Al realizarse la zonificación agroecológica o ZAE en el cantón de Tarrazú, donde se ubica la finca de Francisco Fallas, el mapa reveló que existen 13.399 hectáreas de tierras aptas para aguacate Hass, lo que representa el 54,6 % del área total del cantón (el restante 45,4 % presenta algún tipo de exclusión legal o técnica).

Sin embargo, esa aptitud se clasifica entre los niveles medio y bajo. Las variables de precipitación, altitud y temperatura son las que más están influyendo en la aptitud de estas tierras para desarrollar el cultivo de aguacate.

Los investigadores del Instituto Nacional de Innovación y Transferencia en Tecnología Agropecuaria (INTA) también notaron bajos niveles de fertilidad del suelo, lo cual está afectando la disponibilidad de nutrientes. Otros criterios que influyen en la aptitud final son “la disponibilidad de humedad, cuya variable más limitante es régimen de humedad, así como el criterio toxicidad por sales y aluminio, donde saturación de aluminio es la variable más limitante y la susceptibilidad a la pérdida de suelos, donde erosión tiende a ser lo más limitante”.

En otras palabras, para la obtención de buenas cosechas se hace necesario el uso de medidas de adaptación con las cuales los productores puedan sobreponerse a dichas limitaciones físicas o edafoclimáticas y conseguir mejores cosechas”, se lee en el informe técnico del proyecto ejecutado por el INTA con dinero del Fondo de Adaptación, el cual es administrado localmente por Fundecooperación.

(Créditos: INTA)

Al escuchar del proyecto, Francisco Fallas puso su finca a disposición de los investigadores para que pudieran hacer las validaciones de campo. “Se aprende mucho. Cuando uno ve lo que revelan los estudios –como la profundidad del suelo, la textura y la fertilidad-, uno se da cuenta de por qué le ha costado tanto trabajar algunos sectores de la finca”, dijo el dueño de Grupo FASECOR.

“Hay productores que cuando se les habla de este tema (zonificación), al principio se molestan porque quizá piensan que los investigadores van a decir que la zona no es buena. Y no es que la zona no sea buena sino que hay que ser realistas. Esta es una zona buena, pero también es una zona difícil”, añadió.

“Es muy diferente trabajar en un suelo con aptitud alta, que se mantiene solo, a suelos con aptitud media y baja donde es más desgastante. No es que no se pueda sembrar en suelos con aptitud media y baja, pero hay que invertir más”, continuó.

Aún con suelos que muestran una aptitud media y baja, Fallas y otros productores de la zona han logrado mantener una producción de 14-15 toneladas por hectárea de aguacate. “Eso es muy bueno, pero sí nos toca trabajar más fuerte para hacer mejoramientos en el suelo con tal de obtener más volumen”, señaló.

Medidas de adaptación

Fallas lo tiene claro: “el recurso más importante para nosotros es el suelo”. Por esa razón, se dedica a nutrir la tierra para que esta se mantenga fértil y saludable. Por ejemplo, realiza cuatro aplicaciones al año de microorganismos de montaña para descomponer la materia orgánica del suelo.

También, la vegetación resultante de las labores de limpieza se utiliza para nutrir la tierra. Con ello se trata de emular el rol que cumple la hojarasca en el bosque, donde se establecen una serie de relaciones ecológicas que resultan en su mejoramiento.

“Nosotros lo que hacemos es aplicar los microorganismos de montaña, que son las bacterias que descomponen la materia, a esa vegetación y eso eventualmente se convierte en más suelo”, comentó Fallas.

Asimismo, y como política de la empresa, se recurre a abonos orgánicos para fertilizar. “Estamos en ese camino porque queremos, en el futuro, certificarnos como agricultura orgánica. Estamos invitando a algunas empresas para que nos ayuden a producir los bioinsumos que ocupamos, porque uno de los problemas con el que topamos al principio era la carencia de este tipo de materiales”, manifestó el productor.

“Aquí, en la zona, tenemos a Coopetarrazú que está produciendo las bacterias descomponedoras y tiene precios muy accesibles. También estamos en contacto con otras empresas nacionales que tienen experiencia en exportación certificada”, continuó.

Francisco Fallas genera los bioinsumos que utiliza en su finca con fines de fertilización y control de plagas.(Créditos: Nina Cordero)

El otro recurso natural de importancia es el agua, sobre todo en los meses secos. Por ello, se construyó un reservorio que permite cosechar agua de lluvia durante la estación lluviosa para ser utilizada en la estación seca. El agua se utiliza principalmente para riego de los viveros así como de las nuevas plantaciones o re siembras.

La polinización es clave en el aguacate y, en la finca de Fallas, este proceso aún se mantiene de manera natural. El árbol de aguacate, variedad Hass, produce flores tanto hembras como machos y requiere de ayuda de insectos para trasladar el polen de un lado a otro. En los árboles en floración es común ver diversidad de abejas y moscas ayudando en esta labor.

Las 2,5 hectáreas de bosque que conserva esta finca resultan esenciales para proveer este servicio ecosistémico de dotación de polinizadores al cultivo. Ese parche de bosque colinda con otro terreno de 150 hectáreas abocado a la conservación, el cual forma parte de un corredor biológico, por lo que es común –aparte de abejas silvestres- observar aves como quetzales así como monos y hasta dantas.

El bosquecito que conserva Francisco Fallas en su finca le provee de diversidad de servicios ambientales, por ejemplo, los polinizadores.(Créditos: Nina Cordero)

Por esta razón, los agroquímicos para fertilizar y controlar plagas se evitan en la finca. Se recurre a productos naturales y también al ingenio. Fallas observó que los trips –unos diminutos insectos de la familia Thysanoptera que son plaga en el aguacate- gustan de las flores de color amarillo como los girasoles.

Lo que hizo Fallas fue sembrar flores amarillas para que funcionen de señuelo. “Si uno necesita hacer un control, pues se hace en esas plantas y no se afecta al cultivo”, dijo.

Con los años, Francisco Fallas notó que algunos insectos, que son considerados plaga en el cultivo de aguacate, prefieren las flores amarillas. Entonces, se dedicó a sembrar flores amarillas en determinados lugares para que estas sirvieran de señuelo y así evitar que los insectos llegaran a los árboles de aguacate.(Créditos: Nina Cordero)

Agricultura sostenible

Para el agricultor, el tomar medidas orientadas a la sostenibilidad no solo permite a los productores adaptar sus fincas al cambio climático sino que también alinearla a las demandas del mercado y, con ello, también ganar resiliencia socioeconómica. 

“Creo que, cada vez más, el país va entrando en una etapa en donde al productor se le va a facilitar más el dar ese cambio. No es un cambio fácil, pero hay que hacerlo”, destacó.

Este trabajo fue posible gracias a una beca para la producción de trabajos periodísticos en temas de ciencia, la cual fue concedida por la Fundación Gabo y el Instituto Serrapilheira, con el apoyo de la Oficina Regional de Ciencias de la UNESCO para América Latina y el Caribe.

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