Durante décadas, los encargados de las redes eléctricas del mundo entero repitieron un mensaje: la energía producida por plantas hidroeléctricas es limpia. Eso parece una obviedad. Sin embargo, un reciente estudio señala que esa afirmación dice apenas parte de la verdad.
Científicos de la Universidad de Washington (WSU, en inglés) emplearon un nuevo mecanismo para medir el impacto de los embalses y concluyeron que las represas hidroeléctricas podrían ser responsables de una gigatonelada de dióxido de carbono equivalente al año, poco más que toda la economía canadiense.
Según ellos, las más de 1 millón de represas en el mundo podrían ser responsables de cerca del 1,3% del total de emisiones generadas por los humanos cada año.
Ciertamente, la energía hidroeléctrica resulta muchísimo más limpia que las plantas de combustibles fósiles que emplean carbón, petróleo o gas natural para producir electricidad, pero estos nuevos datos ponen obligan a repensar el rol que jugarán los embalses en el siglo XXI.
Por lo general, las otras fuentes renovables, como la eólica y la solar, tiene poca o ninguna emisión en el proceso de producción de energía. Eso significa que su huella de carbono vienen de las etapas indirectas de la producción, como el transporte de equipo y la construcción de infraestructura.
A pesar de estos números, la energía hidroeléctrica todavía es una fuente efectiva para combatir el cambio climático si se mantiene de la mano de otras fuentes renovables, coinciden los expertos.
Según explicó la directora de cambio climático del Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), Andrea Meza, comparado a las 49.5 gigatoneladas de carbono producidas globalmente en el 2010 (la mayoría por combustibles fósiles), una gigatonelada producida por las represas no cambia mucho el panorama.
“No creo que sea necesario deshacerse de las hidroeléctricas para alcanzar la meta de los 2 grados. (...) es importante que el país, por temas de vulnerabilidad frente al cambio climático, diversifique su matriz de fuentes renovables con renovables no convencionales como solar o eólica”, comentó Meza.
En Costa Rica, según el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero del 2012 elaborado por el Instituto Meteorológico Nacional (IMN), las represas generaron 46 mil toneladas de carbono, un 0,25% de las emisiones totales.
¿Por qué emitirían estos gases las represas?
A diferencia de grandes cuerpos de agua naturales, como los lagos, los embalses formados para las plantas hidroeléctricas tienden a inundar fincas, bosques y otras zonas verdes, lo que provoca que haya mucha materia orgánica en descomposición tanto en la superficie del suelo como debajo de él.
Los científicos a cargo del estudio explicaron que esta inundación genera un desbalance en el ciclo natural de descomposición, ya que fomenta a ciertos microbios a acelerar la conversión de materia orgánica en otros compuestos.
Como resultado, identificaron que la materia orgánica almacenada en la superficie del suelo y debajo de ella se convierte en metano, dióxido de carbono y óxido nitroso. Estos compuestos acabarían en nuestra atmósfera como gases de efecto invernadero.
Un detalle importante del estudio es que el 80% de los gases emitidos por los embalses serían correspondientes al metano, un gas que, a largo plazo, es 34 veces más potente que el dióxido de carbono, pero permanece menos tiempo en la atmósfera (apenas 20 años, contra cerca de un siglo en el caso del CO2).
Una de las autoras de la investigación, Bridget Deemer, admitió en un comunicado de la WSU sentirse sorprendida por esto.
Ella manifestó que, si bien se preveía una cantidad importante de metano, la detección de un porcentaje tan alto de este gas fue inesperada.
Estudios en el país
El investigador y docente de la Universidad Nacional (UNA), Jorge Herrera, afirmó que esta emisión coincide con análisis previos y que la UNA ha realizado estudios en el campo con el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y con la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL).
En el caso de la CNFL, se estudiaron los embalses hidroeléctricos Brasil, Nuestro Amo y Lago Cote durante 3 años y los resultados se publicaron en 2013.
En él se detallan hallazgos similares: significativas emisiones de metano. Esto se manifestó especialmente durante la época seca ya que la superficie del agua está más baja y más cerca del suelo, lo que favorece los procesos microbianos.
El análisis del ICE es confidencial, explicó el experto. Ojo al Clima contactó al Instituto, pero no recibió respuesta.
En Costa Rica, la matriz eléctrica es dominada por la energía hidroeléctrica. El 72,9% de la electricidad del país fue producida en las represas en el 2015 según el capítulo ambiental del informe Estado de la Nación 2016.
Además, la energía hidroeléctrica suple alrededor de 21% de la producción de energía de América Latina y 85% de la electricidad renovable global según datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA, en inglés), convirtiéndola en la energía renovable de más producción.