El aumento en las temperaturas y climas extremos son evidencias del cambio climático, los cuales ocasionan grandes perturbaciones, tanto en la naturaleza como en la sociedad. Este puede ocasionar la pérdida de ecosistemas que ofrecen amplia gama de servicios a la población, como lo son los arrecifes coralinos y los pastos marinos. 

También es cierto que  se ha ido adquiriendo conciencia sobre las diferentes formas de mitigación y como los diferentes ecosistemas pueden ayudar a aplacarlo. Una de las estrategias recientes es aprovechar el carbono azul presente en diversos ecosistemas.

(Créditos: CIMAR / UCR)

Entonces, ¿qué es el carbono azul y porque ha incrementado su popularidad?

El carbono azul es el carbono almacenado en los ecosistemas marinos y costeros de una manera natural. Esto es beneficioso porque puede mitigar la alta emisión de carbono a la atmósfera, que propicia el cambio climático. Los pastos marinos son uno de los ecosistemas marinos capaces de secuestrar el carbono, por lo que se les llama ecosistemas “secuestradores”. Esto significa que pueden tomar el carbono de la atmósfera activamente y almacenarlo en sus tejidos y sedimentos por un periodo de tiempo de hasta mil años

Los pastos marinos son capaces de secuestrar el carbono hasta 35 veces más rápido que los bosques tropicales, y pueden absorber anualmente hasta un 10% del carbono en el océano. Eso sí, el secuestro del carbono depende de la capacidad fotosintética de los pastos, que a su vez depende de la luz, por lo que tener agua clara es indispensable. 

Hay varias causas que pueden afectar negativamente los pastos -principalmente al disminuir la claridad del agua-, entre ellas, la deforestación. Esta puede ocasionar un aumento en el sedimento depositado en el mar, lo que puede comprometer la supervivencia de los pastos marinos, al ser estos organismos fotosintéticos. 

¿Cómo es la situación actual de los pastos marinos en Costa Rica? Actualmente, los pastos marinos están sometidos a cinco de las mayores amenazas de los ecosistemas marinos: el cambio climático, la introducción de especies invasoras, contaminación, sobreexplotación y modificaciones físicas. Muchas veces, son estos factores, o la combinación de ellos, los que ocasionan un deterioro en los pastos marinos. Además, estos ecosistemas suelen ser menos estudiados que los arrecifes coralinos y manglares, lo que ocasiona vacíos de información, dificultando su conservación y monitoreo. 

(Créditos: CIMAR / UCR)

En Costa Rica, se estima la presencia de 7 especies, entre ambas costas. Las principales praderas de pastos marinos se ubican en el Caribe, donde se pueden ver hasta seis especies, principalmente la especie Thalassia testudinum, la cual presenta un crecimiento lento. Esta especie, junto con Halophila decipiens y Syringodium filiforme solo se observan en el Caribe del país. 

El Pacífico costarricense, por otro lado, tiene especies más pequeñas y colonizadoras, siendo Halophila baillonii una de las más predominantes. Además, en el Pacífico hay una especie que no se encuentra en el Caribe, Halodule beaudettei

En cuanto a los esfuerzos de conservación, restauración y monitoreo que se realizan en Costa Rica, existe el antecedente de la década de 1990 cuando, en el Caribe, dio inicio el proyecto “Programa de Productividad Costera y Marina del Caribe” (CARICOMP), una iniciativa de monitoreo de pastos marinos a lo largo del Gran Caribe, con el objetivo final de generar información científica para el manejo de los recursos costeros. Este proyecto duró 14 años, concluyó en el 2007; sin embargo, sus metodologías se siguen utilizando en algunos países, entre ellos, Costa Rica, esto con el objetivo de seguir monitoreando a los ecosistemas marinos del Caribe. 

Por otro lado, en el Pacífico del país, hay un rezago en los estudios de praderas de pastos marinos, esto por que en los años 90 hubo una tormenta que desapareció una amplia pradera que presentaba Halophila baillonis y Ruppia maritima, la cual se ubicaba en Bahía Culebra, Guanacaste. Se creyó por mucho tiempo que se habían perdido los pastos en esta zona. Pero, en los últimos años, se ha dado un resurgimiento de la investigación en este lugar, donde se han logrado encontrar sitios nuevos que presentan pastos marinos. 

Cabe rescatar que las praderas del país son más difíciles de ubicar geográficamente, ya que son más pequeñas, lo que ha ocasionado vacíos de información en esa área, por lo que las investigaciones son esenciales. Además, se ha creado una nueva red con temática de conservación de manglares y pastos marinos para el Pacífico, la Tropical Restoration Network, y una de sus coordinadoras es la Dra. Jimena Samper-Villareal, de Costa Rica.

La pérdida de las praderas de pastos marinos implicaría más que la pérdida de carbono secuestrado. Estos ecosistemas ofrecen una amplia gama de servicios, tales como  protección costera, hábitat de peces (que proporciona alimento a través de la pesca), estabilización de sedimentos, entre muchos más. 

A parte de la pérdida de claridad en el agua, una de las amenazas de los pastos marinos es la indiferencia y falta de familiaridad de las personas, por lo que continuar comunicando e investigando no solo ayudará a proteger y conservar estos ecosistemas, sino también acercarlos a las personas y así impulsar su importancia en una escala global. 

Andrea Bogantes es estudiante de biología de la Universidad de Costa Rica (UCR). Este artículo forma parte del proyecto de divulgación científica, Nuevas Plumas, de Ojo al Clima.

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