Con 48 horas de negociaciones intensas y un documento final no concluyente, así cerraron las conversaciones ministeriales del G20 sobre clima y energía en Chennai, India.
“Reconocemos que los impactos del cambio climático serán mucho menores con un aumento de la temperatura de 1,5°C en comparación con 2°C, y reiteramos nuestra determinación de seguir esforzándonos para limitar el aumento a 1,5°C”, se lee en el documento en cuestión. Palabras que hablan de ambición y unidad en la lucha contra la crisis climática en un encuentro que demostró todo menos eso.
En el “julio más caluroso registrado” según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), con impactos climáticos afectando todos los rincones del planeta y el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, rebautizando al calentamiento global como “ebullición global”, las acciones de las principales economías del mundo —responsables del 85% de las emisiones que causan el cambio climático— reflejan más sus diferencias que una predisposición al compromiso.
Evidencia de ello es lo que sucedió en Chennai, que concluyó con la entrega de un documento de “resumen del presidente” que identifica varios puntos de vista, en lugar de un comunicado conjunto que signifique el consenso entre los países del grupo.
Transición indefinida
En este contexto, la petición tardía del sultán Ahmed Al Jaber, presidente de la cumbre climática de Naciones Unidas (COP28) que se realizará en diciembre en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, y de Simon Stiell, responsable de Naciones Unidas para el clima, para que los países acordaran metas de reducción progresiva de los combustibles fósiles y la triplicación de las energías limpias fue ignorada.
El documento del G20 da cuenta que los ministros sí debatieron sobre estos temas, así como sobre duplicar la tasa global de mejora de la eficiencia energética, ampliar las tecnologías de emisiones bajas y nulas ya disponibles, y el acceso a la financiación de bajo coste para los países en desarrollo, entre otros elementos clave de la transición energética que es necesaria para limitar el aumento de la temperatura en 1,5°C. Pero, no hubo acuerdo.
“Existen opiniones divergentes entre los miembros del G20 sobre el mandato del Grupo de Trabajo de Medio Ambiente y Sostenibilidad Climática para debatir cuestiones energéticas a la luz de la existencia de un Grupo de Trabajo separado sobre Transición Energética. También existen opiniones divergentes sobre las cuestiones de las transiciones energéticas y cómo reflejarlas en este documento. Los miembros del G20 expresaron opiniones reiterando sus posiciones”, establece el “resumen del presidente”.
Así como también: “Algunos miembros del G20 hicieron hincapié en la necesidad de alcanzar un máximo mundial de emisiones no más de 2025 y de reducir las emisiones en un 60% para 2035 con respecto a los niveles de 2019. Se debatieron las lagunas en en los escenarios y modelos climáticos, el agotamiento de los presupuestos de carbono, las emisiones históricas, actuales y previstas, y se hizo hincapié en la necesidad de tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero distintos del dióxido de carbono, incluido el metano, para 2030”.
En cuanto a los planes climáticos nacionales (o NDCs, en el lenguaje de Naciones Unidas), cuya ambición necesita incrementar en línea con sostener un planeta con no más de 1,5°C calentamiento, los compromisos de esta reunión no van más allá de los textos anteriores del G20. “Presentaremos la próxima ronda de NDC basándonos en los resultados del inventario global”, se limita a decir.
Resultados decepcionantes
Dada la dinámica de los intercambios y sus resultados, no sorprende que Stiell —en su intervención en la sesión de clausura— haya dicho a los ministros que “colectivamente no estaban haciendo lo que se habían comprometido a hacer”, y los instara a trabajar juntos de cara a la COP28.
El análisis de Madhura Joshi, asociada Senior del equipo de Transición a los Combustibles Fósiles del think tank E3G, va por líneas similares. “El texto indica que las negociaciones se vieron envueltas en diferencias y que los países no lograron ir más allá de la política. Los ministros subrayan que es imperativo utilizar la mejor ciencia disponible para emprender acciones climáticas eficaces, pero los resultados, especialmente en materia de energía, dejan mucho que desear”, expresó.
“India tiene la oportunidad de impulsar el nuevo motor de la economía mundial liderando la Cumbre de Líderes de septiembre para corregir el rumbo de la acción climática y acordar triplicar las energías renovables para 2030 hasta más de 11.000 GW, duplicar la tasa de eficiencia energética y eliminar gradualmente los combustibles fósiles. Esto es lo que la ciencia nos dice que es difícil pero factible y crítico para mantener vivo el 1,5°C”, completó.
“Los decepcionantes resultados del G20 en materia de energía y clima demuestran que los ministros no tienen el mandato para negociar sobre las cuestiones definitorias de nuestro tiempo. Están por encima de sus posibilidades. Ya no se trata sólo del clima, sino de la economía, las finanzas y la seguridad. Los líderes del G20 deben intervenir y acordar juntos las acciones necesarias para un planeta más seguro”, reflexionó a su vez Luca Bergamaschi, director cofundador del think tank italiano ECCO, sobre la reunión de Chennai.
Al tiempo que Aarti Khosla, directora fundadora del indio Climate Trends, concluyó: “En la búsqueda por aumentar la ambición de acción climática entre las naciones del G20, la reunión sobre Clima y Sostenibilidad se encontró con una descorazonada falta de voluntad política por parte de varios países. A pesar de los serios esfuerzos de India en el G20, el objetivo siguió siendo esquivo tanto para el Grupo de Trabajo de Transición Energética como en el de Medio Ambiente y Sostenibilidad Climática. Ahora que el mundo se prepara para el inventario mundial, es crucial que los países del G20 aumenten significativamente su ambición”.