Diego Arguedas para IPS. 

Durante décadas, los países de América Central han soportado el pesado impacto que tiene sobre su istmo fenómenos climáticos extremos, como sequías o huracanes. Ahora, seis de ellos demandan que el planeta entero reconozca su vulnerabilidad climática

Una iniciativa nacida desde la sociedad civil centroamericana busca que se oficialice en el nuevo tratado universal y vinculante que la región es especialmente vulnerable al cambio climático, una distinción que actualmente es asignada a los pequeños estados insulares y los llamados países menos adelantados.

En las negociaciones climáticas celebradas en la ciudad alemana de Bonn entre el 19 y el 23 de octubre, la propuesta encontró el camino hasta el borrador del esperado Acuerdo de París y, de aprobarse, el istmo centroamericano podría tener prioridad al asignar financiamiento climático para medidas de adaptación, algo crucial para la región.

“Nosotros desde la sociedad civil –y me atrevería a decir que desde los gobiernos– hemos estado demandando esto porque le podría facilitar al istmo el acceso a ventanas de financiamiento, tecnología, y fortalecimiento de capacidades”
Tania Guillén, oficial de cambio climático del nicaragüense Centro Humboldt.

Estos aportes, detalló la experta a IPS “deben ir a beneficiar a las comunidades vulnerables” del istmo, pero ahora tienen prioridad los pequeños estados insulares en desarrollo (SIDS, en inglés) y los países menos adelantados (LDC, en inglés).

Las discusiones semánticas adquieren importancia capital, un mes antes de comenzar en París la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático(CMNUCC),  donde debe aprobarse el nuevo tratado climático.

Ello porque serán parte de los cimientos en que se asienten las bases jurídicas del acuerdo, llamado a pactarse en la cumbre que se desarrollará entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre.

Los 48 millones de centroamericanos viven en el cinturón de América, el istmo ubicado entre el océano Pacífico y el mar Caribe, que es recorrido en casi toda su extensión por una larga cadena montañosa y un árido Corredor Seco.

Casi la mitad de sus habitantes (23 millones o 48 por ciento) están bajo la línea de pobreza, según datos oficiales de países de la región.

La vulnerabilidad climática –el conjunto de condiciones que hacen a una sociedad o un ecosistema más propensos a ser afectados por climas extremos– lleva años en la agenda centroamericana, donde el desastroso paso del huracán Mitch en 1998 obligó a repensar la gestión del riesgo.

Como parte de este proceso nació en 2009 el Foro Centroamérica Vulnerable, Unida por la Vida, un colectivo de la sociedad civil del istmo que desde entonces ha impulsado esta declaratoria.

En el último año, los impactos climáticos han sumado pérdidas humanas y materiales en todo el istmo, desde el catastrófico deslizamiento de Cambray en Guatemala hasta el aumento del nivel del mar que amenaza la comarca Guna Yala, en Panamá.

Isla Perro en la Comarca Guna Yala (Foto: Wikimedia Commons)

El más geográficamente extendido de estos impactos ha sido la sequía asociada al fenómeno atmosférico El Niño Oscilación Sur (ENOS), que complicó las condiciones agrícolas en el llamado Corredor Seco Centroamericano.

Se trata de una franja árida de bosque seco donde predomina la agricultura familiar de subsistencia y donde en la estación húmeda de 2014 2014, la precipitación se redujo entre 40 y 60 por ciento.

América Central lanza a la atmósfera tan solo 0,6 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Esto hace que las acciones de mitigación del área pierdan urgencia frente a la reducción de sus vulnerabilidades climáticas.

América Central lanza a la atmósfera tan solo 0,6 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero

La propuesta de que la región se reconozca como especialmente vulnerable priorizaría al istmo como receptor de financiamiento y tecnología para adaptación climática.

Pero tendrá un arduo camino en las negociaciones, entorpecido por otros países del Sur en desarrollo e incluso por algunos del mismo istmo.

Las tensiones comenzaron dentro del propio Sistema Centroamericano de Integración Económica (SICA), que tuvo tres reuniones durante la sesión de octubre de las negociaciones climáticas en Bonn, pero no logró el consenso sobre la iniciativa por la oposición interna de Belice.

“Hay que mencionar que Belice y República Dominicana (integrado en SICA) son países SIDS, por lo que para evitar problemas con este grupo de negociación no se adhirieron a la propuesta”, explicó Guillén.

A su juicio, “lo penoso es con Belice, porque República Dominicana tiene otras condiciones (al no estar en el istmo)” y ser geográficamente una nación insular caribeña.

Aunque Belice es un país continental, en las negociaciones climáticas se la sumó a los SIDS.

El jefe de la delegación del gobierno de Guatemala en las negociaciones climáticas, Edwin Castellanos, confirmó a IPS que no hubo consenso dentro del SICA.

Por esa razón, “la propuesta la hizo El Salvador, por ostentar la presidencia del SICA, pero no se hizo a nombre del SICA porque un país miembro no apoyó la moción”. La suscribieron también Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.

Además, Castellanos señaló que también hay otros países que buscan figurar en el listado de más vulnerables y este fue un tema que se trató dentro del poderoso grupo de negociación del Grupo de los 77 y China, conocido como G77+China, que engloba a los países del Sur en desarrollo.

“Cuando Centroamérica hizo esta propuesta, Nepal siguió con una propuesta similar para países montañosos. El problema es que se inicia una lista que puede ser interminable y que ya incluye a los LDC, las islas y, más recientemente, África”, apuntó el negociador.

Reconoció que la propuesta nació de la sociedad civil centroamericana y mencionó en particular el Foro Sociedad Civil de México y América Central, rumbo a la COP21, celebrado en Ciudad de México del 7 al 9 de octubre.

La costarricense Alejandra Granados, participante en ese foro, dijo a IPS que la iniciativa la planteó la guatemalteca Alejandra Sobenes, del  Instituto de Derecho Ambiental y Desarrollo Sustentable, y “cada organización lo envió a los negociadores de sus respectivos países” antes de la reunión de Bonn.

Los países centroamericanos que ya presentaron ante la CMNUCC sus contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional (INDC, en inglés) coincidieron en incluir componentes de adaptación que los gobiernos se comprometen a cumplir.

Aún El Salvador y Nicaragua no presentaron sus INDC, el conjunto de medidas con que cada país colaborará en contener el incremento de la temperatura del planeta.

Granados apuntó que, de darse el reconocimiento de la vulnerabilidad centroamericana, los países del istmo deberán trabajar fuertemente con las comunidades locales para mejorar sus planes de adaptación previos a 2020, cuando entraría a regir el nuevo tratado.

“Este reconocimiento no es el fin en sí mismo, es una gran responsabilidad que asume la región"

Alejandra Granados, participante del Foro Sociedad Civil de México y América Central, rumbo a la COP21

“Este reconocimiento no es el fin en sí mismo, es una gran responsabilidad que asume la región, porque es como si a nivel internacional volvieran los ojos hacia la región y dijeran: ‘Bueno, ¿qué esperan para hacer algo? Ustedes quería ese reconocimiento, ahora asuman su responsabilidad por tomar acciones’”, concluyó la activista costarricense, quien lidera la organización CO2.cr.

Publicado originalmente en IPSnoticias.net.

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