Con el fenómeno de El Niño en su apogeo, se prevé que las altas temperaturas persistan hasta abril. Debido a ello, más vale prestar atención al impacto del calor en la salud de las personas.
“En los pronósticos, se suelen dar recomendaciones en relación con la radiación ultravioleta y se enfatiza el uso de bloqueador solar, pero no se dimensionan los efectos del calor como un todo”, comentó Zaray Miranda, médica e investigadora de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Dolor de cabeza, sudoración excesiva, piel fría y húmeda con escalofríos, incluso pueden presentarse mareos, calambres o espasmos musculares, así como náuseas o vómitos, fiebre, fatiga, confusión y dolor abdominal. También puede haber desmayos y pérdida de conciencia. Todas estas son señales que alertan de una afectación por las altas temperaturas, lo cual significa que las personas deben hidratarse inmediatamente y buscar la sombra. Si persisten, se debe acudir a un centro médico.
Estas afectaciones pueden ser poco frecuentes, aunque de cuidado, como las alergias por sudoración o reacciones en la piel por radiación solar; pero también pueden complicarse. “A veces las personas se quejan de dolor de cabeza y pueden confundirlo con migraña, cuando lo cierto es que es producto de la deshidratación”, mencionó Miranda.
También está la insolación como consecuencia de la exposición prolongada al sol. “A veces nos olvidamos de que la piel es un órgano complejo y súper extenso. Entonces, cuando una persona se quema por efecto de la radiación solar, se genera una inflamación que a su vez propicia una redistribución de líquidos”, explicó.
El golpe de calor, por su parte, implica una afectación multisistémica. Debido a las altas temperaturas, la persona no logra regularse a nivel térmico, propiciándose, así, una serie de alteraciones, incluso a nivel del sistema nervioso. Los casos más graves pueden conducir a la muerte.
“El calor afecta todos los sistemas del cuerpo. Produce una reacción endocrina para intentar contrarrestar el aumento de la temperatura y mantenerla en un rango que el organismo considera saludable. Ante esto, se producen efectos como la vasodilatación para aumentar la sudoración, la redistribución de líquidos, el aumento de la frecuencia cardíaca, también se redistribuye la sangre y dependiendo hacia qué órganos se dirige, esto sí puede representar un riesgo”, expresó Miranda.
Vulnerables
Esta preocupación por los efectos del calor en la salud agrupó a personas de diversas disciplinas, instituciones y organizaciones en una alianza público-privada llamada Verano Vigilante. “Nos dimos cuenta de que este tema y sus medidas de prevención no se estaban comunicando masivamente. Vimos que había una necesidad y consideramos que podíamos hacer un aporte en esa línea, intentando traducir el lenguaje técnico a uno más sencillo”, dijo Miranda.
Entre estos esfuerzos se publicó una nota conceptual sobre las afectaciones en personas vulnerables. Uno de estos grupos corresponde a los menores de cinco años y, particularmente, a los infantes que aún no han cumplido su primer año de vida.
Los niños y las niñas tienen una capacidad de respuesta limitada a la termorregulación, esto debido a la inmadurez de sus sistemas corporales y a un mayor riesgo de absorber el calor del ambiente a causa de su pequeño cuerpo. Además, son personas que dependen de su cuidador para implementar medidas preventivas.
En el otro extremo yacen los adultos mayores, quienes son vulnerables debido a cambios en sus sistemas de regulación térmica y una menor capacidad para sudar. “A menudo tienen problemas de salud y pueden tomar medicamentos para la presión arterial que afectan su capacidad para manejar el calor”, se lee en la nota conceptual.
Por ello, se les recomienda permanecer en lugares frescos, usar ventiladores o aire acondicionado si es necesario, vestir ropa adecuada, beber suficiente agua y descansar adecuadamente. Si muestran señales de estrés térmico, se debe buscar atención médica de inmediato.
Otro grupo vulnerable está compuesto por las personas con enfermedades preexistentes como diabetes, afecciones cardiovasculares, problemas respiratorios o trastornos de salud mental. Con el calor extremo, pueden enfrentar complicaciones y eventos adversos.
“Son personas que están expuestas a descompensaciones”, señaló Miranda. “Por ejemplo, si debido al calor el organismo redistribuye la sangre y esa persona ya tiene una enfermedad cardiovascular de fondo, se expone a que le llegue menos sangre al corazón y puede tener un infarto. Las personas con diabetes o enfermedad renal crónica, ya de por sí, deben tener cuidado con el consumo de líquidos y, pues, ante estas reacciones que el cuerpo hace para compensar el calor, también se exponen a que sus riñones se dañen”, agregó.
