Los sedimentos marinos almacenan alrededor de 3.117 petagramos de carbono (Pg C) en un metro de profundidad, lo cual es más del doble de lo fijado por los suelos terrestres. Para referencia: un un petagramo equivale a una gigatonelada, es decir, a 1.000 millones de toneladas.

Es más, este nuevo cálculo es entre 1,8 a seis veces mayor, respectivamente, que las estimaciones realizadas anteriormente en 2019 y 1988.

A esta conclusión llegó un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Utah, la Universidad de California y National Geographic Society, cuyos resultados fueron publicados en la revista Frontiers in Marine Science.

“Esta estimación convierte al océano en la mayor reserva de carbono en sedimentos/suelos en el mundo, con 2,3 veces más almacenamiento que el metro superior de los suelos terrestres”, se lee en el estudio.

De hecho, los sedimentos ubicados en las zonas de abismo/cuenca representan el 75% de la reserva mundial de carbono. De estos, el 52% se encuentra dentro de las 200 millas que componen la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de los países.

Si no se perturba, el carbono almacenado en los sedimentos marinos puede permanecer allí durante miles o millones de años, por lo que los océanos son clave en la mitigación del cambio climático.

Mapeo de sedimentos

Para llegar a esta conclusión, los investigadores utilizaron datos de 11.578 núcleos de sedimento proveniente del suelo marino para modelar y mapear la distribución de las reservas de carbono a un metro de profundidad y con una resolución de un kilómetro cuadrado.

Una de las cosas que notaron es que las reservas de carbono varían según sea la profundidad a la que se encuentra el suelo marino y también entre regiones.

Por ejemplo, se halló el cuádruple de carbono en los sedimentos ubicados en profundidades mayores a los 1.000 metros en comparación a aquellos hallados en aguas someras.

“Los sedimentos de las profundidades (mayores a 1.000 metros) generalmente tenían bajas existencias de carbono por unidad de superficie debido a las bajas concentraciones de carbono (<1%) en el sedimento. Sin embargo, debido a su extensa cobertura geográfica, los sedimentos de las profundidades representaban el 5% del total de las existencias de carbono en sedimentos marinos”, destacaron los científicos en el estudio.

Los investigadores también calcularon que la reserva de carbono presente en los sedimentos de la costa se debió a un proceso de acumulación que llevó de 100 a 1.000 años, mientras que aquellos acumulados en las profundidades tardaron entre 100 y 1.000 millones de años.

Otro hallazgo fue que la cantidad de carbono almacenado en las ZEE (1.606 Pg C) y en alta mar (1.512 Pg C) era bastante similar.

Ahora bien, los puntos calientes de sedimentos, es decir, las grandes existencias de carbono por unidad de superficie se dieron generalmente a lo largo de las plataformas continentales. “Estos resultados sugieren que el gran suministro de sedimentos ricos en materia orgánica procedentes de la escorrentía terrestre y de la descarga de los ríos y la producción de grandes afloramientos de fitoplancton son importantes impulsores del suministro de carbono a los sedimentos marinos de la plataforma continental”, se lee en el estudio.

“En los dos últimos siglos, el cambio de uso de la tierra impulsado por el hombre, la modificación de los ríos y el cambio climático han tenido importantes repercusiones en los flujos espaciales y temporales de carbono desde la tierra, los ríos y los entornos pelágicos hasta los sedimentos marinos. En consecuencia, es probable que las actividades humanas desempeñen un papel importante en la distribución espacial de los futuros puntos calientes”, continuó el estudio.

Amenazas

Actualmente, solo el 2% de las reservas de carbono en sedimento marino se encuentran en zonas altamente protegidas, las cuales impiden la perturbación del fondo marino.

La pesca de arrastre, la minería de profundidad, la exploración y extracción de petróleo y gas fueron mencionados por los investigadores como amenazas a las reservas de carbono que yacen en los sedimentos marinos.

“Nuestros resultados muestran que los sedimentos marinos representan un gran y globalmente importante sumidero de carbono. Sin embargo, la falta de protección de estas reservas las hace muy vulnerables a las perturbaciones humanas que pueden llevar a su remineralización, agravando aún más los impactos del cambio climático”, señalaron los autores.

La remineralización ocurre cuando los sedimentos marinos se vuelven a mezclar y suspender en el agua debido a una perturbación, exponiéndolos al oxígeno y al metabolismo de organismos heterótrofos (aquellos incapaces de elaborar su propia materia orgánica), lo cual termina convirtiendo el carbono en dióxido de carbono.

“Estas actividades que perturban físicamente los sedimentos costeros ricos en materia orgánica pueden aumentar la exposición al oxígeno y mezclar las reservas de carbono frescas con las degradadas, lo que prepara la actividad microbiana y la descomposición del carbono”, se lee en el estudio.

“La disponibilidad de carbono orgánico y la liberación de dióxido de carbono metabólico en el agua a partir de su degradación son los principales impulsores de la disolución del carbonato de calcio en los sedimentos marinos. Como el carbonato de calcio es un amortiguador importante, las alteraciones en la conservación del carbonato de calcio en los sedimentos marinos podrían dar lugar a respuestas complejas y difíciles de predecir sobre la acidificación del océano, así como a efectos sobre los calcificadores bentónicos”, señalaron los autores.

Por ello, y como parte de las medidas de mitigación, los investigadores instan a incluir las reservas de carbono provenientes de los sedimentos en los planes de ordenamiento espacial marino de los países.

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