En el 2010, los países trazaron un plan de 20 metas para frenar la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas cuyo cumplimiento tenía por plazo este 2020. Incluso, Naciones Unidas declaró a los años comprendidos entre 2011 y 2020 como el Decenio de la Diversidad Biológica.

Este año, a través de sus informes nacionales, los países rindieron cuentas sobre esos 20 compromisos más conocidos como las Metas de Aichi.

El resultado es que, en 10 años, ninguna de las 20 Metas de Aichi se logró. Esto según el quinto informe Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica (GBO-5), publicado por el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB).

Según el informe, seis de las metas muestran logros parciales dentro del plazo del 2020. Por ejemplo, y en el marco de la meta 9, se ha registrado un número creciente de casos exitosos de erradicación de especies exóticas invasoras en las islas. También se ha avanzado en el abordaje de las especies y vías de introducción prioritarias para evitar futuras introducciones de especies invasoras.

Otro logro parcial se dio en la meta 11, ya que la superficie de áreas protegidas pasó de un 10% a por lo menos un 15% en las zonas terrestres y de un 3% a por lo menos un 7% en las zonas marinas. La protección de las áreas clave para la biodiversidad también pasó de 29% a 44% en el mismo período.

Relativo a la meta 16, el Protocolo de Nagoya -instrumento que regula el acceso a los recursos genéticos y participación justa de los beneficios- entró en vigor y se encuentra plenamente en funcionamiento en, al menos, 87 países.

Unos 170 países actualizaron sus planes nacionales para que estuviera acorde con el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020, lo cual evidencia un avance en la meta 17.

También se ha registrado un aumento sustancial de los datos y la información sobre la diversidad biológica que los ciudadanos, investigadores y encargados de formular políticas tienen a su disposición, lo cual viene a ayudar en el cumplimiento de la meta 19.

En cuanto a la meta 20, se han duplicado los recursos financieros disponibles para la diversidad biológica a través de la cooperación internacional.

El informe considera como logradas parcialmente aquellas metas en las que se ha cumplido al menos un elemento. Por ejemplo: si bien se cumplió parcialmente la meta 11 en cuanto al área terrestre y marina bajo esquemas de protección, no se avanzó en lo relativo a la calidad de las áreas protegidas.

Otro ejemplo: en relación a la meta 19, el conocimiento sobre la biodiversidad ha mejorado, pero no se ha compartido ni aplicado ampliamente. En el caso la Meta 20, si bien la asistencia oficial para los países en desarrollo se duplicó, los recursos no aumentaron en todas las fuentes.

Otro avance que se ha dado, aunque lejos del cumplimiento de las metas, es que la tasa de deforestación disminuyó en todo el mundo alrededor de un tercio en comparación con el decenio anterior.

Asimismo, en aquellos casos en que se han introducido políticas adecuadas de ordenación pesquera -como evaluaciones de poblaciones, límites de capturas y observancia- se ha mantenido la abundancia de las poblaciones de peces marinos o se ha repoblado.

También, algunas iniciativas de conservación han reducido el número de extinciones mediante un amplio abanico de medidas como establecimiento de áreas protegidas, restricciones de la caza y control de especies exóticas invasoras, así como recurriendo a medidas de conservación ex situ y reintroducción.

“Sin esas medidas, es probable que las extinciones de aves y mamíferos hubieran alcanzado un nivel entre dos y cuatro veces mayor”, se lee en el informe.

(Créditos: Joel Sartore / NationalGeographic / PhotoArk)

Desarrollo sostenible

El informe resalta que las medidas que se implementan para frenar la pérdida de la biodiversidad son esenciales también para abordar el cambio climático, la seguridad alimentaria y la salud.

Por ejemplo, alrededor de un tercio de las reducciones netas de las emisiones de gases de efecto invernadero requeridas para cumplir con el Acuerdo de París provendrían de soluciones basadas en naturaleza.

Los ecosistemas también están relacionados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente el ODS 14 relativo a vida marina y el ODS 15 sobre vida de ecosistemas terrestres. Ahora bien, la biodiversidad -gracias a los servicios que brinda al ser humano- es la base para alcanzar la seguridad alimentaria con una consecuente mejora de la nutrición (ODS2) y el suministro de agua limpia (ODS 6).

