Con las protestas estudiantiles en Europa, los jóvenes están teniendo un rol cada vez más activo en la lucha contra el cambio climático. Ahora, un nuevo estudio asegura que su influencia llegaría hasta el pensamiento de sus padres.
La investigación fue desarrollada por científicos sociales y ecólogos de la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos, y fue publicada recientemente en la revista Nature Climate Change.
Según la investigación, si sus hijos llevaban clases sobre cambio climático, los padres tienden a presentar mayor preocupación por el tema. Por el contrario, si sus hijos no llevaban ningún curso sobre el tema, sus padres exhibían menor preocupación.
Los resultados fueron aún más dramáticos en padres autoidentificados como “conservadores”. El nivel de preocupación en este grupo era bajo antes de las clases de sus hijos. Sin embargo, luego de ellas, su nivel de preocupación se duplicó en la escala diseñada por los investigadores.
El género también fue un factor importante en la influencia de los hijos. De acuerdo con el estudio, las mujeres tuvieron más influencia en la preocupación de sus padres que los hombres.
“(Esta diferencia es) quizás porque las niñas estaban más preocupadas que los niños después de la intervención, o son mejores comunicando información durante la adolescencia que los niños”, se lee en el estudio.
Este modelo de aprendizaje entre dos generaciones tiene doble beneficio, según aseguró la autora principal del estudio, Danielle Lawson, a la revista estadounidense Scientific American.
“[Prepara] a los niños para el futuro, ya que van a lidiar con el impacto del cambio climático. Y los capacita para para mantener conversaciones con las generaciones mayores y reunirnos para trabajar en el cambio climático”, aseguró Lawson.
El experimento
Para obtener estos resultados, los investigadores de la Universidad de Carolina del Norte diseñaron un experimento relativamente sencillo: darle seguimiento a estudiantes y sus padres durante dos años.
Ellos seleccionaron más de 300 jóvenes de entre 10 y 14 años que comenzaban a llevar sus cursos de cambio climático y otros 300 que no llevaron estos cursos en la escuela.
La preocupación tanto de los padres como de los hijos la midieron con una escala de 17 puntos, que iba desde “nada de preocupacion” (-8) hasta “mucha preocupación” (+8).
Con el paso de los años, todos los niños comenzaron a expresar más preocupación –incluso los del grupo que no llevaba clases– pero el aumento fue mucho mayor en los alumnos los que llevaron las clases de cambio climático.
Lo curioso, no obstante, fue que la preocupación se transmitía a los padres: si sus hijos llevaban clases de cambio climático, la preocupación de los padres aumentaba significativamente.
Según los autores, estos hallazgo sirven para planificar programas educativos que sirvan tanto para los alumnos como para los padres.
“Los ejemplos locales en el currículo académico pueden haber impulsado el aprendizaje entre los niños y los padres por igual”, asegura el estudio.