Las lluvias de la tormenta tropical Nate cayeron sobre Costa Rica el 3 de octubre del 2017 y salieron del país tres días después. Pero para Marielos Alvarado, vecina de la comunidad de Corralillo en Filadelfia de Guanacaste, la tormenta no acabó tan fácil.

“A nivel emocional fue muy estresante. Fue difícil. Me costó mucho superar ciertas cosas. Todavía no se me sale de la cabeza los adultos mayores o los niños vomitándose del hambre”, dijo Alvarado, quien también es secretaria del Comité Comunal contra Desastres de Corralillo.

Alvarado es una de las casi mil personas que quedaron aisladas en un albergue sin agua, luz ni comida en Corralillo, por causa de las inundaciones. También es una de las que está intentando superarlo.

“Nadie esperaba que fuera de tal magnitud la emergencia. Yo llegué a mi casa 19 días después y ver que no había quedado nada más que la casa... fue impactante”, señaló llevándose las manos a la cara.

Como esta vecina de Corralillo, muchas otras personas sufren deterioros en su salud mental luego de grandes desastres, según aseguran expertos. No obstante, este es un rubro que muchas veces las autoridades y las propias comunidades dejan de lado.

Según José Francisco Alemán, coordinador de emergencias de la Municipalidad de Carrillo, el trabajo en salud mental luego de los desastres es muy importante para la recuperación de las comunidades. Sin embargo, señaló que poco se trabaja sobre el tema.

“Cuando sucede la emergencia, la gente se desespera por ayuda, por enfermedades, por comida, etc. Al final se atienden estos elementos como comida y albergue pero la afectación psicosocial no se atiende”, indicó Alemán.

El deterioro psicológico luego de grandes desastres es una realidad pero no es la imagen completa, según explicó la coordinadora de la Brigada Psicosocial de la Universidad de Costa Rica (UCR), Gabriela Mora.

“El impacto psicológico es lo que vos estás sintiendo a nivel emocional en alguna circunstancia. Cuando hablamos de apoyo psicosocial, aunque lo emocional está incluido ahí, es más amplio”, explicó Mora.

De acuerdo con Mora, la atención psicosocial se enfoca en disminuir las vulnerabilidades a los desastres y en abrir espacios de diálogo y organización comunal.

Lo cierto es que, debido a que el cambio climático aumenta la probabilidad de eventos extremos, la salud mental en las comunidades afectadas podría verse afectada.

Así lo determinó un estudio del 2017 publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health, el cual indica que “se debe tomar en cuenta los efectos a largo plazo” que pueden tener los desastres en la salud mental.

La tormenta Nate, por ejemplo, tuvo un paso devastador por Costa Rica. Esta tormenta se llevó 11 vidas y dejó más de $385 millones en pérdidas, según datos de la CNE. No obstante, la magnitud del daño en salud mental aún se desconoce.

Ahora, las autoridades buscan una forma de medir ese daño y de disminuir otros en el futuro por medio del Plan Nacional de Adaptación (principal  instrumento de adaptación al cambio climático), según confirmó el Ministerio de Ambiente.

Riesgo acecha

El riesgo es algo de todos los días en Corralillo. Esta comunidad yace sobre lo que antes era un humedal y está rodeada por dos ríos: Las Palmas y Tempisque. Aquí los accesos son difíciles, las oportunidades laborales son pocas y el planeamiento insuficiente.

Para finales del 2017, esta comunidad ya había vivido tres inundaciones grandes, según indicó Alvarado, una vecina. Sin embargo, nadie estaba preparado para Nate.

Los resultados fueron desastrosos: aislamiento total, tres días sin luz ni agua, dos días enteros sin alimentos y 93% de las viviendas afectadas. Ahora, la comunidad trabaja en digerir esta experiencia y en aprender cómo fortalecer sus vulnerabilidades.

Con ayuda de la Brigada de Atención Psicosocial de la UCR, el Comité Comunal contra Desastres de Corralillo realizó una serie de talleres con la comunidad el pasado 30 de junio para abrir espacios de diálogo y capacitar a los vecinos.

“Un elemento importante es no olvidar. No es solamente recordarlo como 'eso que me hizo daño' sino, más bien, observar cómo tenemos que ir mejorando a partir de un evento que ya sucedió”, explicó Mora, psicóloga y coordinadora de la Brigada.

De acuerdo con Mora, otra forma de superar los impactos de la tormenta es reducir las vulnerabilidades de la comunidad. De esta forma se les da más seguridad y se reducen las posibilidades de vivir una emergencia como la de Nate nuevamente.

“Ellos tienen una vulnerabilidad social en cuanto al tema de los trabajos, por ejemplo. Lo que tienen son cañales alrededor y el periodo en que sacan caña es muy corto. Después de eso quedan sin trabajo”, indicó.

Los accesos también son una vulnerabilidad importante en Corralillo, según explicó Alemán, de la Municipalidad de Carrillo. “Cuando aquí se inunda, solamente se puede llegar en helicóptero”, señaló.

Para cambiar esto, el encargado de emergencias de la Municipalidad aseguró que se han buscado nuevas rutas terrestres y acuáticas (a través de los ríos) para acceder en caso de inundaciones. Esto les permitiría traer suministros y alimentos, algo que hizo falta durante la emergencia.

