Para limitar el calentamiento a 1,5 °C, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) deberán alcanzar su punto máximo antes de 2025 y reducirse en un 43% al 2030. La temperatura global se estabilizará cuando las emisiones de dióxido de carbono lleguen a cero neto; en el caso del escenario de 1,5 °C, esto deberá ocurrir a principios de la década de 2050.
Esta es una de las conclusiones que se destaca del resumen para tomadores de decisión del más reciente informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el cual se titula Cambio Climático 2022: Mitigación.
Este informe constituye la tercera entrega del Sexto Informe de Evaluación (AR6, por sus siglas en inglés) del IPCC. Mientras que el primer reporte se centró en analizar las bases científicas y el segundo evaluó los impactos y las posibilidades de adaptación, este tercero ofrece una evaluación de los avances en materia de reducción de emisiones.
Asimismo, este tercer informe explica la evolución de los esfuerzos de mitigación, evaluando el impacto de los compromisos climáticos asumidos por los países en relación con las metas a largo plazo para limitar el calentamiento a 1,5°C y 2°C.
En este sentido, los autores observaron que –en promedio- las emisiones anuales de GEI en el periodo 2010-2019 se ubicaron en los niveles más altos de la historia de la humanidad. “Las emisiones en 2019 fueron 12% más altas que en 2010 y 54% superiores a 1990”, señaló Jim Skea, copresidente del Grupo de Trabajo III, que estuvo a cargo del informe.
No obstante, el análisis también evidencia un incremento en la acción climática que se refleja en un crecimiento descendente en las emisiones de la década 2010-2019 con respecto a 2000-2009. “Se pasó de 2,1% anual a inicios de siglo a 1,3% por año en el periodo 2010-2019”, dijo Skea.
De hecho, al menos 18 países han mantenido una reducción constante de las emisiones derivadas de la producción y el consumo por más de 10 años.
“Las reducciones están relacionadas con la descarbonización del suministro de energía, el aumento de la eficiencia energética y la reducción de la demanda de energía, que son resultado tanto de las políticas como de los cambios en la estructura económica. Algunos países han reducido las emisiones de GEI basadas en la producción en un tercio o más desde que alcanzaron su punto máximo, y algunos han logrado varios años de tasas de reducción consecutivas de alrededor del 4% anual, comparables a las reducciones mundiales en escenarios que limitan el calentamiento a 2°C (>67%) o menos”, señalan los autores.
Y agregan: “Estas reducciones sólo han compensado parcialmente el crecimiento de las emisiones globales”, ya que no puede obviarse el aumento de la huella de carbono experimentado desde 2010.
“No estamos ni siquiera en camino de limitar el calentamiento en 1,5°C”, resaltó Skea y añadió: “a menos que se produzcan reducciones inmediatas y profundas de emisiones en todos los sectores, la meta de 1,5°C es inalcanzable”.
“Nos encontramos en una encrucijada. Las decisiones que tomemos ahora pueden garantizar un futuro habitable. Disponemos de las herramientas y los conocimientos necesarios para limitar el calentamiento”, declaró Hoesung Lee, presidente del IPCC, en conferencia de prensa.
De hecho, y según los autores, ya se tienen opciones en todos los sectores para reducir a la mitad las emisiones para 2030.
Descarbonización
Desde 2010, los costos de algunas energías renovables han venido en claro descenso: la solar ha tenido reducciones de hasta un 85%, 55% en el caso de la eólica y 85% en lo referente a baterías. “Los paquetes de políticas de innovación han permitido estas reducciones de costes y han apoyado la adopción global”, se indica en el reporte.
Asimismo, una gama cada vez mayor de políticas y leyes han mejorado la eficiencia energética y reducido las tasas de deforestación.
“Me siento alentado por las medidas climáticas que se están tomando en muchos países. Hay políticas, normativas e instrumentos de mercado que están resultando eficaces. Si se amplían y se aplican de forma más amplia y equitativa, pueden apoyar una profunda reducción de las emisiones y estimular la innovación”, declaró Lee.