Asimismo, los ODS abordan algunos de los impulsores de la pérdida de biodiversidad como el cambio climático (ODS 13), la contaminación (ODS 6, 12 y 14) y la sobreexplotación (ODS 6, 12, 14 y 15). Otros ODS abordan la producción y el consumo no sostenibles, el uso eficiente de los recursos naturales y la reducción del desperdicio de alimentos (ODS 12).

“Por ende, la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica pueden considerarse fundamentales para la Agenda 2030 en su conjunto”, se lee en el informe.

En este sentido, las medidas deben configurarse en varios frentes y ninguna es suficiente por sí sola. Según los autores del informe, se deben intensificar los esfuerzos para conservar y restaurar la diversidad biológica; abordar el cambio climático de formas que limiten el aumento de la temperatura mundial sin imponer presiones adicionales involuntarias en dicha diversidad; y transformar la forma en que se producen, consumen y comercial los bienes y servicios, particularmente los alimentos.

Foto: Joel Sartore / NationalGeographic / PhotoArk(Créditos: Joel Sartore / NationalGeographic / PhotoArk)

Transiciones

El informe desglosa ocho transiciones a las cuales se debe dar impulso para lograr frenar la pérdida de la biodiversidad y la degradación de los ecosistemas:

  • Tierras y bosques: conservar ecosistemas intactos, restaurar ecosistemas, combatir y revertir la degradación, y usar la planificación espacial a nivel de paisaje para evitar, reducir y mitigar el cambio de uso de la tierra.
  • Agricultura sostenible: rediseñar los sistemas agrícolas mediante enfoques agroecológicos y otras innovaciones para mejorar la productividad y minimizar los impactos negativos sobre la biodiversidad.
  • Sistemas alimentarios sostenibles: facilitar dietas sostenibles y saludables con un mayor énfasis en la diversidad de alimentos, en su mayoría de origen vegetal, y un consumo más moderado de carne y pescado, así como disminuir drásticamente el desperdicio en las fases de suministro y consumo de alimentos.
  • Pesquerías y océanos sostenibles: proteger y restaurar los ecosistemas marinos y costeros, recuperar las pesquerías, la gestión de la acuicultura y otros usos de los océanos para garantizar la sostenibilidad y mejorar la seguridad alimentaria y los medios de vida.
  • Ciudades e infraestructura: desplegar “infraestructura verde” y hacer espacio para la naturaleza dentro de los paisajes urbanos para mejorar la salud y la calidad de vida de los ciudadanos, y reducir la huella ambiental de las ciudades y la infraestructura.
  • Agua dulce sostenible: promover un enfoque integrado que garantice los caudales de agua requeridos por la naturaleza y las personas, mejore la calidad del agua, proteja los hábitats críticos, controle las especies invasoras y salvaguarde la conectividad para permitir la recuperación de los sistemas de agua dulce desde las montañas hasta las costas.
  • Acción climática: impulsar las soluciones basadas en la naturaleza, junto con una rápida eliminación del uso de combustibles fósiles, para reducir la escala y los impactos del cambio climático, al tiempo que se proporcionen beneficios para la biodiversidad y otros ODS.
  • Salud: promover un enfoque que incluya la biodiversidad, gestionar los ecosistemas, incluidos los agrícolas y urbanos, así como el uso de la vida silvestre, a través de un enfoque integrado que promueva la salud de las personas y los ecosistemas.

“Debemos acelerar y aumentar la colaboración para obtener resultados positivos para la naturaleza: conservar, restaurar y usar la biodiversidad de manera justa y sostenible. Si no lo hacemos, la biodiversidad seguirá cediendo bajo el peso del cambio del uso de la tierra y el mar, la sobreexplotación, la crisis climática, la contaminación y las especies exóticas invasoras.

Esto dañará aún más la salud humana, las economías y las sociedades, con efectos especialmente perjudiciales para los pueblos indígenas y las comunidades locales. Sabemos lo que hay que hacer, lo que funciona y cómo podemos lograr buenos resultados. Si construimos sobre lo que ya se ha logrado y colocamos la biodiversidad en el centro de todas nuestras políticas y decisiones, incluso en los paquetes de recuperación de COVID-19, podemos garantizar un futuro mejor para nuestras sociedades y el planeta”, dijo Inger Andersen, directora de ONU Medioambiental.

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