Quienes sufren diabetes y cardiopatías corren mayor riesgo de infarto de miocardio, ritmo cardiaco irregular o ictus. Un estudio —publicado en la revista Circulation— calculó que el número de muertes cardiovasculares anuales relacionadas con calor se multiplicaría por 2,6 a nivel general, mientras que en mayores de 65 años se triplicarían. Si bien el análisis se hizo para Estados Unidos, esto pudiera experimentarse en otros países.
Un aspecto que suma vulnerabilidad a adultos mayores y personas con enfermedades subyacentes es el referido a fármacos. “Los medicamentos expuestos a altas temperaturas, sobre todo si están cerca de ventanas donde les pega directamente el sol, pueden perder su efecto o verse alterados y eso también puede provocar descompensaciones”, destacó Miranda.
El cuarto grupo es mujeres embarazadas. El aumento de peso y grasa corporal hace que la temperatura interna y la producción de calor en el cuerpo se incrementen. “Esto hace que sea más difícil para la mujer embarazada enfriarse, especialmente porque su capacidad para sudar y liberar calor disminuye. Además, el metabolismo del bebé en desarrollo también genera calor. Todo esto significa que tanto la madre como el bebé tienen un mayor riesgo de verse afectados negativamente por el calor”, se advierte en la nota conceptual.
Las personas con movilidad limitada también son vulnerables, más si presentan condiciones de salud preexistentes que pudieran agravarse con el calor.
Mayor exposición
Para mantener una temperatura estable, el cuerpo recurre a la respiración, la sudoración y la vasodilatación. Sin embargo, estos mecanismos son insuficientes ante calor extremo cuando existe una vulnerabilidad o debido a una prolongada exposición a altas temperaturas.
En el caso de exposición prolongada, los trabajadores al aire libre —como agricultores, pescadores, peones de construcción, entre otros— tienen mayor riesgo de sufrir estrés térmico. A esto se suma que realizan tareas que son físicamente exigentes o les hace acumular mucho calor (como los guardas de seguridad que permanecen en casetas pequeñas y poco ventiladas), lo cual influye en su capacidad de termorregulación.
“Los empleadores deben asegurarse de que estos trabajadores tengan descansos regulares a la sombra y acceso continuo a agua potable. Si es necesario, deben proporcionar también bebidas rehidratantes. Durante la jornada laboral, se recomienda no beber más de 10 litros de agua y 1,5 litros de bebidas rehidratantes. Además, es crucial que los trabajadores continúen hidratándose incluso después de terminar su turno”, se recomienda en la nota conceptual.
De hecho, existe un decreto ejecutivo (N°39.147), del Ministerio de Trabajo, que regula temas de hidratación, sombra, descanso y protección en entornos de trabajo. “Sin embargo, hay personas que trabajan al aire libre que no tienen patronos directos —como quienes hacen delivery o los guardas que no pertenecen a una empresa— porque no hay garantía que se cumpla con esa normativa. Aquí es donde juega un rol importante la comunicación y la educación, porque estas personas igual están expuestas y, por sus propios medios, van a tener que procurarse la forma de proteger su salud”, dijo Miranda.
¿Qué pueden hacer? “Utilizar medios físicos de protección como mangas y gorras. Ponerse bloqueador solar y estarse hidratando. Y, en los momentos en los que siente agotamiento, buscar la sombra”, sugirió la médica.
Cualquier persona puede experimentar problemas de salud si no toma precauciones: mantenerse hidratado (6-8 vasos de agua al día), seleccionar vestimenta apropiada y ponerse bloqueador solar, además de minimizar la exposición directa al sol. Procurar buena ventilación en casas y edificios, así como sitios de resguardo o sombra.
Las personas que realizan actividades físicas al aire libre, como correr o andar en bici, deben evitar las horas de mayor intensidad solar y tomar descansos regulares.
A largo plazo
Debido a la ola de calor que experimenta Sudamérica, Perú emitió una alerta epidemiológica. De esta manera, el Ministerio de Salud solicitó a los hospitales y clínicas estar atentos, especialmente de niños y adultos mayores.
“Las alertas epidemiológicas sirven para mejorar la precisión en los diagnósticos. En medicina, los diagnósticos se basan en probabilidades. Los médicos aprendemos un razonamiento clínico, el cual parte de una entrevista y un examen físico estructurado, que nos lleva a hacer asociaciones para determinar lo que pudiera estar pasando. Ese razonamiento no se hace en el vacío, sino que responde al contexto epidemiológico de cada país o región”, manifestó Miranda.
