“Cuando tenga 70 años, mi hijo Gabriel tendrá la edad que tengo ahora y espero que él pueda ver esa descarbonización y gozar de ella”.
Las palabras del presidente de la república, Carlos Alvarado Quesada, reflejan el espíritu detrás de la acción climática impulsada actualmente por Costa Rica. El horizonte, para que el país pueda desligar su crecimiento económico de las emisiones de gases efecto invernadero (GEI), está puesto al 2050.
No solo eso, más allá de los ciclos cortos de las administraciones gubernamentales, el país sueña con una política de Estado que le permita construir un futuro alineado al desarrollo sostenible y justo con las generaciones futuras para así alcanzar el bienestar social, uno que sea inclusivo para toda su población.
Por esa razón, y a cinco años de haberse aprobado el Acuerdo de París, Costa Rica realizó un proceso de actualización de sus metas climáticas contenidas en la Contribución Nacionalmente Determinada (NDC).
Si bien el período de implementación sigue siendo el mismo (2021-2030), la nueva NDC es más ambiciosa que la anterior. La presentada en el 2015 estaba alineada con la meta de 2 °C, mientras que la actual es coherente a la meta de 1,5 °C.
Asimismo, la NDC del 2020 aumenta la capacidad de adaptación del país, fortalece la resiliencia y busca reducir la vulnerabilidad frente al cambio climático. También pretende ser más inclusiva para así no solo alcanzar el desarrollo económico sino también el social.
“Entendimos que estamos en el mismo mar, pero en barcos muy diferentes”, comentó Felipe De León Denegri, asesor de la Dirección de Cambio Climático (DCC) y coordinador del proceso de actualización de la NDC.
Mitigación y adaptación
Al cierre de este artículo, el período de consulta pública para la NDC seguía abierto (la fecha límite está fijada para el 11 de diciembre), por lo que las metas detalladas a continuación podrían variar según las observaciones y comentarios realizados por la ciudadanía.
Haciendo esa salvedad, la NDC sometida a consulta pública plantea un máximo absoluto de emisiones netas de 9,11 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO2e) al 2030. “Esta meta es consistente con la trayectoria del Plan Nacional de Descarbonización, la Estrategia de Largo Plazo presentada por Costa Rica en 2019 que busca emisiones netas cero en 2050 y es consistente con la trayectoria de 1,5 °C”, se lee en el documento.
En este sentido, el compromiso es tener un presupuesto de emisiones netas de 111,34 millones de toneladas de CO2e para el período comprendido entre 2021 y 2030.
En cuanto a adaptación, la meta es fortalecer las condiciones de resiliencia social, económica y ambiental mediante “el desarrollo de capacidades e información para la toma de decisiones, la inclusión de criterios de adaptación en instrumentos de financiamiento y planificación, la adaptación de los servicios públicos, sistemas productivos e infraestructura, y la implementación de soluciones basadas en naturaleza”.
Esos esfuerzos de mitigación y adaptación se concretarán mediante la ejecución de acciones en 13 sectores definidos como prioritarios: movilidad y transporte; desarrollo y ordenamiento territorial; energía; infraestructura y construcción; industria, comercio y servicios; gestión integrada de residuos; agropecuario; bosques y biodiversidad terrestre, océano y recurso hídrico; finanzas; así como políticas, estrategias y planes de cambio climático.
Los dos sectores restantes constituyen la novedad dentro de la NDC. El primero se enfoca en transparencia y mejora continua. “La contribución está centrada en la articulación, apertura y mejora de datos climáticos que integren a las poblaciones más vulnerables, hilvanando análisis cuantitativos y cualitativos para la toma de decisiones basadas en datos”, se detalla.
De esta manera, al 2022, se prevé que el sistema de monitoreo para el seguimiento de los avances de la NDC así como sus instrumentos esté en completo funcionamiento, permitiendo el acceso a datos abiertos.
Al 2030, la idea es dar seguimiento a los indicadores para garantizar la igualdad de género y empoderamiento de las mujeres en la agenda climática así como contar con datos diferenciados sobre la realidad vivida por grupos históricamente excluidos y vulnerables al cambio climático.
