A pocas semanas de haber finalizado la COP27 de cambio climático y en medio de la fiebre futbolera que despierta el Mundial de Catar 2022, los representantes de los países se vuelven a encontrar en la mesa de negociación, esta vez convocados por la acción urgente para frenar la pérdida de biodiversidad.

La Conferencia de las Partes (COP15) del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) se realiza en la ciudad de Montreal (Canadá) del 7 al 19 de diciembre. Su objetivo es acordar 20 nuevos objetivos para detener la degradación de los ecosistemas y las especies con fecha al año 2030, aunque manteniendo una visión al 2050.

Ambas fechas marcan también los puntos de inflexión para limitar el incremento de la temperatura promedio global en 1,5°C con respecto a la era pre-industrial, tal como se menciona en el Acuerdo de París.

Para Elizabeth Maruma Mrema, secretaria ejecutiva de CDB, la naturaleza está a la espera de su “momento París” y espera que este llegue en la cita de Montreal para así lograr un acuerdo vinculante para los próximos ocho años.

“La biodiversidad debe tener éxito porque de ahí vienen las soluciones para la implementación del Acuerdo de París. La naturaleza es tan importante como el clima y los dos temas deben abordarse juntos”, declaró Maruma Mrema a la AFP.

No solo es una cuestión de clima. Más de la mitad de la producción económica mundial (alrededor de $47 billones) depende moderada o altamente de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos.

A pesar de su relevancia, la naturaleza está disminuyendo a un ritmo sin precedentes. Ya la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica (IPBES, por sus siglas en inglés) lo había advertido en el 2019: a nivel global, un millón de especies de flora y fauna están amenazadas de extinción.

El informe Planeta Vivo 2022, publicado recientemente por WWF, alertó sobre la disminución del 69% de las poblaciones estudiadas de mamíferos, anfibios, reptiles y peces desde 1970. Para América Latina y el Caribe, ese porcentaje es del 94%.

“Es absolutamente esencial que todos los negociadores se den cuenta de que estamos en la recta final, y es hora de que todos den un paso adelante, ahora es crucial”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

“Solo nos quedan unos días para actuar con decisión”, continuó Andersen y agregó: “los pasos que hay que dar deben ser audaces y no entre corchetes”.

Con esto último, la líder del PNUMA se refiere a los cientos de paréntesis que actualmente exhibe el texto en negociación, los cuales señalan las partes que aún carecen de consenso tras cuatro años de negociación.

“Pido a todos los negociadores que muestren valentía. Nos acercamos al final y es totalmente posible llegar al acuerdo. Lo hemos visto antes, una y otra vez, en negociaciones multilaterales”, manifestó.

¿Dónde están las trabas?

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) se adoptó en 1992 durante la Cumbre de la Tierra realizada en Brasil. Biodiversidad, cambio climático y desertificación conforman las Convenciones de Río, los tres tratados internacionales a nivel ambiental que más países sumaron.

Para la implementación del CDB, las naciones aprobaron las Metas de Aichi en el 2010, las cuales pretendían detener la pérdida de biodiversidad para 2020. Sin embargo, ninguno de los objetivos contemplados se cumplió, por lo que ahora se requiere más ambición y medidas urgentes. Por ello, en Montreal, se están negociando los próximos objetivos en un proceso llamado Marco Global para la Biodiversidad Post 2020.

“Esta vez, el marco se adoptará junto con un mecanismo de seguimiento y todos los objetivos estarán acompañados de metas numéricas”, declaró Maruma Mrema sobre las diferencias con respecto al proceso anterior.

Para implementar las acciones que permitirán alcanzar las nuevas metas, los países han sido claros en que se requiere financiamiento, sobre todo para los países en desarrollo. Y allí está una de las mayores trabas que ha tenido esta COP15.

Los negociadores llegaron a Montreal conociendo una propuesta presentada por una coalición de países del Sur Global, encabezada por Brasil, la cual pedía a los países ricos al menos $100.000 millones al año o el 1% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial hasta 2030, es decir, unas 10 veces las ayudas actuales y equiparable a la cantidad de dinero que debía inyectarse al Fondo Verde del Clima, el cual tampoco ha logrado su objetivo.

La posición de los países ricos es que un nuevo fondo “llevaría mucho tiempo” y, por ello, proponen reestructurar los mecanismos financieros ya existentes.

Atrincherados en sus posiciones, la discusión no ha avanzado en las casi dos semanas que lleva la COP15. Es más, el miércoles 15 de diciembre, varios países –con Brasil a la cabeza- abandonaron la sesión de trabajo a manera de protesta.

