Cada año miles de embarcaciones de todos los tamaños surcan los mares del mundo para transportar mercancías y personas, ya sea con fines comerciales o de entretenimiento.
Pese a que no está entre los grandes señalados en la discusión sobre el cambio climático, el sector marítimo también ha tratado de ponerse al corriente de los esfuerzos globales para reducir su contaminación y el aporte a las emisiones de gases efecto invernadero.
Para el 2007 se estimaba que el sector marítimo era responsable del 2,8% de las emisiones globales de CO2, con 885 millones de toneladas. Una década después, y con un incremento de un 25% en el tráfico marítimo, la cantidad de CO2 se redujo a 796 millones de toneladas, mientras que su aporte global ahora se estima en 2,2%.
Por ejemplo, si el transporte marítimo fuera un país, la industria de carga estaría en el sexto lugar en emisiones entre Japón y Alemania, en la lista de los países que más contribuyen con los gases que provocan el cambio climático.
En esta ruta, la Organización Marítima Internacional (OMI), entidad de Naciones Unidas, se comprometió la semana pasada a que el sector de transporte marítimo reduzca en un 50% sus emisiones para el año 2050, con lo que se suple además uno de los vacíos que dejó el Acuerdo de París en 2015.
De cara a la reunión de la Organización Marítima Internacional (OIM), la Secretaria Ejecutiva de la ONU sobre Cambio Climático, Patricia Espinosa, dijo que espera que los 173 países miembros de la organización adopten una estrategia inicial para limitar las emisiones del sector del transporte marítimo lo suficientemente ambiciosa para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.
"Estamos viendo cómo el cambio climático avanza mucho más rápido que la reducción de emisiones. Exhorto a todas las naciones a que adopten una estrategia inicial ambiciosa en la OMI, que pueda contribuir de manera decisiva a lograr los objetivos del Acuerdo de París y, al mismo tiempo, apoyar la sostenibilidad del sector", dijo Espinosa, según un comunicado oficial en el sitio de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
La OMI ha valorado establecer otras medidas en pro del medio ambiente, como la prohibición de que utilicen combustibles pesados en las embarcaciones que surcan el Ártico, y que las que deban hacerlo busquen alternativas más limpias.
El crucero más grande del mundo
A inicios de este mes, la compañía de cruceros Royal Caribbean realizó el estrenó del Symphony of Seas, el crucero de pasajeros más grande del mundo, que tuvo su estreno oficial en el puerto de Barcelona, España.
Este gigante de 230.000 toneladas de peso tiene una longitud (eslora) de 362 metros y un ancho (manga) de 47 metros, con un total de 17 cubiertas, de las cuales 11 se destinan para albergar hasta 6.300 pasajeros, a los que se le suman más de 2.300 personas como parte de la tripulación.
El Symphony of Seas llega a desplazar al Harmony of Seas como la embarcación de pasajeros más grande; pese a esto, sus números respecto al medio ambiente también prometen ser mejores que los de sus antecesores.
Con un total de seis motores (dos grandes y cuatro pequeños), este barco puede alcanzar una velocidad máxima de 23 nudos (42 kilómetros por hora), pero también posee sistemas más eficientes para reducir el consumo de combustible, la emisión de gases invernadero y la cantidad de partículas de azufre que libera al ambiente.
Una de las particularidades de este barco es que crea una capa de burbujas de aire por delante del agua que va a surcar, por lo que prácticamente el Symphony se desliza sobre una capa de burbujas, lo que reduce la fricción y hace que se requiera menos combustible para impulsar la nave.
Si bien una nave de este tamaño consume el equivalente a un tanque lleno de un vehículo liviano cada minuto, si se considera la cantidad de personas que lleva a bordo, el uso de combustible por persona, dicen sus fabricantes, está entre los más eficientes de la industria de los cruceros.
Otra de las diferencias que tiene una nave como el Symphony of Seas, en comparación con un barco regular, es la capacidad de girar sus propelas, de tal forma que el barco encuentre menor oposición en el agua y requiera de menos energía para moverse.
Los motores de este crucero son también los encargados de generar toda la electricidad que necesita la operación del barco que, por tratarse de un transporte enfocado en el entretenimiento, tiene una alta demanda.
Sin embargo, el Symphony of Seas se ha propuesto hacer un uso más eficiente de la energía que generan sus motores, al no tener ninguna bombilla incandescente en sus sistemas de iluminación.
Además, la compañía ha dispuesto que no se utilice plástico desechable a bordo, por lo que los utensilios de este tipo (como las pajillas) son hechas de papel.
El barco también cuenta con una política de separación de sus desechos y maquinaria para reciclar los materiales: prensa para compactar las latas de aluminio, máquina para pulverizar vidrio, compactadora de papel y cartón, que luego se descargan en puerto para su adecuado procesamiento.
Los encargados ambientales del Symphony of Seas estiman que en operación normal el barco produce unos 60 metros cúbicos de desechos, de los cuales 36 metros cúbicos son materiales reciclables debidamente procesados.
En Costa Rica también se generan otras iniciativas que podrían reducir las emisiones del sector de transporte marítimo (vea recuadro). Por ejemplo, la empresa de origen canadiense SailCargo busca construir el primer velero eléctrico de carga del continente, que podría ayudar a los pequeños exportadores del país a compartir sus productos con el globo.