La Niña es la fase fría del fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENOS). Para el Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos, la Niña estaría de regreso con sus lluvias y fuertes vientos en este trimestre comprendido entre octubre y diciembre de 2025. Es más, el Centro de Predicción Climática le dio una probabilidad de aparición del 71%.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) se mantiene cauta. En su último boletín El Niño/La Niña Hoy menciona una probabilidad de 55% de pasar de una etapa neutra a condiciones compatibles con La Niña. Sin embargo, a pesar del efecto transitorio de enfriamiento, se espera que las temperaturas sigan siendo superiores a la media en gran parte del mundo.
En el caso del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), el Sistema de Alerta Temprana del ENOS –conocido como SAT-ENOS– se mantiene en estado de “vigilancia”.
“El océano ya tiene los valores de temperatura superficial del mar que se requieren para que dé inicio La Niña. Lo que pasa es que hay otros indicadores que no se cumplen todavía y justamente por eso nosotros seguimos en vigilancia. La atmósfera todavía no ha respondido a ese cambio en el océano. Si bien el Pacífico Ecuatorial está más frío, tanto superficialmente como en las profundidades, lo cierto es que la atmósfera no responde todavía y eso hace que se tenga una alta incertidumbre”, explicó Karina Hernández, meteoróloga de la Unidad de Climatología del IMN y coordinadora del pronóstico estacional.
A nivel de océano, se toman en cuenta dos parámetros: temperatura superficial del mar y la temperatura subsuperficial del mar (a profundidad). El otro criterio es la respuesta de la atmósfera, así como los pronósticos a futuro. Vale decir que los valores deben permanecer en el tiempo.
“La declaratoria de Niña o Niño requiere tres trimestres móviles, es decir, cinco meses en que se sostenga esa condición”, señaló Hernández.
¿Y las lluvias de las últimas semanas? Si bien aún no se declara la Niña, las temperaturas superficiales y profundas del mar han estado frías. La atmósfera reacciona a eso con condiciones más lluviosas de lo normal.
“Aunque la atmósfera no responda completamente para declarar una Niña, pues sí tenemos efectos. De hecho, se espera un atraso en la salida de la época lluviosa. Eso estaría muy asociado a ese enfriamiento que, sin ser una Niña per se, tiene efectos a nivel nacional”, comentó Hernández.
El Sistema de Alerta Temprana del ENOS consta de tres etapas: vigilancia, advertencia y Niña / Niño.
“Cuando estamos en vigilancia es cuando tenemos que hacer un análisis interno para prepararnos. Cuando se pasa a advertencia es porque la certeza es muy alta y ya tenemos que aplicar todas esas medidas que se pensaron en la vigilancia”, explicó la meteoróloga.
“El Niño y la Niña es algo que siempre ha estado con nosotros. Siempre vamos a tener Niño, Niña o fase neutra. Eso no nos lo quitamos, haya o no haya cambio climático. La gente ya sabe lo que podría pasar con su actividad productiva, por eso es tan importante ese autoexamen durante la etapa de vigilancia, para que no nos agarre desprevenidos”, continuó.
Alta dependencia
Por acuerdos internacionales, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos es el ente oficial que declara Niño o Niña. En el caso del IMN, aparte de los modelos de NOAA, se toman en cuenta la información proveniente de los modelos de la OMM, Australia y los países asiáticos.
No obstante, lo cierto es que NOAA es un proveedor de productos meteorológicos para la región latinoamericana. Y los recortes presupuestarios por los que está pasando Estados Unidos ya se están empezando a sentir.
“Hay productos que solíamos utilizar operativamente que ya no están disponibles, porque esa línea de trabajo se cerró. Se están cerrando principalmente líneas que generaban productos para afuera de Estados Unidos; entonces eso nos ha dejado sin algunos productos. Hay algunos que se han sostenido justamente por convenios internacionales o porque la misma NOAA ha logrado mantenerlos. Pero, ya hemos tenido que empezar a pensar en un plan B y C”, comentó Hernández.
Esta situación evidencia la alta dependencia que tiene América Latina a los servicios y productos de la NOAA. La gravedad yace en que, sin datos, la toma de decisiones se hace difícil, más en una región tan vulnerable como Centroamérica.
“Nosotros no tenemos cómo monitorear la temperatura superficial del mar, algo que parece tan básico en Centroamérica”, dijo Hernández. “Ecuador, por ejemplo, hace su propio monitoreo, pero utiliza equipo de la NOAA con información satelital de la NOAA”, continuó.
“Siempre había estado disponible, gracias a los convenios que se firmaron hace muchísimos años. Pero, ya nos enteramos de que si la cabeza cambia y cambia su pensamiento, pues nuestras facilidades también”, manifestó la meteoróloga.