Para Masha Kalinina, de la organización Pew Charitable Trust, las negociaciones se encuentran en un momento crucial. “Ahora todo puede cambiar y se corre el riesgo de bloquear las discusiones, que podrían ser improductivas”, dijo a AFP.

Gilles Kleitz, de la Agencia Francesa de Desarrollo, considera que “la demanda de $100.000 millones no se basa en un cálculo de necesidades, es ante todo una demanda moral y política, por razones de justicia histórica”.

“Si queremos que haya un acuerdo, todo el mundo debe hacer un esfuerzo: el Norte debe anunciar un mayor nivel de solidaridad y el Sur debe anunciar que se comprometerá a gestionar mejor sus recursos”, declaró a AFP.

Un negociador consultado por AFP, quien pidió mantener su anonimato, mencionó que muchos países emergentes quieren llegar a un acuerdo, “pero Brasil está utilizando la cuestión financiera para hacer descarrilar el proceso”. Según él, la delegación brasileña sigue en manos del equipo del presidente saliente Jair Bolsonaro, quien apoya a una agroindustria expansiva y hostil a la reducción de pesticidas.

Otros negociadores no eximen de responsabilidad a los países ricos. “A pesar de nuestros esfuerzos, nos preocupa profundamente la falta de un compromiso claro con la movilización de recursos”, declaró un representante colombiano a AFP.

“La actitud de los países avanzados ha llevado las negociaciones al borde de la ruptura total”, manifestó Innocent Maloba, experto de WWF International, el miércoles tras la interrupción de la sesión de trabajo por la falta de quorum. “Los países desarrollados, con su papel eminente en la crisis de la biodiversidad dado su nivel de consumo, tienen el deber de apoyar a los países en desarrollo, va en su propio interés”, agregó.

Para WWF, la solución de financiamiento no solo recae en fondos internacionales (ya sea que se cree un nuevo fondo o se mejoren los actuales mecanismos). Los países deben alinear los flujos financieros públicos y privados con prácticas positivas para la naturaleza, por ejemplo, “mediante la eliminación o redireccionamiento de los subsidios perjudiciales y otros incentivos”.

La segunda gran traba: la meta 30x30

En cuanto al tema de cuánto espacio dedicar a la conservación, la propuesta sobre la mesa es lograr un compromiso para proteger el 30% de los ecosistemas terrestres y marinos con fecha al 2030. A esta propuesta se le conoce como la Meta 30x30.

Un antecedente para dar contexto: en las Metas de Aichi, el objetivo espacial era 17% para el área terrestre y 10% para el área marina. Sin embargo, esos porcentajes no se cumplieron.

La Meta 30x30 viene fuertemente respaldada por la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas (HAC, por sus siglas en inglés), la cual es liderada por Costa Rica, Francia y Reino Unido. HAC está presente activamente tanto en las negociaciones de biodiversidad como en las climáticas.

Los cambios en el uso del suelo no solo aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por la pérdida de la cobertura vegetal sino también reducen la captura de carbono, disminuyen la biodiversidad y la resiliencia de los ecosistemas, entre otros.

Según Eugenia Arguedas, negociadora de Costa Rica en la COP15, los países del HAC han visto la necesidad de vincular las agendas de biodiversidad y clima, a su vez que estas se relacionan a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

De hecho, algunos activistas afirman que la Meta 30x30 es el equivalente para la naturaleza de la meta de 1,5°C incluida en el Acuerdo de París. Sin embargo, organizaciones de Sociedad Civil -como Avaaz, Wild Foundation y One Earth- argumentan que “30% es un mínimo, no un techo” y abogan por 50%.

No obstante, países como Sudáfrica, Rusia y Arabia Saudita más bien piden un objetivo del 20%, mientras que China, Japón y Corea del Sur están a favor del 30% en tierra, pero proponen 20% en mar para 2030.

“Ya estaríamos por encima del 30% de conservación del planeta si nuestros gobiernos reconocieran los derechos de los pueblos originarios y las comunidades locales sobre sus territorios”, manifestó Oscar Soria, director de campaña de Avaaz.

Los territorios indígenas podrían tener cabida en la categoría denominada: Otras medidas eficaces de conservación basadas en áreas (OMEC). Esta fue acordada en el 2018 como una opción a las áreas protegidas convencionales tales como parques nacionales o reservas biológicas. Las OMEC parten de un enfoque de paisaje y se considera que son más flexibles.

Pero, los pueblos indígenas temen que las OMEC se conviertan en una excusa para seguir violentando su derecho a la tierra y sus derechos humanos, incluso verse desalojados de sus tierras ancestrales con el fin de crear parques nacionales, como les sucedió a los pueblos masai en Loliondo, Tanzania, en junio de 2022.

