Las hidrofluoroolefinas (HFO) podrían ser una nueva opción para refrigerar con menor impacto en la atmósfera y más flexible ante los controles internacionales cada vez más estrictos de estos gases.

Así lo presentó la ingeniera química colombiana Nohora Clavijo en el marco de la Feria Internacional de Energías Verdes en Refrigeración y Aire Acondicionado (Fiverac), llevada a cabo en el Centro de Convenciones de Costa Rica.

Las HFO representan la cuarta generación de gases refrigerantes. Llegan a sustituir a los hidrofluorocarbonos (HFC) y a los anteriores clorofluorocarbonos (CFC) e hidroclorofluorocarbonos (HCFC), todos con potencia para producir efecto invernadero.

“Las HFO son compuestos orgánicos de doble enlace con una menor vida atmosférica, por lo que tienen menos impacto ambiental, un muy bajo potencial de calentamiento atmosférico y tienen más eficiencia energética”, explicó la ingeniera Clavijo a Ojo al Clima.

La representante de la empresa Honeywell destacó que las HFO presentan facilidades de reconversión al momento de incorporarlas en ciertos equipos de refrigeración que utilicen HFC. También mencionó que se usarán mezclas entre HFO/HFC para reducir el consumo de este último.

Sin embargo, recalcó que se debe consultar a las fábricas antes de realizar este cambio, para saber si es recomendable dependiendo del equipo que se esté utilizando. Otra de las características que destacó fue que poseen un bajo nivel de inflamabilidad, en comparación con los gases utilizados anteriormente.

“Esta nueva opción pronto estará disponible en el mercado para su uso en equipos como contenedores refrigerados y refrigeración automotriz”, aseguró Dylan Castillo, ejecutivo de la distribuidora de refrigerantes Resoco.

La cuarta generación

 En 1987 se estableció el Protocolo de Montreal, que buscaba proteger la capa de ozono al reducir la producción y consumo de sustancias que le causan algún daño.

Debido a esto, se prohibió el uso de los CFC, ya que utilizaban cloro en su composición. En ese momento, la industria decidió elaborar compuestos con bases de flúor y desarrolló los HCFC y los HFC.

Estos sustitutos reducían el impacto en la capa de ozono, pero contaban con un alto potencial de calentamiento, por lo que aportaban al calentamiento global.

Por ello, en 2016 se estableció la Enmienda Kigali, que entró en vigor en el Protocolo de Montreal en 2019, con el fin de reducir el uso y la elaboración de los HCFC y HFC.

Los gases HFC se utilizan en refrigeración doméstica y comercial, refrigeración móvil (camiones que transportan carne y lácteos), incluso en aire acondicionado (tanto fijos, como automotrices).

“La tendencia a nivel mundial es tratar de volver a refrigerantes muy antiguos, como el amoníaco, el dióxido de carbono y el nitrógeno líquido. Estos tienen desventajas y por eso dejaron de usarse hace muchos años”, mencionó Giselle Lutz, ingeniera química de la Universidad de Costa Rica.

Industria rechaza orgánicos

Según los empresarios, los refrigerantes orgánicos, sin embargo, aún no tienen las cualidades para ser utilizados en la industria.

En comparación con el HFO, los orgánicos tienen aún mayor costo de producción y la segunda es que corroen más rápidamente las tuberías. Los refrigerantes sintéticos a base de flúor, de carbono y cloro son inertes para las tuberías, no las dañan.

La diferencia en el costo de producción se debe a que el amoniaco es un compuesto que tiene que almacenarse en un material especial, ya que tiende a corroer los metales, lo mismo que con el dióxido de carbono.

En el caso del nitrógeno, su alto costo se basa en que hay que destilarlo de la atmósfera y esto implica un proceso más caro que producir los fluorocarburos.

Además, son menos eficientes, lo que significa que el motor tiene que usar mayor energía en la compresión para lograr el mismo grado de enfriamiento, añadió Lutz.

De acuerdo con Kendal Blanco, ingeniero químico experto en gases de efecto invernadero del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), otra dificultad es que los refrigerantes orgánicos no se pueden reutilizar.

“El gas que queda en el equipo lo que hace es que cuando se acaba la vida útil, se libera casi todo. Eso es lo que está sucediendo. Nosotros asumimos que todo este gas se libera, porque hay muy poca recuperación”, agregó Blanco.

“En el caso específico de Costa Rica, para el 2012 andaban en 300 gigagramos del dióxido de carbono equivalente que se fugaba al año”, mencionó Blanco.

Refrigeración a futuro

La Enmienda Kigali busca reducir los gases de efecto invernadero y limitar el calentamiento global, ya que propone reducir de manera gradual la producción y el consumo de los HFC en más del 80%, durante los próximos 30 años.

Se espera que para el 2024 los países en desarrollo alcancen congelar los niveles de consumo de HFC y con esto contribuir en gran medida con los objetivos del acuerdo de París.

“Estos gases se liberan y se mantienen en la atmósfera. Lo que hacen es absorber radiación y la vuelven a liberar, pero la liberan hacia todas las direcciones. Entonces, de esa radiación un poco ya se sale de la atmósfera y otro poco lo vuelve a atrapar los gases de efecto invernadero”, explicó Blanco.

A mayor concentración de gases, más energía atrapada y por ello empieza a aumentar la temperatura. Al ser gases con alto potencial de calentamiento global, con una poca cantidad que se libere a la atmósfera, se va a absorber bastante energía.

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