Según reconocieron Alemán y Marielos Alvarado, estos talleres han tenido éxito en la comunidad porque son un espacio para compartir sus vivencias de la emergencia y donde pueden aprender de ellas.

“Esperábamos gente pero no esperábamos la cantidad que hay, a pesar de ser fin de semana. Eso demuestra que la comunidad está despertando y está reaccionando”, dijo Alvarado.

La comunidad de Corralillo de Guanacaste realizó talleres donde compartieron sus experiencias de la tormenta Nate el pasado 30 de junio.(Créditos: Fotografía: Sebastián Rodríguez)

¿Dónde está la ayuda?

A pesar de los esfuerzos de la Brigada de Atención Psicosocial de la UCR, ellos mismos aseguran que llevar apoyo psicosocial a las comunidades en este momento es una tarea difícil.

Para que la atención en salud mental llegue a las comunidades, ellas mismas tienen que pedir apoyo y eso puede ser un problema, según explicó Marco Carranza, uno de los coordinadores de la Brigada.

Según explicó Carranza, cada comunidad hace una valoración de las pérdidas y las tiene que reportar al Comité Municipal de Emergencias. La Municipalidad, a su vez, reporta esos daños a la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).

Lo que no queda reportado en el informe de daños no se toma en cuenta para la recuperación y esto incluye afectación en salud mental, según indicó el coordinador de la Brigada. Autoridades municipales confirmaron que este tema frecuentemente queda por fuera.

“En los informes (de la Municipalidad), como ellos no piden (apoyo psicosocial), no se toma en cuenta. Creo que es un elemento a tratar en los informes de situación que uno hace, porque no se ha venido tomando en cuenta”, aseguró Alemán.

Marianela Rojas, psicóloga del Ministerio de Salud y miembro del Comité Asesor Técnico de Apoyo Psicosocial organizado por la CNE, coincidió con los miembros de la brigada en que un paso fundamental es capacitar a los municipios en este tema.

“Si el Comité Municipal de Emergencias no conoce que el tema de salud mental es básico, entonces nunca va a plantear una necesidad del tema”, señaló Rojas.

No obstante, incluso si las comunidades pidieran recuperación psicosocial, aún hay mucho trabajo por hacer.

El trabajo de la Brigada en esta y otras comunidades –como Upala– es un esfuerzo importante pero, según explicó Carranza, destinar más recursos al apoyo psicosocial es complejo. Esto porque no existe en el país una forma clara de medir cuánta afectación psicológica hubo en cada comunidad.

“Hasta el momento se ha intentado hacer diagnósticos y visitas pero no hay una uniformidad en los criterios. Eso limita que uno pueda presentar elementos concretos y que sean validados por los entes correspondientes”, explicó Carranza.

Según indicó el psicólogo de la UCR, la Comisión Nacional de Emergencias ya está trabajando en diseñar indicadores para valorar el impacto de los desastres en la salud mental.

“No es necesariamente cuantificar porque una situación de estas tiene más dimensiones. Pero sí se está haciendo un trabajo –en conjunto con el Comité Asesor Técnico de Apoyo Psicosocial (de la CNE) – para poder evaluar de alguna manera el impacto psicosocial”, explicó.

(Créditos: Fotografía: Sebastián Rodríguez)

Adaptación integral

Autoridades del Ministerio de Ambiente confirmaron que la salud mental juega un papel importante en sus planes de adaptación al cambio climático, ya que los eventos extremos podrían tener repercusiones en la salud pública.

Según dice el Plan Nacional de Adaptación al cambio climático (elaborado por varios sectores como infraestructura, Turismo y Salud, entre otros), el Gobierno buscará que, para el 2030, todas las municipalidades del país tengan programas de salud mental y riesgo.

Para Marianela Rojas, miembro del Comité Asesor Técnico de Apoyo Psicosocial, el enfoque de salud mental es sumamente importante para resistir los impactos del cambio climático de manera integral.

“Es importante que exista el componente (psicosocial) porque es parte de la cotidianidad. Si no se toma en cuenta, pasaría lo que está pasando actualmente: (la salud mental) queda invisibilizada pero le termina generando un costo altísimo al estado”, señaló Rojas.

Actualmente, el apoyo psicosocial a nivel nacional es coordinado por el Comité Asesor Técnico de la CNE, del cual Rojas forma parte. No obstante, según explica, este tiene un alcance muy limitado.

“El Comité es un ente asesor y lo que hace es asesorar en una situación de emergencia y asesorar procesos de sensibilización. Pero no es un ente ejecutor. Entonces esa es una de las debilidades que nosotros encontramos”, explicó.

Más bien, los esfuerzos de este Comité están orientados a educar a las comunidades para que ellas mismas puedan reaccionar en las situaciones de emergencia. Así se contempla en el Plan Nacional de Adaptación.

“Generar capacidades en los Comités Municipales permite la acción. Cuando sucede una situación de desastre, quienes dicen lo que se requiere son los Comités Municipales. Ellos son los que ‘administran’ la emergencia”, indicó Rojas.

En esto coincidieron los coordinadores de la Brigada, Mora y Carranza, quienes aseguraron que una de las cosas más importantes para disminuir el riesgo en una comunidad es la organización previa.

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