“El aumento de la represión sistemática, la criminalización y el asesinato de pueblos indígenas en todo el mundo en nombre de la conservación y el desarrollo debe cesar de inmediato”, declaró Ramson Karmushu, director de investigación, aprendizaje y promoción de IMPACT en nombre del Foro Internacional Indígena sobre Biodiversidad (FIIB).

Los pueblos indígenas representan el 6% de la población mundial, pero resguardan el 80% de la biodiversidad. Sus representantes vienen abogando –tanto en las negociaciones climáticas como en las de biodiversidad- por el reconocimiento de sus derechos territoriales así como la definición y ejecución de mecanismos de protección para sus defensores ambientales.

Sin embargo, algunos países están presionando en las negociaciones para diluir el lenguaje que se refiere a los territorios indígenas en el objetivo 3 del Marco Global de Biodiversidad Post 2020.

“Las mismas antiguas coloniales responsables de la aniquilación de los pueblos indígenas en todos los continentes están acabando descaradamente con cualquier reconocimiento de sus derechos en un tratado que se supone protege la biodiversidad que queda en el planeta”, enfatizó Soria.

“Los pueblos indígenas han sobrevivido al genocidio y a siglos de asalto colonial a sus vidas y sus tierras. Hoy protegen el 80% de la biodiversidad que queda en el mundo, sin la cual la vida en la Tierra se colapsaría. Sin embargo, sus antiguos colonizadores europeos siguen negándose a reconocer plenamente sus derechos y su liderazgo en negociaciones cruciales para detener la extinción masiva”, manifestó el actor y activista James Cromwell, una de las pocas figuras que se hizo presente en el recinto donde se realiza la COP15.

Esto está pasando en una reunión que busca consensuar un acuerdo cuyo enfoque esté basado en derechos. “Un enfoque basado en los derechos humanos es crucial para el éxito del Marco Global para la Biodiversidad. El reconocimiento y respeto de los derechos de las comunidades es crucial”, explicó Lucy Mulenkei, copresidenta del FIIB, en un comunicado.

“Un enfoque de este tipo significaría que las políticas, la gobernanza y la gestión de la biodiversidad no violan los derechos humanos y quienes aplican estas políticas deberían buscar activamente formas de apoyar y promover los derechos humanos en su diseño y aplicación”, añadió.

A las otras que podrían quedar fuera del texto final son a las mujeres. En los borradores previos a la COP15, el tema de género se incluyó como un elemento clave en la ejecución de los objetivos de biodiversidad y, por ello, se contempló trabajar en un plan de acción que garantice la igualdad de acceso a recursos, servicios y tecnologías que apoyen la participación de las mujeres y las niñas en la gobernanza, conservación y el uso sostenible de la biodiversidad.

“La misma gran potencia mundial sigue bloqueando las referencias a los derechos de la mujer en el Marco Global para la Biodiversidad. Al poner a las mujeres entre paréntesis, están convirtiendo el CDB en un club de hombres. Esta actitud machista no tiene cabida en las negociaciones, y perderán esta lucha. No hay ninguna posibilidad de que el acuerdo salga adelante sin el género y los derechos de las mujeres”, denunció Avaaz.

¿Dónde están los líderes?

Ayer jueves dio inicio al segmento de alto nivel de las negociaciones de la COP15 que está en manos de los ministros ante la ausencia de mandatarios.

Mediante un videomensaje, el presidente chino Xi Jinping –China preside la COP15- hizo un llamado a sellar un acuerdo que permita construir “una comunidad de toda la vida en la Tierra de aquí a 2030”. “Un ecosistema sano es esencial para la prosperidad de la civilización”, agregó el mandatario.

Los ministros tienen hasta el lunes 19 de diciembre para destrabar la negociación y lograr avanzar en un texto que debe lograr el consenso entre países. Sin embargo, observadores de la Sociedad Civil mencionaron que todo el proceso ha adolecido de liderazgo y ambición.

“La desconfianza entre los países en desarrollo y los desarrollados es fácilmente utilizada por los bloqueadores que paralizan el proceso, la Presidencia está desaparecida en combate, los Jefes de Estado no quieren comprometerse en temas importantes (precisamente porque entienden los profundos cambios económicos que esto implicaría), los principales actores de la Sociedad Civil no son lo suficientemente ambiciosos, el liderazgo de Naciones Unidas no sabe realmente cómo comprometerse en este tema (tienen capacidad de reacción en el clima, casi ninguna en biodiversidad)”, destacó Avaaz en un media brief distribuido previo al arranque de la COP15.

Los ojos están puestos en los ministros, quienes deberán dar el impulso en la recta final para si se quiere que la biodiversidad también tenga su propio Acuerdo de París.

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