Históricamente, los ingenieros han revisado eventos extremos del pasado para construir infraestructura pública. Ahora, el cambio climático los está obligando a edificar imaginando los impactos del futuro.
El Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA), desde finales del año pasado, tiene a disposición un protocolo que permitirá a las licitaciones de obra pública tomar en cuenta el cambio climático.
Así lo indicó Freddy Bolaños, director de Ejercicio Profesional del CFIA, durante su participación en la PreCOP25, llevada a cabo del 9 al 11 de octubre en el Centro Nacional de Convenciones.
Según advirtió el ingeniero, al variar las condiciones del clima, la infraestructura —tanto pública como privada— es cada vez más vulnerable.
“No incluir el análisis de riesgo de cambio climático en la intervención de la infraestructura, no es otra cosa más que reconstruir la vulnerabilidad”, agregó Bolaños.
En esto coincidió Nazareth Rojas, ingeniera del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), quien aseguró que la obra pública que no tome en cuenta al cambio climático será propensa a pérdidas económicas.
“Supongamos que llegamos hasta el año 2010 con los datos históricos, pero el diseño de la infraestructura es para que dure 75 años, con buen mantenimiento. El clima en 50 años no va a ser el mismo de hoy, porque ya vemos estas tendencias de variabilidad que van cambiando”, explicó Rojas.
En países como Alemania, Canadá y Estados Unidos, se han empezado a implementar distintas metodologías que analizan los datos históricos y, con base en investigaciones científicas, la tendencia de cómo va a variar el clima durante el periodo de vida útil de la infraestructura.
Según Rojas, estas metodologías aportan a que los diseños sean más resilientes y estén “blindados climáticamente”, porque esta infraestructura va a ser capaz de soportar los eventos extremos que probablemente se van a presentar.
“Se habla de variabilidad climática porque son periodos más cortos (pueden ir de cinco años, hasta 30), más estudiados y de los que hay más datos. Cuando estudiamos el cambio climático son periodos más largos y se puede analizar cómo la variabilidad ha cambiado su tendencia, a lo largo de un lapso más amplio de tiempo”, mencionó Rojas.
La tendencia, sin embargo, es a eventos cada vez más frecuentes e intensos. Un informe de la Contraloría General de la República advirtió que, para el 2025, los costos por eventos hidrometeorológicos extremos llegarían a un 1% del PIB en un escenario conservador.
El protocolo
El CFIA utiliza como guía el Protocolo PIEVC (Comité de Ingeniería en Vulnerabilidad de Obra Pública, en inglés). Este ayuda a que las construcciones contemplen eventos cada vez más extremos azotando la infraestructura.
El protocolo incluye un análisis de vulnerabilidad y la evaluación del riesgo entre sus etapas y permite determinar acciones de adaptación de infraestructura construida.
De acuerdo con el PIEVC, las construcciones son vulnerables cuando son incapaces a aceptar el impacto climático y las variaciones que estén presentes a lo largo del tiempo.
Según Bolaños, esta metodología analiza qué tan rápido se da el evento climático, qué tan sensible es la infraestructura y cuál es la capacidad que tiene la infraestructura propiamente diseñada.
En busca de estar mejor preparados ante posibles eventos climáticos extremos no experimentados anteriormente, el protocolo propone recopilar información ambiental y planificar a futuro.
Para evitar pérdidas y otras consecuencias negativas de estructura, los proyectos desarrollan mecanismos de mitigación y emplean la sostenibilidad en la construcción. Además, de esta manera también reducen el impacto ambiental.
“Es un esquema de mitigación porque no se generan los efectos de gases de invernadero que promueven el cambio climático”, agregó Bolaños.