Si bien las olas de calor ocurren más en zonas templadas, los países tropicales —como Costa Rica— están experimentando más días cálidos y mayores temperaturas diurnas y nocturnas. En este sentido, se hace necesario sumar el calor al contexto epidemiológico del país, mientras que una alerta epidemiológica permite que los hospitales y clínicas se preparen, se trabajen protocolos de diagnóstico y se generen campañas educativas de prevención.
No obstante, y según Miranda, todo esfuerzo debe basarse en datos y el acceso a estos es esencial para saber si el calor está afectando a personas con enfermedades crónicas, por ejemplo, o en qué zonas del país, en qué circunstancias, etc.
Aún más importante, los datos ayudarían a diseñar planes de adaptación para el sector sanitario. “Se requiere preparar a todo el sistema de salud, eso incluye desde la capacitación al personal médico y de enfermería hasta los tratamientos que se van a ofrecer”, destacó Miranda.
Asimismo, estos planes permitirían trabajar en medicina preventiva y seguridad laboral. También se idearían soluciones para grupos específicos como personas migrantes en tránsito y los habitantes de la calle, para quienes se deben diseñar medidas según su contexto y considerar su atención en los centros de salud.
La misma infraestructura sanitaria requiere de atención. “Los quirófanos, por su condición estéril, no pueden estar a temperatura ambiente. Eso quiere decir que la compensación tiene que hacerse con aire acondicionado y eso acarrea costos, los cuales se deben prever”, señaló Miranda.
Las salas de espera en los centros de salud también deben estar climatizadas. “Las personas llegan a Emergencias ya descompensadas por una enfermedad y al esperar ahí sentados, en condiciones de calor extremo, pudiera agravar su situación”, agregó la médica.
Incluso, los servicios pueden verse interrumpidos. La ola de calor experimentada durante el verano de 2022, obligó a una quinta parte de los hospitales británicos a cancelar operaciones durante los tres días en que las temperaturas se dispararon, revelaron investigadores de la Universidad de Birmingham.
Entre los factores estuvieron la escasez de personal (35,8%), la inseguridad del entorno del quirófano (30,3%) y la falta de camas (22,1%). Si las altas temperaturas hubiesen continuado, otro tercio de los hospitales habría tenido que cancelar operaciones, ya que los edificios no estaban preparados para soportar temperaturas tan altas.
“Las soluciones a los problemas del clima son colectivas. Obviamente uno puede tener sus acciones individuales, pero las soluciones que van a tener más impacto son las colectivas”, reflexionó Miranda.
La colaboración entre el sector salud y los Gobiernos locales tiene un efecto directo en la calidad de vida de las personas. “Las municipalidades, el Ministerio de Salud y la Caja de Seguro Social se deberían aliar en la formulación de planes de adaptación que respondan a las necesidades locales. De esta manera, se generarían acciones pertinentes para cada cantón”, dijo la investigadora de la UCR.
Por poner un ejemplo: mientras Puntarenas podría priorizar las medidas dirigidas a su población de pescadores, Montes de Oca se enfocaría en su población estudiantil dada la cantidad de escuelas, colegios y universidades. Lo mismo pasa con otros cantones que son más agrícolas o turísticos.
En la nota conceptual de Verano Vigilante se hace un llamado a los Gobiernos locales para incrementar sus zonas arborizadas. “Sé que en otros países latinoamericanos se están mapeando las zonas de mayor calor para proponer intervenciones, entre ellas, aumentar la cobertura de árboles de forma planificada”, comentó Miranda.
Aparte de la nota conceptual y un sitio web (veranovigilante.com), los profesionales de Verano Vigilante se están reuniendo con instituciones, organizaciones y colectivos. Ya se dio un acercamiento con el Colegio de Ingenieros y Arquitectos, así como con una cooperativa de pescadores artesanales.
“Nos hemos dado cuenta de que existe una necesidad de capacitación y, probablemente, esa sea la segunda etapa del proyecto. Sobre todo es importante capacitar en esta intersección entre cambio climático y salud”, manifestó la médica.
Ciertamente el calor que se percibe actualmente se debe a El Niño, pero no se puede obviar que los escenarios climáticos pronostican más días cálidos, así como otros efectos que podrían poner en jaque la salud de la población.