Reunidos a propósito de la conferencia ministerial sobre Clima, Energía y Medio Ambiente, los países del G7 —que agrupa a las siete economías más ricas en el mundo— acordaron acelerar la salida de los combustibles fósiles de sus matrices energéticas, pero no fijaron un plazo para hacerlo.
“Enfatizamos nuestro compromiso en el contexto del esfuerzo global por acelerar la eliminación gradual de los combustibles fósiles para alcanzar sistemas de energía cero emisiones netas para 2050 a más tardar”, se lee en un comunicado suscrito por los ministros tras su reunión en Sapporo, en el norte de Japón.
Sin acordar calendario
La fecha constituyó uno de los principales puntos de discusión entre los países más ricos del mundo: Estados Unidos, Canadá, Alemania, Italia, Reino Unido, Francia y Japón.
El Reino Unido, con apoyo de Francia, propuso dejar de utilizar el carbón para producir electricidad en 2030. Sin embargo, la propuesta fue debatida por Japón y Estados Unidos, que arguyeron la presión sobre los suministros energéticos causados por la guerra en Ucrania.
Ante este panorama, no se acordó un nuevo plazo más allá del adoptado el año pasado, cuando el G7 propuso suprimir gran parte de los combustibles fósiles utilizados para fines eléctricos al 2035.
Otro punto que causó debate fue la propuesta japonesa de nuevas inversiones en gas en nombre de “la seguridad energética”, precisamente argumentando los impactos sufridos por el sector energético debido a la invasión de Rusia a Ucrania, la cual disparó los precios en el mercado internacional.
En 2022, el G7 había decidido tolerar inversiones en gas como respuesta provisional a “circunstancias excepcionales” (en este caso, la guerra), pero Japón quisiera extender aún más ese plazo y también busca que este grupo de países ricos reconozca su estrategia de utilizar hidrógeno y amoniaco como combustibles para sus centrales de gas y carbón, un concepto que espera exportar a otras partes de Asia.
Al final, el comunicado divulgado tras el cierre de la reunión incluye planteamientos similares en pro de “la seguridad energética”, pero también establece parámetros para tales inversiones y destaca la “necesidad primaria” de una “reducción de la demanda de gas”.
Años críticos
La cita del G7 se dio casi un mes después de que el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) diera a conocer su informe síntesis del sexto ciclo de evaluación, conocido como AR6.
En este, la evidencia científica señala que “los aumentos observados en las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) desde 1750 están inequívocamente causados por las actividades humanas”.
Cada una de las últimas cuatro décadas ha sido sucesivamente más cálida que cualquier década anterior desde 1850. La temperatura global de la superficie en las dos primeras décadas del siglo XXI (2001-2020) fue 0,99 °C más alta que 1850-1900 y la temperatura global de la superficie ha aumentado más rápido desde 1970 que en cualquier otro período de 50 años, durante al menos los últimos 2000 años.
De seguir así, el calentamiento de 1,5°C y 2°C por encima de la media se superará durante el siglo XXI, a menos que se produzcan profundas reducciones de emisiones en las próximas décadas. Eso significa que las emisiones deberán alcanzar su punto máximo antes de 2025 y reducirse en un 43% al 2030, si se quiere limitar el calentamiento a 1,5°C. Esto con miras a alcanzar el cero neto al año 2050.
El sector energético es el único capaz de realizar estas reducciones con el fin de hacer “un cambio de timón”, dado que es el mayor responsable por las emisiones debido a su dependencia de los combustibles fósiles.
El presidente del IPCC, Hoseung Lee, lamentó que “de momento” hay una falta de “voluntad política fuerte” en la acción climática, esto pese a que el Acuerdo de París fue apoyado por todos los países, incluidos aquellos pertenecientes al G7.
Estados Unidos: el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero después de China, se volvió a adherir al Acuerdo de París en 2021, abandonado bajo la presidencia de Donald Trump. Su sucesor, Joe Biden, prometió reducir las emisiones de 50% a 52% en 2030 en comparación con 2005. Aprobado el año pasado, su gran plan para el clima prevé US$370.000 millones de inversiones. No obstante, el país sigue apostando fuertemente por los hidrocarburos, como lo demostró la aprobación el mes pasado de un gran proyecto petrolero en Alaska, percibida como una traición por parte de las organizaciones medioambientales.
Japón: con escasos recursos energéticos y muy dependiente de sus importaciones de hidrocarburos, el país asiático quiere reducir sus emisiones 46% para 2030 respecto a sus niveles de 2013. El gobierno decidió acelerar las energías renovables y espera reactivar más reactores nucleares, muchos de los cuales siguen desconectados desde la catástrofe de Fukushima en 2011; pero la tercera economía mundial no deja de invertir en combustibles fósiles. El archipiélago quiere adaptar sus centrales térmicas más modernas para utilizar una parte creciente de hidrógeno y amoniaco como co-combustibles, un proyecto potencialmente costoso y con un beneficio ambiental muy incierto. Por otra parte, Japón aspira al 100% de ventas de automóviles en 2035, incluyendo híbridos y eléctricos.
Alemania: este país prevé reducir sus emisiones en al menos 65% para 2030 en comparación con 1990. La primera economía europea está inmersa en una transformación sin precedentes de su modelo energético, con una fuerte aceleración de sus energías renovables y la reducción de su gran dependencia del gas ruso. El desafío es aún mayor si se tiene en cuenta que Alemania decidió acelerar su salida de la energía nuclear tras la catástrofe de Fukushima en 2011, lo que incrementa su uso del gas y del carbón. Por otra parte, acaba de atenuar el final programado de los carros nuevos térmicos en la Unión Europea a partir de 2035, abriendo la puerta a los carburantes sintéticos si son conformes con el medio ambiente.
Francia: se comprometió a reducir sus emisiones en un 40% de aquí a 2030 respecto a 1990, una ambición que debe reforzarse para tener en cuenta los nuevos objetivos de la Unión Europea (-55%). Sin embargo, París está retrasado en el despliegue de energías renovables para el período 2019-2023 y confía mucho en la energía nuclear para sus esfuerzos de descarbonización, aunque esa fuente de energía no goza de unanimidad en el seno de la Unión Europea.
Reino Unido: quiere reducir sus emisiones 78% de aquí a 2035 respecto a 1990, el objetivo climático más ambicioso hasta la fecha entre los países del G7. Londres quiere prohibir las ventas de nuevos carros térmicos a partir de 2030, acelerar el desarrollo de la energía nuclear y de las energías renovables e invertir 20.000 millones de libras (US$24.900 millones) durante 20 años en tecnologías de captura y almacenamiento de dióxido de carbono. Pero el país sigue siendo muy dependiente del gas natural y su estrategia climática está lejos de convencer a las organizaciones ambientalistas.
Italia: prevé reducir sus emisiones 33% de aquí a 2030 con respecto a sus niveles de 2005. La actual coalición de gobierno de derecha y de extrema derecha, dirigida por Giorgia Meloni, considera demasiado rápido el ritmo de la transición energética previsto en la Unión Europea, preocupándose por sus riesgos para los empleos industriales.
Canadá: espera reducir sus emisiones de 40% a 45% para 2030 en comparación con 2005, un objetivo inferior al de Estados Unidos. Pero en lo que hace al sector automovilístico se muestra más voluntarista que su gran vecino y planea prohibir la venta de carros térmicos en 2035.