Naciones Unidas expulsó a más de 200 activistas del clima y líderes indígenas del centro de conferencias donde se celebran las conversaciones de la COP25 en Madrid, tras protagonizar una protesta pacífica.

Los manifestantes, en su mayoría indígenas, pedían que no se financiaran proyectos climáticos que violenten sus derechos humanos, como sucedió en el pasado con represas en territorio Maya, en Guatemala, y Ngöbe, en Panamá.

Varias fuentes indicaron a AFP que se les retiraron los permisos de acceso a unos 200 manifestantes, después de que unos guardias de seguridad los echaran del edificio.

La protesta consistió en una cacerolada por parte de decenas de jóvenes, justo fuera del salón plenario donde se reúnen los delegados de los países participantes en la cumbre, que concluye el viernes.

Durante varios minutos, los manifestantes gritaron "climate justice now!" (justicia climática ya) y "Shame! Shame! Shame!" (vergüenza, vergüenza, vergüenza), hasta que el personal de seguridad intervino y los desalojó.

En el incidente hubo forcejeos entre los jóvenes y los guardias de seguridad. Finalmente los activistas fueron expulsados del edificio, en el IFEMA de Madrid (un amplio centro de convenciones), y retenidos por personal de la ONU.

Los periodistas no pudieron acceder a los activistas, y de momento la ONU no dio más explicaciones.

Uno de los principales puntos de conflicto en estas negociaciones climáticas son los mercados de carbono, los cuales tocan el tema del financiamiento de proyectos verdes. En el pasado, ese financiamiento ha violentado derechos humanos de poblaciones indígenas.

Un anterior mecanismo de créditos de carbono llamado el “Mecanismo de Desarrollo Limpio” hizo justo eso. Por ejemplo, la represa Santa Rita, en Guatemala, se construyó bajo este mecanismo en territorio Maya pero sin consentimiento de los indígenas. Esto resultó en el asesinato de seis personas Mayas.

La seguridad negó la entrada de cientos de manifestantes a la COP25.(Créditos: Simon Chambers / Act Climate)

"Deberían estar adentro"

Varios activistas se manifestaron en contra de la decisión de la expulsión masiva de manifestantes y expresaron su solidaridad con las personas afectadas.

Según la directora internacional de Greenpeace, Jennifer Morgan, los jóvenes "trajeron sus frustraciones, su enojo y su miedo de los impactos climáticos"  a las negociaciones y, en lugar de escucharlos, Naciones Unidas decidió expulsarlos.

"Ellos, los lideres indígenas, estaban luchando por sus hogares. Se estaban oponiendo a los tecnicismos. Deberían dejarlos volver a entrar. Todo mundo en la sociedad civil debería poder entrar. Estamos en una emergencia climática", dijo Morgan a través de Twitter.

"Los contaminadores deberían estar afuera y las personas adentro", añadió, en referencia a los lobbys petroleros que han realizado múltiples eventos en las negociaciones.

Por su parte, la activista estadounidense de 17 años, Xiye Bastida, manifestó su preocupación.

"Mientras el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres habla en un foro de alto nivel, activistas indígenas son expulsados de la conferencia. Tenemos que escucharnos los unos a los otros, no separarnos", dijo la joven activista.

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