En un plazo de 10 años, Australia reubicará a cientos de personas que viven en las Islas Cocos, situadas a 2.936 kilómetros al oeste de este país, en el océano Índico.
También conocidas como Islas Keeling, este territorio consiste en un grupo de 27 atolones de apenas cinco metros de altura, los cuales se ven amenazados por la erosión costera y la subida del nivel del mar, ambos propiciados por el cambio climático.
Entre los 600 residentes de las islas figuran los descendientes de los trabajadores malasios que fueron llevados al lugar para trabajar en los cultivos de coco en la década de 1830. Los británicos colonizaron estas islas en 1857, antes de que la soberanía del territorio se transfiriera a Australia en 1955.
La propuesta de evacuar las islas se hizo pública en enero y pretende que tanto los residentes como las centrales eléctricas, las carreteras y los comercios sean relocalizados en los próximos 10 a 50 años. Esta opción es la más “viable para proteger vidas de forma social, económica y ambientalmente respetuosa”, afirmó el informe del gobierno, sin especificar dónde se reubicarían estas poblaciones.
Las Islas Cocos forman parte de las naciones insulares de baja altitud y otros territorios costeros que ya se ven obligados a pensar sobre su futuro próximo, dado que el agua del mar les va ganando espacio año con año.
Un mar que sube y sube
Mientras que en el periodo 1993-2002 el aumento del nivel del mar fue de 0,21 centímetros (cm) por año, entre 2014 y 2023 ese incremento fue de hasta 0,48 cm.
Parece poco, pero el incremento progresivo se duplicó de un periodo a otro, además de que, desde 1901 hasta 2018, el incremento total fue de 20 cm, esto en un periodo de más de 100 años. En otras palabras, este es el aumento del nivel del mar más rápido de los últimos 3.000 años, según un reporte de Naciones Unidas.
Un informe del Royal United Services Institute (RUSI), publicado en 2022, brinda un pronóstico más alarmante: sus científicos hablan de un metro de subida para el año 2100. Esto implicaría el 90% del sector residencial inundado.
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El aumento del nivel del mar responde al incremento de la temperatura del planeta, a causa de la quema de combustibles fósiles, y al deshielo de los cascotes de Groenlandia y Antártida.
De hecho, a medida que la temperatura global aumenta, los océanos absorben gran parte del exceso de calor. “El agua caliente aumenta de volumen, un proceso conocido como expansión térmica, que contribuye significativamente a la subida del nivel del mar. El aumento del nivel del mar también crea un catastrófico bucle circular de retroalimentación”, se explica en el informe de Naciones Unidas.
Las consecuencias se sienten en el entramado económico, social y cultural de los territorios porque precisamente afectan los modos de vida. Por ejemplo: las inundaciones de agua salada pueden dañar los hábitats costeros (incluidos los arrecifes de coral, cuna de muchas especies de valor para la pesca), las tierras agrícolas y la infraestructura, incluidas las viviendas.
Asimismo, se pueden presentar intrusiones de agua salada que pueden contaminar los suministros de agua dulce y las inundaciones pueden fomentar enfermedades transmitidas por el agua. El turismo –motor económico para muchas comunidades costeras- también se ve afectado, ya que tanto las playas como las edificaciones (hoteles, restaurantes, etc) pueden dañarse.
“La combinación de estos factores puede obligar a las personas a abandonar sus hogares, trasladarse a terrenos más elevados o, en última instancia, emigrar, lo que a su vez trastorna las economías, los medios de subsistencia y las comunidades”, señala Naciones Unidas.
Los riesgos no se limitan a lo socioeconómico. Las inundaciones y la erosión costera afectan a más de 900 millones de personas en el mundo, poniendo en riesgo su seguridad.
No es una cuestión solo de islas
Se reporta que, desde el año 2020, Buenos Aires (Argentina), Río de Janeiro y Atafona (Brasil) son ciudades que ya han experimentado 6 y 13 cm de incremento en el nivel del mar en comparación a 1990. Además, en un escenario de calentamiento de 3 °C, qué es lo que se prevé de acuerdo a las condiciones actuales, para el año 2050 habría un aumento de más de 15 cm adicionales en las ciudades del G20.
“La subida del nivel del mar es una crisis enteramente provocada por la humanidad. Una crisis que pronto alcanzará una escala casi inimaginable, sin ningún bote salvavidas que nos ponga a salvo”, dijo Antonio Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, en un discurso pronunciado a propósito del 53º Foro de las Islas del Pacífico.
De hecho, en el Foro de Islas del Pacífico se hizo hincapié en que las zonas con ubicaciones bajas presentan una alta vulnerabilidad y ese podría ser el caso de algunas comunidades costeras en Costa Rica. Su naturaleza las hace más propensas a los efectos de tormentas tropicales, así como la inminente frecuencia de inundaciones.
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Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), el 90% de las costas del país perderían área debido al cambio climático. Esto afectaría 1.300 km de litoral en ambas costas.
Puntarenas, debido a su topografía, corre peligro: un aumento de 30 cm en esta provincia se traduciría en un 60% de las zonas residenciales inundadas. Incluso zonas como la costa de Limón o Guanacaste no presentan un riesgo tan alto como Puntarenas, pero igual están en riesgo. Particularmente Moín y Cahuita, según un reporte realizado en 2022 por expertos de la Universidad de Costa Rica.
Lo cierto es que las megaciudades costeras y los Estados Insulares Pequeños (SIDS, por sus siglas en inglés) están en mayor riesgo con un aumento significativo en la frecuencia de inundaciones para el 2050. La afectación económica en estos lugares podría escalar sin una adaptación adecuada.