El cambio climático está incrementando el riesgo de inundaciones en las costas a causa de sus efectos en el aumento del nivel del mar y la intensidad de los huracanes. En este contexto, los manglares —esos bosques salados que yacen en la zona de transición entre agua dulce y marina— cumplen funciones de barrera natural y, gracias a ello, protegen a las comunidades circundantes.
De hecho, y a partir de análisis hidrodinámicos en tramos de 20 kilómetros combinados con modelos económicos, investigadores de la Universidad de Cantabria (España) y la Universidad de California (EE.UU.) hallaron que los manglares proporcionan beneficios de protección ante inundaciones que superan los $65.000 millones al año.
Es más, y según se señala en el estudio publicado en Scientific Reports, si estos ecosistemas costeros llegaran a perderse, en promedio, un 29% más de tierras, un 28% más de personas (alrededor de 15 millones) y un 9% más de propiedades se verían dañadas anualmente.
Los manglares están presentes en más de 100 países de todo el mundo. Muchos de ellos han desaparecido debido al cambio de uso del suelo.
Las ciudades que están más cerca de las zonas costeras reciben más de $250 millones anuales en beneficios de protección y estos aumentan a medida que incrementa el período de retorno, “haciéndose más valiosos durante los eventos más intensos (es decir, 1 de cada 100 años) que son raros pero que causan importantes daños debido a las inundaciones”.
“Estos resultados demuestran el valor de los manglares como defensas costeras naturales a escala mundial, nacional y local, que pueden servir de base a los incentivos para la conservación y la restauración, la adaptación al clima, la reducción del riesgo de desastres y los seguros”, se lee en el estudio.
Guardianes de la costa
Los manglares reducen las olas y las mareas provocadas por tormentas, convirtiéndose así en la primera línea de defensa contra las inundaciones y la erosión. Estos servicios son posibles gracias a una equilibrada dinámica en el ecosistema donde la fricción de fondo, el ancho de la costa que está cubierta por mangle, la densidad y la forma de los árboles son determinantes.
Por ejemplo, las raíces aéreas de un manglar retienen los sedimentos, estabilizando el suelo de las zonas intermareales y reduciendo la erosión. Las raíces, el tronco y el dosel o copa disipan las mareas derivadas de tormentas y las olas.
Los manglares pueden reducir hasta un 66% de la energía de las olas en los primeros 100 metros del ecosistema. “También pueden proporcionar defensas adaptables, ya que pueden —en condiciones adecuadas— seguir el ritmo de la subida del nivel del mar mediante la acreción vertical”, explicaron los investigadores en el estudio.
La protección que brindan los manglares contra las inundaciones se da tanto durante los ciclones como durante eventos no ciclónicos de olas altas y marejadas. Sin embargo, los eventos ciclónicos son cuando los daños son mayores y, por tanto, este ecosistema ofrece el mayor beneficio.
De hecho, los investigadores hicieron el cálculo y aproximadamente el 90% de los beneficios totales de los manglares son para la protección contra los ciclones tropicales, mientras que el 10% son para la protección contra las condiciones regulares (no ciclónicas).
Por ejemplo, los manglares reducen los daños anuales esperados por inundaciones de los ciclones tropicales en $60.000 millones y protegen a 14 millones de personas. Por otra parte, estos ecosistemas reducen las inundaciones globales durante condiciones regulares en $5.000 millones y un millón de personas cada año.
“Con el cambio climático es probable que aumente la intensidad y la frecuencia de los mayores eventos y, por lo tanto, el papel de los manglares será aún más relevante en los escenarios futuros”, señalaron los investigadores.
Los beneficios, incluso, se pueden ver a nivel local. Por ejemplo: en ciudades como Miami (EE.UU.) y Cancún (México), los manglares proporcionan más de $500 millones anuales al evitar daños a la propiedad.
Los investigadores también señalaron que el valor económico de los servicios prestados por los manglares, los cuales dependen de que se conserve el ecosistema, no suele incluirse en los presupuestos y cuentas nacionales, a diferencia de otros servicios como la producción de madera.
La inclusión de este servicio ecosistémico en las cuentas nacionales podría ayudar a frenar su desaparición, ya que su cobertura pasó de 139.777 kilómetros cuadrados en el año 2000 a 131.931 en 2014 a nivel mundial.
La mayor parte de estos bosques salados se han perdido a causa de la conversión de tierras para la acuicultura o agricultura así como para el desarrollo costero (no solo residencial o turístico, sino también mega proyectos como carreteras, puertos y aeropuertos).
“La pérdida de estos hábitats puede contribuir a aumentar el riesgo costero, en particular en las zonas desarrolladas con gran exposición de las poblaciones”, destacó el estudio.