La noche más calurosa registrada (en el mundo, en África, en Europa). 22 días consecutivos con temperaturas globales nunca antes vistas. Calores récords en al menos 15 países, incluyendo China, en la italiana Roma, en el hemisferio Norte, en el océano, en el planeta. Lluvias sin precedentes e inundaciones mortales en Corea del Sur, Japón, China, India, Pakistán, Estados Unidos, Guatemala, Somalia, Indonesia, Brasil e Irlanda. Récord de hielos marinos bajos en la Antártida para esta época del año, un acontecimiento que se produce cada 13.000 millones de años sin cambio climático.

A todas estas marcas históricas llegamos en un solo mes: julio de 2023. Y a muchas otras también. Con temperaturas medias globales que han aumentado 1,2°C desde 1850, los efectos de la crisis climática se sienten en todos los rincones del globo, en los cuerpos de todos los que habitamos este planeta. Y pareceríamos dispuestos a ir por más, porque, según Naciones Unidas, con las políticas actuales de los gobiernos, vamos en camino a un calentamiento de 2,8ºC por encima de los niveles preindustriales.

Cambiar de rumbo requiere de objetivos y planes más ambiciosos, de acciones concretas y a partir de hoy. Para ralentizar la inercia, dice el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) —el órgano científico de Naciones Unidas sobre este tema—, las emisiones globales de efecto invernadero (causantes del cambio climático) deben alcanzar su punto máximo antes de 2025 y reducirse un 43% para 2030. Cada milésima de grado de calentamiento cuenta.

Es con esta urgencia —una que se siente hoy más que nunca con las olas de calor, las inundaciones y las sequías— llegarán los países a negociar cuando, a fin de año, se reúnan en la COP28, que tendrá lugar en Dubái, Emiratos Árabes Unidos (EAU). ¿Responderán a estas alarmas planetarias con acciones?    

Una visión, cuatro ejes

La presidencia de esta edición de la cumbre anual sobre cambio climático de Naciones Unidas ya propuso su visión en ese camino. “Esta respuesta se basa en cuatro pilares: acelerar la transición; arreglar la financiación climática; centrarse en las personas, las vidas y los medios de subsistencia; y apuntalar todo con la inclusión plena”, anunció el sultán Ahmed Al-Jaber, el presidente designado de la COP28 y —paradójicamente para esta posición— también director general del gigante petrolero Adnoc, en la Conferencia Ministerial sobre Acción por el Clima realizada en Bruselas, Bélgica, este mes de julio.

Acelerar la transición energética y reducir drásticamente las emisiones antes de 2030 es el primer punto del plan, triplicando la capacidad de las renovables hasta 11.000 gigavatios, y duplicando tanto la eficiencia energética como la producción de hidrógeno hasta 180 millones de toneladas anuales para 2030, entre otras acciones.

“La reducción progresiva de los combustibles fósiles es inevitable. De hecho, es esencial. Y también debe ser responsable”, enfatizó Al-Jaber, quien abogó por una “transformación integral” de la financiación de la lucha contra el cambio climático en lugar de “reformas parciales”, con especial atención al apoyo al “desarrollo positivo para el clima” en todo el Sur Global, para garantizar que las naciones en desarrollo puedan tener acceso a una financiación climática asequible y disponible para impulsar una transición justa.

Y aquí el segundo elemento del plan: transformar la financiación climática, cumpliendo viejas promesas y estableciendo el marco para un nuevo acuerdo sobre financiación. Según anunció, la presidencia de la COP28 está trabajando con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Glasgow Financial Alliance for Net Zero (GFANZ) en esta línea, y lanzó una serie de diálogos integrados entre la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, en inglés), en los que se podrían acordar acciones específicas para acelerar la transición energética.

Tercer punto: situar la naturaleza, las personas, las vidas y los medios de subsistencia en el centro de la acción climática. El núcleo de este enfoque, en palabras de Al-Jaber, será la adopción de “un marco integral y sólido” para el Objetivo Global de Adaptación. “Esta pieza central de nuestra agenda dará prioridad a la preservación de los ecosistemas naturales, protegerá a las comunidades más vulnerables e invertirá en soluciones prácticas para salvar y mejorar vidas.”

El presidente designado de la COP28 llamó a los donantes a duplicar la financiación de la adaptación para 2025 y a cumplir sus compromisos previos, cerrando este año la promesa de $100.000 millones. “También es absolutamente imperativo que pongamos plenamente en marcha el fondo y los mecanismos de financiación para pérdidas y daños [adoptado el año pasado, en la COP27 de Sharm-El-Sheik, Egipto] en la COP28, y que lo activemos poco después, para satisfacer las necesidades de los más vulnerables y afectados por el cambio climático. Y pido y acojo con satisfacción las promesas tempranas para demostrar nuestra voluntad política”, dijo.

Asimismo, hizo un llamado a los gobiernos para que integren los planes nacionales de transformación del sistema alimentario tanto en sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) como en sus planes nacionales de adaptación, y para que participen en la primera reunión ministerial sobre clima y salud de la COP28, en lo que será el primer día dedicado a la salud en una COP.

Movilizarnos para lograr la COP más inclusiva de la historia” es el cuarto y último punto. “La plena inclusión será el sello distintivo de la presidencia de la COP28”, apuntó Al-Jaber. “Estamos comprometidos a trabajar en colaboración con los pueblos indígenas, las comunidades locales, las organizaciones religiosas y los jóvenes para garantizar que sus voces se escuchen en todos nuestros programas y estén alineados con los resultados.”

Ecos del plan

“Esta visión demuestra que EAU reconoce la tarea fundamental a la que se enfrentan los líderes mundiales de utilizar la COP28 para marcar un nuevo rumbo”, analizó Alex Scott, director del Programa de Diplomacia y Geopolítica del Clima del think tank E3G, haciéndose eco de un recibimiento, en general, positivo, por parte de quienes están atentos a las negociaciones climáticas en la sociedad civil. 

“Con la primera evaluación global de los avances en la consecución de nuestros objetivos climáticos mundiales, es crucial que los líderes salgan de la COP28 dispuestos a corregir el rumbo de todas sus políticas en materia de energía, financiación y tratamiento de los efectos del cambio climático mediante la adaptación y la respuesta a las pérdidas y los daños”, agregó.

Aunque, también advirtió, hay lagunas, entre ellas: “Al-Jaber pidió compromisos tempranos para colmar las lagunas en la financiación de pérdidas y daños. No quedan muchos meses para llenarlas. EAU tendrá que conseguir más apoyo de los ministros para que la corrección del rumbo de la COP28 supere la línea”. 

Petter Lydén, responsable de Política Climática Internacional de Germanwatch, es de una opinión similar. “En su plan de acción, EAU marca muchas casillas de respuestas adecuadas a la crisis climática. Pero, si miramos más cerca, observamos caballos de Troya como ‘hidrógeno bajo en carbono’ y ‘energía limpia’: ambos son términos que disfrazan un uso continuado de combustibles fósiles, en lugar de eliminarlos rápidamente y cambiar a energías renovables”, señaló.

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