivo para operar de manera más sostenible. Tampoco, se les cobra un valor económico real por su impacto ambiental. Al final, la falta de regulación hace que se vuelva mucho más caro reducir emisiones.

“La razón principal por la que la ropa es barata es porque no pagamos el verdadero costo del agua o del uso de estos materiales. Pero sí hay subsidios para el algodón que sabemos que no es un material viable, por ejemplo”, aseguró Elin Larsson de Filippa K.

Según la empresaria sueca, el hecho de que existan estos subsidios en algunos países muestra una falta de interés por el ambiente de parte de ciertos políticos. “Hay un problema moral en estas políticas”, señaló.

Si bien los esfuerzos están lejos de compensar por el daño ambiental causado por esta industria, lo esperanzador es que está habiendo un cambio de mentalidad en las empresas.

“Sabemos que no tenemos todas las respuestas pero estamos comprometidos con mostrar que un futuro en el que la moda es carbono positiva es posible. Queremos hacer la moda sostenible y poner de moda la sostenibilidad”, afirmó Rothschild.

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