Con el 2024 destinado a ser un año récord en altas temperaturas, según pronostica el Instituto Meteorológico Nacional (IMN), se hace necesario analizar los riesgos que esto trae consigo, siendo uno de ellos el bienestar físico de los menores de edad a la hora de hacer ejercicio.

La termorregulación del cuerpo de los niños y jóvenes es diferente a la de los adultos, por eso, los profesores de educación física deben tener especial cuidado con los estudiantes durante las lecciones, no solo para evitar golpes de calor, sino también para adaptar las clases a las condiciones ambientales del momento.

Los centros educativos tampoco están exentos de responsabilidad. La infraestructura de algunas escuelas y colegios así como los horarios de clases quizá no sean los adecuados frente a condiciones cada vez más calurosas. 

Otro factor que incide es el sedentarismo. Según datos de Naciones Unidas, cuatro de cada cinco adolescentes en todo el mundo pasan menos de 60 minutos al día haciendo algún tipo de actividad física. El sedentarismo pone en desventaja a los menores de edad en días calurosos, ya que afecta su capacidad de sudoración, haciendo que les dé más calor al hacer ejercicio.

Si bien está claro que en la Gran Área Metropolitana (GAM) las temperaturas pueden llegar a ser tolerables, en provincias como Guanacaste y Puntarenas, los estudiantes sí pueden correr el riesgo de sufrir golpes de calor, esto si la temperatura supera los 32°C.

La hidratación es clave tanto durante las lecciones de educación física como durante la jornada lectiva, aunque los estudiantes no estén realizando actividad física.(Créditos: Miriet Abrego)

El calor en los niños

Según Luis Fernando Aragón, coordinador del Laboratorio de Clima Controlado del Centro de Investigación en Ciencias del Movimiento Humano de la Universidad de Costa Rica (UCR), la sudoración juega un papel importante en la termorregulación, pero los niños no la tienen totalmente desarrollada. “Los niños tienen una complicación y es que todavía no tienen totalmente desarrolladas todas las glándulas sudoríparas, podría ser que les sea más difícil liberar calor”, explicó.

El objetivo de la sudoración es climatizar el cuerpo para mantener una temperatura interna adecuada y así sufrir menos calor. Esto lleva el nombre de umbral de sudoración y los estudiantes que sudan más rápido, van a tardar menos tiempo en enfriarse. Sin embargo, los estudiantes que no tienen el hábito de hacer ejercicio y son más sedentarios, van a sufrir más debido a que el cuerpo no está acostumbrado a enfrentarse al reto de hacer ejercicio, por lo que no se pueden adaptar tan rápido como los que sí se ejercitan.

Otro problema que se presenta es que en zonas con condiciones ambientales más húmedas va ser más difícil sudar, ya que el sudor demora más tiempo en evaporarse del cuerpo. En estos lugares, las altas temperaturas van a afectar más la actividad física, ya que va ser más difícil para el cuerpo regular su propia temperatura, aumentando así los riesgos de golpes de calor.

Zonas más calientes 

Luis Fernando Alvarado, coordinador de la Unidad de Climatología del IMN, mencionó que el 2024 romperá el récord del año más caliente. Una de las razones es por la situación que está ocurriendo en los océanos: estos están experimentando ondas de calor y su temperatura está aumentando. Ese calor es transportado por los vientos y esa es la razón por la que el ambiente se siente más caliente en comparación a años anteriores.

“En los próximos cinco años aumentarán las temperaturas. Incluso, el 2024 se ha anunciado que podría ser un año nuevamente de récords históricos, no solo a nivel global, sino también a nivel nacional”, comentó Alvarado.  

Si bien todo el territorio nacional sufrirá por el incremento de la temperatura, provincias como Guanacaste o Puntarenas serán las más afectadas. Guanacaste será la que se verá golpeada por las mayores temperaturas, ya que se podría llegar a 40 o 41°C. Puntarenas, por su parte, no tendrá la misma magnitud de calor que Guanacaste, pero zonas como Quepos y Golfito si podrían alcanzar los 39°C.

