Gustavo Valverde pasó de ser un niño interesado en saber lo que pasaba dentro de la subestación eléctrica de Sabanilla a graduarse como doctor en Ingeniería Eléctrica, gracias a su gusto por las matemáticas.
“Quería entender lo que había en esa subestación y bueno, con el tiempo pude entender todo lo que pasaba y mucho más”, comentó el investigador y docente de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Actualmente, Valverde es el ingeniero eléctrico costarricense más citado por sus colegas con 2.695 citas científicas. El catedrático ha publicado 55 documentos arbitrados junto con 15 informes técnicos para instituciones como el Banco Mundial y la Cooperación Técnica Alemana GIZ, entre otras.
Recientemente recibió uno de los mayores reconocimientos que otorga el Ministerio de Ciencia, Innovación, Tecnología y Telecomunicaciones (MICITT): el Premio Nacional de Tecnología Clodomiro Picado Twight en su edición del 2022. Este le fue otorgado por sus estudios en generación distribuida, sistemas inteligentes y vehículos eléctricos.
A propósito del premio, Valverde conversó con Ojo al Clima. Este es un extracto de dicha entrevista:
Costa Rica tiene una matriz eléctrica altamente renovable. Para usted, ¿cuál ha sido el secreto de nuestro éxito? ¿Y en qué aún tenemos que avanzar?
—Fue una apuesta muy visionaria. Los que levantaron la red eléctrica nacional lograron aprovechar las fuentes renovables disponibles en el país y eso es bastante importante, no irse por el camino fácil de aquella época y ese camino fácil era producir electricidad con plantas térmicas.
Todavía tenemos que mejorar en la participación de la energía solar. Costa Rica tiene bastante potencial y ya se ven esos esfuerzos: el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) tiene una planta solar en Miravalles, que fue una donación del Gobierno de Japón, y se le ha sacado provecho.
Eso es bastante relevante porque nos permite diversificar la matriz eléctrica. Se trata de no poner todos los huevos en la misma canasta, porque —con el tema del cambio climático— cuando no hay un tipo de energía generando, pues entonces podemos recurrir a las otras.
¿Cómo podríamos integrar las energías limpias a otros usos como la industria y el transporte?
—En Costa Rica, donde estamos mal portados es en la parte de transporte. Usamos muchísimos combustibles fósiles para transportarnos, y no solo hay que pensarlo en términos de vehículos particulares. Como país debemos apostar al transporte eléctrico, pero público.
Para que eso ocurra van a pasar varios años, porque hay diversos intereses y sabemos que el sector privado es el que va tener que hacer el cambio, puesto que trabajamos con concesiones. Entonces, en un futuro, se pueden hacer ciertos cambios desde el gobierno, que obliguen a las empresas autobuseras a ir haciendo la transición a transporte eléctrico.
Al inicio implica una inversión, pero hay que entender que, en el transporte eléctrico, los costos de operación y mantenimiento son mucho más bajos. Lo que pasa es que mucha gente se va por el precio inicial y se debe tomar en cuenta que el autobús estará 15 años operando y ahí es donde se recobra la inversión.
En transporte eléctrico, ¿cuál es la principal diferencia con otros países?
—Siento que Costa Rica no está tan mal cuando lo comparo con la región. Este país tiene la ventaja de que, si tenemos un vehículo eléctrico y lo estamos cargando, sabemos que es con energía renovable.
Ahorita estamos con una intención de electrificar el transporte. Tal vez lo que le hace falta al país es una mayor flexibilización de la red para aumentar la penetración de energías renovables y, sobre todo, no depender tanto de las fuentes hidroeléctricas.
En los reportes del ICE se ve que la mayor producción de energía eléctrica viene de hidroeléctricas. Perfecto, eso está muy bien; pero eso nos hace muy vulnerables al cambio climático. Puede que vengan momentos de sequías y nos podría dejar en una condición de vulnerabilidad.
En Costa Rica, algunos detractores de la electrificación del transporte argumentan razones técnicas para no hacer la transición. ¿Cuánto de verdad y cuánto de mito hay en esto?
—Hay montones de mitos que ya se han quitado. Por ejemplo, estaba el mito de que el vehículo eléctrico no es rápido y claro que es rápido. Otro era que no sube cuestas, y ya se ha demostrado que sí las suben. La Asociación Costarricense de Movilidad Eléctrica (Asomove) ha realizado caravanas de vehículos eléctricos desde Guatemala hasta Panamá, con todas las montañas que hay de por medio y no ha habido ningún problema.
¿Qué podría hacer el Gobierno para mejorar la transición a un transporte eléctrico?
—Bueno, una de las cosas es que el sector eléctrico del país lo ha hecho bien. Entonces, es en el sector energético donde sí estamos ‘quedados’ con el tema de transporte y combustibles fósiles.
Se necesitan políticas claras y metas claras para lograr esta electrificación del transporte y reducir el uso de combustibles fósiles y así ayudar a la descarbonización del país.
En Costa Rica ya utilizamos el 99% de fuentes renovables, ¿cuál puede ser otro paso para aportar a la lucha contra el cambio climático desde el sector energético?
—Volvemos al tema del transporte eléctrico. Ahí es donde está la gran tarea. Eso es lo que se llama la electrificación de usos: es simplemente utilizar la infraestructura eléctrica o llegar a impulsar diferentes actividades con la electricidad. Ese es el camino a seguir y hacia dónde debemos ir.
Siempre regreso al tema de la flexibilidad del sistema eléctrico, porque si ahora queremos meter todas estas nuevas cargas que van a ser los vehículos eléctricos, eso implica que posiblemente necesitemos una mayor infraestructura eléctrica.
Pues el otro paso parece ser la producción de hidrógeno. Pero, para dar ese paso, tiene que haber bastante energía renovable, con bastantes excedentes, y esos excedentes se pueden llegar a utilizar para la producción de hidrógeno verde.
Lo hay que cambiar es el mindset (mentalidad) de la población. Al usuario final hay que demostrarle que el vehículo eléctrico tiene muchas más ventajas que el vehículo convencional. Al empresario autobusero hay que convencerlo de que el autobús eléctrico es mucho más económico que el autobús convencional.
El Gobierno tiene que entender o tener claro que el transporte eléctrico ayuda en muchísimas cosas por el tema ambiental, pero también a la salud. Si dejamos de utilizar esos vehículos que contaminan tanto, estoy seguro que eso se va ver reflejado en la salud de las personas.
Hay demasiados beneficios con el transporte eléctrico y veo pocas desventajas.