Mientras el Tribunal Supremo de Elecciones de Brasil anunciaba la victoria de Jair Bolsonaro con un 55% de los votos en la segunda ronda de este 28 de octubre, un grupo de madereros celebraba en el estado amazónico de Rondonia.

“Él nos apoya”, dijeron los jóvenes al medio inglés The Guardian.

Este grupo de comerciantes vive de la corta de madera, una actividad ilegal en la zona protegida del Amazonas y, celebraron la victoria de Bolsonaro junto a más de 70% de la población del estado de Rondonia, según las últimas encuestas.

Ahora, la presidencia de Bolsonaro se perfila como una de las principales amenazas para el bosque tropical más grande del mundo, algo que además volvería los objetivos del Acuerdo de París más difíciles de lograr.  

El nuevo presidente de Brasil ciertamente ha hecho declaraciones hostiles contra este territorio protegido. Primero aseguró fundir los ministerios de Ambiente y Agricultura y acabar con el “ambientalismo radical”. Luego, aseguró expandir proyectos hidroeléctricos en el Amazonas, entre otras polémicas declaraciones.

De acuerdo con un nuevo reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, en inglés), frenar la deforestación sería clave para contener el calentamiento global. Esto por la capacidad de los bosques de absorber carbono de la atmósfera.

Ahí es donde el Amazonas juega un rol clave. Un estudio de la Universidad de Leeds encontró que desde 1980, el Amazonas absorbió más de 430 millones de toneladas de carbono, lo cual es 4 veces más que las emisiones de Inglaterra.

Algunos científicos no han ocultado su preocupación ante un posible aumento en la deforestación el amazonas. “Bolsonaro es la peor cosa que le puede pasar al medio ambiente” aseguró Paulo Artaxo, de la Universidad de Sao Paulo a la revista Science.

Bolsonaro incluso sugirió salir del Acuerdo de París, ante las presiones por bajar la deforestación. No obstante, el presidente electo cambió de opinión y aseguró permanecer en el acuerdo con la condición de que “se respete la soberanía nacional”.

Además de ser uno de los sumideros de carbono más grandes del planeta, la Amazonía es hogar para 30% de la biodiversidad del mundo, según Mongabay. Un solo arbusto en este bosque tropical puede contener más especies de hormigas que todas las islas británicas.

Disputa amazónica

El control por los recursos del Amazonas ha sido una pugna histórica en Brasil. En los años 70, el territorio amazónico cobró valor para la ganadería con la construcción de la Carretera Trans-Amazónica.

La deforestación del bosque se disparó a un ritmo acelerado hasta que, en el 2002, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva puso en marcha mayores controles en el bosque.

La Amazonía de Brasil ha sufrido de deforestación constante por más de 30 años.(Créditos: AFP)

Entre el 2002 y el 2012, el ritmo de deforestación bajó más de un tercio: de 20 mil km2 al año a 6 mil km2, según el Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil. A pesar de bajar el ritmo, Brasil igual perdió un área de bosque del tamaño de Grecia en seis años.

Sin embargo, luego de la destitución de Dilma Rousseff de la presidencia en 2013, la deforestación se disparó nuevamente en el Amazonas. Datos satelitales muestran que, solo en el 2017, Brasil perdió un área de bosque mayor al tamaño de Costa Rica.

Bolsonaro ha asegurado seguir esa tendencia, la cual también promovió desde su paso por el Congreso. “Preservaremos el medio ambiente, pero no perturbaremos la vida de los productores en Brasil” dijo el presidente electo en un Facebook Live previo a las elecciones.

Conflicto indígena

El control por el Amazonas ha provocado conflicto con los territorios indígenas de la región a lo largo de la historia de Brasil. Este es uno de los ámbitos más polémicos del nuevo presidente de ese país.

Bolsonaro ha asegurado que no daría “ni un centímetro más para tierras indígenas”, ya que, según él, “el indio no quiere ser latifundista, sino que quiere trabajo”.

Muchos líderes indígenas de la región amazónica han externado su preocupación sobre los comentarios del nuevo presidente.

“No consigo dormir pensando en qué va a ser de los pueblos indígenas si esas propuestas fueran implementadas” aseguró el líder indígena del estado de Mato Grosso, Crisanto Rudzo, al diario brasileño Folha de Sao Paulo.

La pequeña tribu Waiapi del estado de Amapa forma parte de las más de 900 mil personas indígenas que habitan este territorio.(Créditos: AFP)

La Fundación Nacional del Indio (Funai), entidad gubernamental encargada de defender los territorios indígenas en ese país ha sufrido muchos cortes presupuestarios en los últimos años, por iniciativas del Congreso.

Esto ha dejado muchos de estos territorios en manos de las actividades extractivas ilegales, que actúan con violencia contra los indígenas que oponen resistencia. En el 2017, Brasil fue el país con más asesinatos a ambientalistas en el mundo, según Global Witness.

Ahora, según los madereros, Bolsonaro traerá “más industria” en el Amazonas, en un esfuerzo por sacar de la pobreza a estados como Rondonia, Amazonas o Pará. “Queremos generar riqueza para nuestro país”, aseguraron a The Guardian.

Brasil cuenta con más de 900 mil personas indígenas, de las cuales la mayoría vive en el corazón del Amazonas.

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