Apoyada por 24 países, este viernes se lanzó la Declaración de Belém sobre la transición justa para abandonar los combustibles fósiles en la COP30, que tiene lugar en Belém do Para (Brasil).
Fue concebida como una contribución directa al llamado del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, en la Cumbre de Líderes, para desarrollar una hoja de ruta que establezca el nivel de ambición que debe guiar cualquier plan de transición justa.
La declaración fue firmada por Australia, Austria, Bélgica, Camboya, Chile, Colombia, Costa Rica, Dinamarca, Fiyi, Finlandia, Irlanda, Jamaica, Kenia, Luxemburgo, Islas Marshall, México, Micronesia, Nepal, Países Bajos, Panamá, España, Eslovenia, Vanuatu y Tuvalu.
“El mensaje es inequívoco: debemos salir de esta COP con una hoja de ruta global que nos guíe, no simbólicamente sino concretamente, en nuestro esfuerzo colectivo por eliminar gradualmente los combustibles fósiles. Necesitamos una responsabilidad global, un mapa del camino que realmente nos impulse hacia adelante”, declaró Irene Vélez Torres, ministra de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, en conferencia de prensa.
Los signatarios se comprometen a cooperar de buena fe, no solo dentro de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), sino también fuera de ella, para establecer una vía hacia la eliminación gradual de los combustibles fósiles, “en consonancia con las vías que permiten limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5°C”. También reafirman que “la mejor ciencia disponible debe guiar la implementación de la transición”, con el fin de que los países adopten medidas adecuadas que aborden la producción, el consumo, la concesión de licencias y las subvenciones de los combustibles fósiles.
La Declaración de Belém también reconoce el derecho internacional, recordando la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) dada a conocer el pasado julio.
“Tenemos voces de todos los continentes. Este es un esfuerzo global y nos unimos para impulsarlo a nivel mundial y asegurarnos de que esto suceda”, dijo Tina Stege, Enviada Climática de las Islas Marshall.
Esbozando una hoja de ruta
En la declaración, los países dejan claro lo que debería tenerse en cuenta en esta transición para abandonar los combustibles fósiles. Uno de los primeros puntos es “ampliar rápidamente las energías renovables y la eficiencia energética para sustituir la capacidad energética basada en combustibles fósiles”.
Al respecto, Sophia Theodora Monique Hermans -viceprimera ministra de los Países Bajos- dijo que “la eliminación gradual de los combustibles fósiles solo puede ocurrir con un crecimiento sustancial de las energías renovables”.
“Existe un impulso para eliminar gradualmente los combustibles fósiles; es hora de aprovecharlo. Debemos empezar a materializar lo que implica esta eliminación. Podemos construir sobre una base sólida. Todos sabemos, todos estamos convencidos, que podemos lograrlo si trabajamos juntos a nivel internacional”, destacó.
La declaración también hace hincapié en la necesidad de apoyar a los trabajadores y las comunidades vulnerables, en los países dependientes de las industrias de combustibles fósiles, mediante medidas de reconversión profesional, diversificación económica y protección social. Dichas medidas deben promover el desarrollo sostenible, respetar los derechos de los pueblos indígenas, la innovación y las sociedades resilientes.
La importancia de crear condiciones propicias, incluidas las capacidades financieras, tecnológicas y técnicas, es otro de los puntos destacados en la declaración. Estas condiciones deben responder a los contextos nacionales y abordar las necesidades de las comunidades vulnerables.
Los signatarios también visibilizaron la necesidad de reforzar la cooperación internacional, “incluyendo esfuerzos concertados para hacer que la arquitectura financiera mundial sea más inclusiva, receptiva y propicia para la creación de espacio fiscal y la mejora del acceso a la financiación que no genere deuda para los países en desarrollo”.
Además, se reconoció la relevancia de promover economías diversificadas, resilientes e inclusivas “que reduzcan la dependencia estructural de los ingresos y las importaciones de combustibles fósiles, fomenten la innovación y garanticen un trabajo digno y medios de vida sostenibles para todos”.
Por último, se refirieron a que se debe abordar el papel de los subsidios a los combustibles fósiles para lograr un desarrollo que sea coherente con los objetivos climáticos y una transición justa y equitativa.
Las reacciones a la declaración no se hicieron esperar. Dos de ellas proceden de las abogadas del Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL).