Es importante recalcar que estas mediciones se hacen a la sombra, por lo que la sensación térmica, y si el ejercicio se hace al aire libre, puede hacer que los estudiantes sientan las temperaturas aún más altas de lo que realmente son, lo cual puede perjudicar su salud.

Por su parte, Aragón consideró que cuando ocurren estas situaciones es cuando se presenta el estrés térmico. Este es un índice ponderado de estrés por calor que le da un peso de 0,7 a la temperatura de bulbo húmedo, 0,2 a la temperatura de globo negro que es la que mide el calor que hay por radiación y apenas 0,1 a la temperatura ambiental.

Cuando el índice de estrés térmico se encuentra por encima de los 32°C, es cuando realmente se puede poner en riesgo a los estudiantes, consideró Aragón; más aún cuando las actividades propician una exposición al sol durante un largo periodo de tiempo. Es por eso que las zonas costeras son las más vulnerables.

Las personas con un umbral de sudoración más bajo podrán enfriar su cuerpo más rápido, teniendo una termorregulación más eficiente.(Créditos: Katya Alvarado)

Clases de educación física

Frente a esta situación, y ante consulta de Ojo al Clima, el Ministerio de Educación Pública (MEP) mencionó que es responsabilidad de cada profesor adecuar las lecciones de educación física dependiendo de la zona en que se encuentre. En este sentido, cada docente deberá velar por la la salud de los niños y jóvenes a su cargo con tal de no ponerlos en riesgo.

A pesar de delegarles la responsabilidad de modificar las clases de educación física, el MEP no les ha brindado capacitación a sus docentes para prevenir y atender este tipo de situaciones. Tampoco les ha capacitado sobre los riesgos asociados al calor para que estén conscientes de las condiciones ambientales futuras y de lo que puede significar para los estudiantes. 

Además del componente de salud, el calor afecta las clases de otras formas, como en la dinámica y en la concentración de los jóvenes. Víctor Guillén, profesor de educación física del Monterrey Christian School, mencionó que cuando las temperaturas son muy elevadas, los jóvenes tienden a distraerse más y tener un menor entusiasmo frente a las actividades físicas. 

En esa misma línea, debido al calor, los estudiantes necesitan hidratarse más que cuando las temperaturas son más frescas. Es por eso que la lección rinde menos y tienen un tiempo efectivo de ejercicio menor.

De hecho, en condiciones de altas temperaturas, los niños y jóvenes pueden sufrir deshidratación durante otras lecciones, aunque estén en reposo. Aragón consideró que deberían tomar agua no solo durante la lección de educación física, sino durante todo el día, por lo que la hidratación debe ser fomentada en las escuelas y colegios.

Mejoras en infraestructura y horarios

Los expertos consultados coinciden en que se debe evitar programar las lecciones de educación física en horarios entre las 11 a.m. y la 1 p.m., ya que estas son las horas en las que la radiación solar es mayor durante el día. 

Según Aragón, el hacer ejercicio en ese horario hace que las personas se deshidraten más rápido. De hecho, el experto mencionó un estudio realizado por la UCR en el que midieron la hidratación y las temperaturas internas de jugadores profesionales de fútbol. “Realizamos la investigación en situación de juego, en un partido del campeonato nacional de fútbol. Medimos las temperaturas internas y la hidratación de los jugadores que estaban compitiendo y los datos son terribles, es decir, la deshidratación que ellos sufren es alarmante”, comentó.

Relacionado a este tema, Julia Fernández —presidenta de la Asociación Costarricense de Pediatría— cree que la mejor medida que pueden tomar los centros educativos es mejorar los horarios de las clases de educación física. Consideró que lo ideal sería que los estudiantes hicieran ejercicio apenas empiezan el día lectivo.