Pero se requiere más voluntad y sobre todo acción. Actualmente, los compromisos climáticos asumidos por los países se quedan cortos para limitar el calentamiento a 1,5°C e incluso 2°C. “Si no se refuerzan las políticas más allá de las aplicadas a finales de 2020, se prevé que las emisiones de GEI aumenten más allá de 2025, lo que llevaría a un calentamiento global medio de 3,2°C en 2100”, se lee en el resumen para tomadores de decisión.
Para Diana Ürge-Vorsatz, vicepresidenta del Grupo de Trabajo III, la reducción de las emisiones en el sector energético requiere importantes transiciones, entre ellas, una reducción sustancial en el uso general de combustibles fósiles, un mayor despliegue de fuentes renovables, mayor eficiencia energética y uso de combustibles alternativos (como hidrógeno y biocombustibles).
Siempre dentro del sector energético, en cuanto al transporte, los vehículos eléctricos son los que ofrecen un mayor potencial para la mitigación, esto en combinación con matrices eléctricas basadas en fuentes renovables. Los avances en la tecnología de las baterías podría ayudar a descarbonizar el transporte de carga terrestre, mientras que los combustibles alternativos se vislumbran como una potencial solución para la aviación y el transporte marítimo.
Como novedad, este informe analizó cómo los cambios en el estilo de vida y comportamiento de las personas pueden ayudar a la mitigación y encontraron que las acciones en esta materia podrían reducir 40-70% de las emisiones al 2050, a la vez que se mejora la salud e incrementa la calidad de vida de las personas.
Estos cambios inician a nivel individual y, en este sentido, las actividades que más contribuyen a la mitigación son caminar o andar en bicicleta, reducir los viajes aéreos, preferir el transporte público y eléctrico basado en una matriz renovable, así como realizar adaptaciones en las casas en pro de una mayor eficiencia energética.
“Los cambios en el estilo de vida requieren cambios sistémicos en toda la sociedad”, dijo Ürge-Vorsatz, y aquí es donde las ciudades se vuelven relevantes para la descarbonización.
Según los autores del IPCC, un menor consumo energético puede lograrse al favorecer ciudades compactas y transitables, que cuenten con sistemas de transporte eléctrico cuyo suministro provenga de fuentes energéticas bajas en carbono. Las ciudades también permiten una mayor captación y almacenamiento de carbono gracias a la naturaleza.
Los edificios juegan un papel clave en la acción climática. Según el informe, estos podrían ayudar a acelerar la meta de cero neto al 2050; sería cuestión de readaptar los edificios existentes y apostar por un diseño climáticamente inteligente para aquellos que aún no se construyen. Para ello se requiere aplicar “eficazmente paquetes de políticas que combinen medidas ambiciosas de suficiencia, eficiencia y energía renovable, y se eliminen las barreras a la descarbonización”.
La industria, por su parte, es responsable de la cuarta parte de las emisiones en el mundo. Alcanzar el cero neto requerirá nuevos procesos de producción, una base de electricidad baja en emisiones, apostar por el hidrógeno para la transición, un uso más eficiente de los materiales, la reutilización y el reciclaje de los productos y la minimización de los residuos.
Por último, la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra pueden reducir las emisiones a gran escala así como capturar y almacenar carbono a la vez que se beneficia a la biodiversidad, se incrementa las opciones de adaptación y se aseguran los medios de subsistencia, los alimentos y el agua.
“Sin embargo, la tierra no puede compensar el retraso en la reducción de las emisiones en otros sectores”, se subraya en el informe.
¿Existe el dinero para financiar estas transiciones? Según Ramón Pichs-Madruga, vicepresidente del Grupo de Trabajo III, los flujos de financiamiento son de 3 a 6 veces menores de lo que se necesita para limitar el calentamiento a 1,5°C al 2030.
No obstante, Pichs-Madruga considera que “hay suficiente capital y liquidez a nivel mundial para cerrar las brechas de inversión”.