“La Declaración de Belém es la señal política más clara de la COP30 que realmente nombra el problema: los combustibles fósiles. Es un faro de liderazgo ambicioso, y debemos apoyar a los países que trazan vías científicas y jurídicamente alineadas con el objetivo de 1,5 °C para lograr una eliminación completa, justa y financiada”, dijo Johanna Gusman, abogada sénior de CIEL.
“Ahora es el momento de buscar soluciones, tal y como afirmó la Opinión Consultiva de la CIJ. Necesitamos un plan con plazos concretos para frenar la producción y el uso, poner fin a las nuevas licencias y subvenciones, y movilizar fondos para los países en desarrollo”, agregó.
“La Declaración de Belém marca un punto de inflexión: Colombia y otros países con grandes ambiciones están mostrando el camino hacia la eliminación gradual de los combustibles fósiles. Y ese camino requiere avanzar mediante la cooperación de buena fe fuera de la CMNUCC, actuando con la urgencia que exigen la ciencia y la justicia, en consonancia con el objetivo de 1,5 °C, la equidad y la ley”, complementó Nikki Reisch, directora del Programa de Clima y Energía de CIEL.
“No podemos permitirnos esperar a un proceso que permita a un puñado de países mantener al mundo como rehén o que edite la verdad porque ofende a los contaminadores. La sentencia de la CIJ sobre el clima es clara: a menos que los países frenen la producción y el uso de combustibles fósiles, detengan las nuevas licencias y pongan fin a las subvenciones, se enfrentarán a consecuencias legales y el mundo se enfrentará a más destrucción y daños climáticos. Los países no pueden negociar con la naturaleza ni transigir con la ley”, subrayó Reisch.
"La Declaración de Belém, liderada por Colombia, es un complemento audaz a la hoja de ruta que las naciones piden incluir en el Mutirão, estableciendo un alto nivel de ambición. La forma en que llevemos a cabo la transición de los combustibles fósiles a las energías limpias es crucial para garantizar que esta transición satisfaga las necesidades de las personas, y no los intereses de las empresas de combustibles fósiles empeñadas en obtener beneficios", declaró Rachel Cleetus, directora sénior de políticas del programa de Clima y Energía de la Unión de Científicos Preocupados.
Colombia y Países Bajos asumen el liderazgo
La Declaración de Belém reconoce que “acelerar la transición y abordar el papel de los combustibles fósiles en el cambio climático requerirá esfuerzos e iniciativas complementarias”.
Para demostrarlo, Colombia anunció que organizará –junto a Países Bajos- la Primera Conferencia Internacional sobre la Transición Justa para Abandonar los Combustibles Fósiles, la cual tendrá lugar en Santa Marta los días 28 y 29 de abril de 2026.
La expectativa es que, durante esta conferencia, los países se comprometan a convocar una cumbre posterior que lleve adelante un esfuerzo destinado a desarrollar una hoja de ruta alineada con el límite de calentamiento de 1,5 °C para la transición fuera de los combustibles fósiles.
La conferencia está concebida como una amplia plataforma intergubernamental y multisectorial complementaria a la CMNUCC, diseñada para identificar las vías jurídicas, económicas y sociales necesarias para llevar a cabo la eliminación gradual de los combustibles fósiles.
"Por difícil que sea, también sabemos que esta conversación no puede terminar aquí (en la COP30). Debemos mantener el impulso, liderar con valentía, estar a la altura del desafío y construir una coalición de voluntarios”, dijo Vélez.
La conferencia no solo convocará a países. Se quiere que sirva como espacio estratégico para el diálogo con pueblos rurales e indígenas, comunidades afrodescendientes, la sociedad civil, científicos y académicos, defensores del clima, líderes industriales.
La idea de la conferencia se basa en ejemplos exitosos de cumbres diplomáticas anteriores que han dado lugar a una mayor cooperación internacional para hacer frente a amenazas mundiales. Ese fue el caso de la Conferencia de Ottawa sobre las minas terrestres, la Conferencia de Oslo sobre las municiones en racimo y los debates sobre la prohibición de las armas nucleares, para los que se celebró una serie de tres conferencias, conocidas como la Iniciativa Humanitaria, que cambiaron el enfoque de las armas nucleares.





