La conferencia de cambio climático de Naciones Unidas COP29, realizada en Azerbaiyán, cerró más tarde de lo esperado con un acuerdo de financiamiento para mitigación y adaptación que está lejos de lo buscado por los países en desarrollo.
Por Fermín Koop
“Este documento no es más que una ilusión óptica. No resuelve el enorme desafío que tenemos por delante”, sostuvo Chandni Raina, la representante de la delegación de India, al cierre de la cumbre climática COP29 en Azerbaiyán, con un eco de aplausos de los países en vías de desarrollo, igual de indignados.
Luego de dos semanas, la conferencia climática anual de Naciones Unidas cerró con lo que era el objetivo principal: una nueva meta de financiamiento para que los países en vías de desarrollo puedan reducir sus emisiones y adaptarse al cambio climático. Pero el acuerdo no fue lo que se esperaba y casi lleva al quiebre de la conferencia.
Los países desarrollados adoptaron una meta de $300.000 millones de dólares por año para el 2035, lo que triplica la meta previa de $100.000 millones – que se tenía que cumplir en 2020, pero se logró en 2022-. Además, se comprometieron “a trabajar” para llegar a $1,3 billones de dólares, la meta de los países en vías de desarrollo.
La meta, además de ser insuficiente para los crecientes costos del cambio climático, quita responsabilidad a los países desarrollados, que sólo deberán “liderar” el esfuerzo para su cumplimiento. Se incluirá también al sector privado y a los bancos multilaterales, entre “una variedad de fuentes”.
El acuerdo también abre la posibilidad de que países en vías de desarrollo, como China, contribuyan aún más, o no, de forma voluntaria sin que se reclasifique su estatus de país en vías de desarrollo. China dijo en la COP29 que, desde 2016, ha contribuido con $24.500 millones de dólares en acción climática en países en desarrollo.
“Este proceso requiere un nivel de conciencia. A pesar de su tecnología avanzada, los países en desarrollo postergan sus metas climáticas y nos exigen a los países en vías de desarrollo con recursos limitados y crisis económicas alcanzar objetivos imposibles”, sostuvo en el plenario Diego Pacheco, delegado de Bolivia.
El Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, dijo que esperaba “un acuerdo más ambicioso” pero que lo logrado sirve “como una base para seguir construyendo”. La canciller de Alemania, Annalena Baerbock, reconoció que el monto acordado “no será suficiente para abordar todas las necesidades”.
La pelea por los fondos
La disputa por el financiamiento viene de lejos. Los países han pasado los últimos tres años preparándose para resolverla en la COP29 en Azerbaijan. Mientras tanto, los costos de los eventos climáticos extremos -como sequías e inundaciones- y el dinero necesario para abandonar los combustibles fósiles ha ido aumentando.
Los países en desarrollo necesitan cerca de un billón de dólares anuales de financiación hasta 2030 para cumplir sus objetivos climáticos, según un estudio de expertos respaldados por Naciones Unidas. De ello, $300.000 millones de dólares tiene que ser del sector público hasta 2030, y luego aumentar a $390.000 millones de dólares para 2035.
“El mundo se ha visto defraudado por este débil acuerdo de financiación de la lucha contra el cambio climático. En este momento crucial para el planeta, este fracaso amenaza con hacer retroceder los esfuerzos mundiales para hacer frente a la crisis climática,” sostuvo Manuel Pulgar Vidal, líder de clima de WWF.
Los primeros borradores de la COP29 no incluían un número para la nueva meta de financiamiento, mientras se especulaba que la Unión Europea se comprometería a un monto entre $200.000 y $300.000 millones. Finalmente, el primer número ofrecido fue de $250.000 millones, lo que llevó a grandes cuestionamientos.
Dos bloques de negociación, los países menos desarrollados (LDC, en inglés) y la alianza de pequeños estados insulares (AOSIS, en inglés), se fueron temporalmente de la mesa de negociación. Ello llevó a nuevas rondas y escenas de tensión en la madrugada del sábado en Bakú.
El nuevo texto subió el monto a $300.000 millones, lo que eventualmente llevó a su aprobación en el plenario de cierre, pero con un gran nivel de descontento. “Aceptamos el texto para no irnos sin nada, pero no estamos satisfechos con lo alcanzado”, dijo Juan Carlos Monterrey, representante de Panamá.
Combustibles fósiles y mercados de carbono
A la par de disputas por el financiamiento, los países no pudieron avanzar en impulsar textos con mensajes hacia la transición energética. En la COP28, el Consenso de Emiratos Árabes Unidos, en su texto de cierre, hizo un llamado a la transición de los combustibles fósiles – la primera vez que se los mencionaba en una COP-.
El objetivo era entonces avanzar en la implementación de ese llamado. Sin embargo, la decisión fue postergada por falta de acuerdo. Los textos de financiamiento y de mitigación tampoco incluyen referencias a los combustibles fósiles, con cuestionamientos a Arabia Saudita por bloquear esas menciones.
“No podemos buscar los objetivos del Acuerdo de París sin una transición de los combustibles fósiles a las energías renovables. La gran mayoría de los países y sus ciudadanos quieren acción concreta, y los gobiernos deben seguir empujando”, dijo Laurence Taubiana, una de las arquitectas del Acuerdo de París.
Donde sí se avanzó, con ciertas controversias, fue en la formalización de los mercados de carbono. En 2015, el Acuerdo de París estableció su creación pero ha estado en debate desde entonces. Mientras que algunos los defienden como forma de reducir emisiones, otros cuestionan que no tienen un efecto concreto.
En la COP29, los gobiernos adoptaron reglas que crean dos tipos de mercados para intercambiar reducción de emisiones. La primera, conocida como Artículo 6.2, regula el comercio bilateral entre países, y la segunda, el Artículo 6.4, crea un mecanismo para que los países puedan vender sus reducciones de emisiones.
“Ninguna de las normas aquí desarrolladas impedirá que los mercados de carbono repitan su historia de perjudicar a las comunidades y de fracasar a la hora de lograr una acción climática significativa”, sostuvo Kelly Stone, analista en Action Aid. “Los mercados no darán la acción climática que se necesita”.
La próxima conferencia de cambio climático de Naciones Unidas será en noviembre de 2025 en Brasil. Se espera que los países lleguen a ese momento con la presentación de sus nuevos planes climáticos, lo que eventualmente permita estar un paso más cerca de cumplir con la meta de 1,5°C incluida en el Acuerdo de París.
Este artículo es parte de COMUNIDAD PLANETA, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América Latina, del que Ojo al Clima forma parte.