También, para ese año, se prevé la ejecución de políticas dirigidas a promover la investigación científica, la recolección sistemática de datos y el análisis actual así como prospectivo de riesgos, impactos, pérdidas y daños por amenazas hidrometeorológicas.
Asimismo, se prevé que se haya consolidado el Sistema Nacional de Monitoreo Forestal, incluyendo la plataforma del Sistema Nacional de Monitoreo de Cobertura y Uso de la Tierra y Ecosistemas (SIMOCUTE) y su vínculo con el Sistema Nacional de Métrica de Cambio Climático (SINAMECC).
El otro sector novedoso incluido en la NDC es el denominado: acción para el empoderamiento climático. Las acciones contempladas en este buscan que la sociedad civil, los sectores público y privado así como la academia se “apropien de la acción climática y puedan liderar desde sus espacios de acción”.
Para ello se trabajará en una estrategia nacional que incluirá programas de capacitación para mujeres y otros grupos históricamente excluidos en lo laboral, “a fin de facilitar el acceso a empleos verdes que impliquen la mitigación y la adaptación, incluyendo sectores como el de la energía renovable, en el que a menudo están subrepresentados”.
Durante los 10 años que demorará implementar esta NDC, se realizarán esfuerzos de comunicación para promover comportamientos bajos en emisiones, orientados al uso del transporte público y la movilidad activa. Esto estaría acorde a la Estrategia Nacional de Consumo y Producción Responsable, la cual busca reducir el consumismo de artículos altos en carbono.
Lecciones aprendidas
Cuando se diseñó la primera NDC, ni siquiera se había aprobado el Acuerdo de París; por lo que se construyó a partir de los datos disponibles a esa fecha. El proceso actual se vivió en un contexto diferente.
“Desde el 2015 que sale el Acuerdo de París y queda claro que nos va a tocar actualizar NDC cada cinco años, empezamos a mejorar nuestra capacidad de datos y análisis. Ahora contamos con un equipo, basado en la Universidad de Costa Rica (UCR), que es de los mejores en el mundo en modelación de acción climática. Entonces, las preguntas que actualmente puedo hacer y los recursos con que cuento para análisis, realmente marcan una gran diferencia”, comentó De León.
El acceso a datos es fundamental para orientar y sustentar la toma de decisiones, por lo que contar con ellos de manera continua y robusta es esencial. En este sentido, una de las lecciones aprendidas fue la importancia de institucionalizar la información y de allí la relevancia de SINAMECC.
“El SINAMECC no solo está permitiendo institucionalizar sino también automatizar o semi-automatizar esa transferencia de información y tener un solo lugar donde esté disponible. Lo que nos pasaba era que teníamos un año de referencia de 1998 y otro del 2009, por ejemplo, y debido a eso no podíamos usar esos análisis”, explicó el asesor de la DCC.
“Espero que, en los próximos meses, podamos publicar un dato oficial -gracias a SINAMECC- de la flota vehicular circulante y no como nos pasa ahora que tenemos un dato que brinda el registro de la propiedad, otro el Instituto Nacional de Seguros (INS) y otro generado por la revisión técnica que realiza RITEVE; resultando en tres números diferentes. Ahora lo que queremos es tener un dato que sea consistente”, agregó.
Para De León, también se trata de cómo alinear los esfuerzos que cada institución o cooperante realiza, con sus propios métodos, para que esa información sume. Aunado a lo anterior, se resalta la importancia de los datos abiertos y el utilizar información que haya pasado por procesos de escrutinio científico.
“No vamos a someter la NDC a revisión por pares, pero esta sí puede utilizar trayectorias de descarbonización y análisis de costo-beneficio que hayan tenido peer-review. Entonces, la data de fondo que estamos utilizando está pasando por procesos de verificación y rigor técnico del más alto nivel”, subrayó De León.
Otra lección aprendida a partir del proceso vivido con la Política Nacional de Adaptación, que data del 2018, fue someter el documento a consulta pública. “Esa política recibió muchísimos comentarios y, gracias a ellos, mejoró”, dijo De León.
Inclusión
La actual NDC refleja una visión de transición justa y justicia climática social, la cual se construyó con la gente. “Si la política no incorpora a las personas y ecosistemas más vulnerables, centrándose en ellos, va a ser insuficiente”, destacó De León y añadió: “No podemos construir desde el privilegio. Aunque se tenga la mejor de las intenciones, es muy fácil invisibilizar a otras personas. No podemos dejar a nadie atrás”.