También, recalcó la importancia de que el ejercicio se realice en espacios abiertos. Fernández aseguró que las lecciones de educación física se deben realizar en lugares verdes y con sombra proveniente de árboles, esto porque los estudiantes necesitan un lugar en el que puedan descansar e hidratarse mientras no se encuentran expuestos al sol.

Aragón hizo especial énfasis en que es necesario que la actividad física bajo el sol se practique en áreas verdes y no en zonas de césped artificial, cemento o asfalto. Estos materiales se calientan mucho más que el zacate natural, por lo que los jóvenes van a tener una sensación térmica mayor. “En un planche de concreto, o peor aún de asfalto, como lo tienen algunos polideportivos en Costa Rica, con las altas temperaturas reflejan un calor enorme. Entonces, eso claro que afecta el bienestar de los que están jugando y se cansan muy rápido”, señaló. 

De hecho, la UCR hizo una investigación en que comparaba la temperatura de una cancha sintética y una de césped natural que yacían a unos pocos metros de distancia una de otra. Los resultados fueron sorprendentes, según Aragón, ya que la medición se realizó diez veces y la diferencia en el promedio de las temperaturas fue de 12,6°C.

Otra recomendación que no está de más: la ropa. Fernández mencionó que la indumentaria de los estudiantes debe ser liviana y que no sea de algodón. Lo ideal sería que fuera de una tela llamada dry fit. Sin embargo, la pediatra es consciente de que el precio de este tipo de ropa es elevado, entonces, sugiere que los uniformes de los niños y jóvenes deben permitir la transpiración, que no se peguen al cuerpo, para que puedan hacer ejercicio cómodamente.

Jugar es una estrategia idónea para que los niños y jóvenes realicen actividad física. Además de los beneficios a nivel físico, el juego también favorece la salud mental y las habilidades sociales.(Créditos: Katya Alvarado)

Una medida más: atacar el sedentarismo

Según Aragón, el sedentarismo afecta directamente la capacidad cardiovascular y la capacidad de realizar actividad física. Esto significa que de manera indirecta va a afectar también la capacidad de hacer actividad física en el calor.

Una recomendación para hacer que los jóvenes abandonen el sedentarismo es la actividad física basada en juegos. Si bien a algunos les gusta el gimnasio, esa no es la única manera de hacer ejercicio. Promover juegos en los que los niños y jóvenes no se den cuenta que están haciendo actividad física es una excelente manera para que se muevan más.

“El juego nos distrae del esfuerzo físico que estamos haciendo, el juego lo disfrutamos. El objetivo es que sea recreación, que sea algo divertido, que hasta se nos olvide que estamos haciendo un gran esfuerzo y cuando terminamos, estamos todos sudados y todos cansados, pero contentos”, comentó Aragón.

La responsabilidad no recae exclusivamente en los centros educativos. Las familias constituyen el primer frente de lucha contra el sedentarismo. Sacar a pasear al perro, andar en bicicleta y jugar bola, son algunas actividades lúdicas que implican actividad física.

Adaptación

La adaptación es un proceso que permite responder o reaccionar de mejor manera a una situación y, siendo el cambio climático una realidad presente en el cotidiano vivir, no queda más que tomar medidas para adaptarnos a las nuevas condiciones.

La agenda de adaptación de los países suele planificar medidas partiendo de los territorios (municipios) para ayudar, tanto a los ecosistemas como a las personas, a lidiar de mejor manera con los cambios. La arborización de las ciudades es un ejemplo de medida de adaptación que busca aprovechar la sombra de los árboles para reducir el calor en las urbes. El cambio de horario, a la franja nocturna, de los partidos de fútbol es otro ejemplo de medida de adaptación.

Dentro de esos territorios están las escuelas y los colegios. Un mayor involucramiento de los centros educativos en la planificación de las medidas de adaptación permitirá proteger a los niños y jóvenes.

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