Por esta razón, mediante talleres, se convocó a adultos mayores, jóvenes, afrodescendientes, indígenas y personas con discapacidad, entre otros grupos poblacionales, a participar en el diseño de la NDC y, con ello, enriquecer la propuesta para que esta sea inclusiva.
Por ejemplo, una de las consideraciones que salió durante los talleres fue cómo incorporar temas relacionados a discapacidad en la gestión de riesgo, esto con el fin de atender a las personas que tienen movilidad reducida, ceguera, sordera u otra discapacidad durante los desastres, los cuales serán más frecuentes con el cambio climático.
“Si los refugios provisionales, por ejemplo, no tienen acceso mediante rampa, pues esas personas no pueden llegar o si la comunidad no sabe dónde están las personas pues no pueden ir a sacarlos”, comentó el asesor de DCC.
Otro punto abordado en los talleres fue la sinergia entre acción climática y las brechas sociales. El acceso a la educación, a Internet y a un transporte público limpio, seguro y eficiente, entre otros, hará posible que las personas abracen la descarbonización.
“Lo interesante es que la mejor alternativa que tenemos para cerrar esas brechas, en el corto plazo, es apalancarlas en las ventajas que nos ofrece la descarbonización. Se trata de aprovechar lo que hemos avanzado en esta carrera en la que está el mundo entero. El mundo va para allá y nosotros vamos a la delantera. Esa delantera es la que nos da las ventajas competitivas para cerrar las brechas que nos permitirán seguir al frente”, manifestó De León.
“Con esta NDC buscamos cerrar el círculo entre descarbonización y resiliencia, entre acción climática y desarrollo”, agregó el asesor de la DCC.
El proceso de construcción de la nueva NDC combinó elementos cuantitativos de modelos de acción climática y elementos cualitativos desarrollados por medio de un proceso de planificación basada en escenarios narrativos.
En cuanto a los modelos de acción climática, estos fueron desarrollados por la Universidad de Costa Rica (UCR) y el equipo técnico de la Dirección de Cambio Climático (DCC).
Con respecto a los escenarios narrativos, el proceso fue desarrollado el programa de investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) y la Universidad para la Cooperación Internacional (UCI) en conjunto con el equipo técnico de la DCC.
Posteriormente, se recurrió a la creación participativa de escenarios futuros exploratorios para complementar los análisis cuantitativos y así robustecer tanto los planes como las políticas climáticas que sustentan la NDC.
En este sentido, a partir de setiembre, se organizaron talleres temáticos y se invitó a la sociedad civil a participar en ellos. El primero estuvo dedicado al sector agropecuario, la forestería, la naturaleza, el agua y los océanos.
El segundo se centró en la industria, construcción y gestión integral de residuos, mientras que el tercero en transporte y desarrollo urbano. El cuarto taller se enfocó en energía y el último en temas relativos a la adaptación: gestión de riesgo y desastres, ordenamiento territorial, infraestructura y turismo.
Finalmente, la NDC fue llevada a consulta pública para que la ciudadanía pudiera incorporar sus observaciones y comentarios.
FUENTE: DCC. Actualización de la NDC de Costa Rica con base en escenarios futuros. 2020.
Desde la aprobación del Acuerdo de París en el 2015 y su entrada en vigencia en el 2016, el país avanzó en la construcción de un nuevo marco legal e institucional para la acción climática.
Se diseñaron instrumentos para guiar los esfuerzos de mitigación y adaptación. La gran sombrilla es la Estrategia de Largo Plazo del Acuerdo de París (ELP) que incluye dos herramientas: el Plan Nacional de Descarbonización (2019) y la Política Nacional de Adaptación (2018).
Estos recursos de planificación son coherentes con otros instrumentos de política pública, esto con el objetivo de “amplificar y tener un mayor impacto en sus esfuerzos”. Estos instrumentos incluyen el Plan Nacional de Desarrollo e Inversión Pública 2019 - 2022 y el Plan Estratégico Nacional Costa Rica 2050, el cual se encuentra en proceso.
FUENTE: DCC. Consulta pública de la NDC. 2020.