En la finca de Francisco Fallas, ubicada en La Pastora de San Marcos de Tarrazú, los árboles de aguacate no superan los tres metros. Ese tamaño de árbol permite hacer un manejo eficiente del cultivo, ya que estos requieren menos cantidad de agua y fertilizante.

También, al ser más pequeños, se puede tener más unidades por hectárea, lo cual sigue un principio de sostenibilidad que busca ser más intenso en la producción en el menor espacio posible para así evitar el cambio de uso del suelo. Esto le ha permitido a Grupo FASECOR, la empresa familiar de Fallas, lograr unas 14 toneladas de producto por hectárea.

“Árboles más pequeños, con una estructura más definida, van a ser más fácil nutrirlos y manejarlos. Al natural, un árbol de aguacate crece más de 12 metros, pero si uno los poda se pueden mantener en 2-3 metros”, comentó Fallas.

El manejo agronómico, en este caso a través de la poda, se considera una medida de adaptación al cambio climático, más en tierras que tienen una aptitud media y baja para el cultivo, como lo evidenciaron los mapas de Zonificación Agroecológica (ZAE) -realizados por el Instituto Nacional de Innovación y Transferencia en Tecnología Agropecuaria (INTA)- para el cantón de Tarrazú.

De hecho, y como parte del proyecto ZAE, el INTA brindó una serie de talleres para enseñar a los agricultores a manejar estos mapas de zonificación agroecológica como una herramienta de planificación, con tal de que puedan aplicarla en sus fincas. También se programaron días de campo donde se socializaron prácticas que permitirán adaptar las fincas al cambio climático.

En total se capacitaron a 1331 personas de forma directa y 9523 indirectamente. En estas capacitaciones, los funcionarios del INTA hablaban de aspectos como las distintas variedades del cultivo que están siendo estudiadas hasta perspectivas climáticas para la zona así como otros aspectos como nutrición del suelo y manejo integrado de plagas y enfermedades.

También ocurrieron intercambios de conocimientos entre productores, donde se compartían prácticas que han funcionado en la finca de alguno y se hacían ejercicios para aprender, por ejemplo, a realizar bioles (biopreparados artesanales a base de insumos orgánicos).

Las capacitaciones se realizaron en los cinco cantones que formaron parte del proyecto ZAE (Naranjo, Dota, Tarrazú, Alvarado y el norte de Puriscal) y tomando en cuenta los 10 cultivos zonificados: papa (variedad Floresta), cebolla (variedad Alvara), zanahoria (variedad Bangor F1), repollo (variedad Escazú), café (variedad Caturra), aguacate (variedad Hass), limón persa (Citrus latifolia), maracuyá (Passiflora edulis), pasto Cuba OM22 y pasto kikuyo.

En la finca de Francisco Fallas, los árboles no superan los tres metros. Los residuos de la poda se reutilizan como materia vegetal para nutrir el suelo.(Créditos: Nina Cordero)

Gestión del conocimiento

Con el fin de que todo el conocimiento generado esté disponible y sea de fácil acceso, se creó la Plataforma de Tecnología, Información y Comunicación Agropecuaria y Rural (PLATICAR). En este sitio web (http://platicar.go.cr) no solo están los documentos técnicos sino también se cuenta con videos de capacitación, fichas técnicas y galerías fotográficas que explican tecnologías.

Asimismo, a través de la plataforma, los productores pueden contactar a investigadores y extensionistas para hacerles consultas. Los agricultores también pueden aportar su conocimiento local y así enriquecer el contenido. De esta forma, se busca crear comunidades virtuales donde, a pesar de la distancia física, se esté más en contacto.

En la sección de Fichas Técnicas, el INTA sistematizó el conocimiento acumulado a la fecha en cuanto a prácticas de adaptación al cambio climático para los cultivos de yuca, cacao, hortalizas, café y aguacate. También en temas como conservación de suelos, agricultura orgánica y ganadería.

En aguacate, por ejemplo, se enseña a los productores a elaborar biol de pasto fermentado con microorganismos de montaña (MM), también abono orgánico (Bocashi). Asimismo, hay información disponible sobre control cultural del picudo del fruto (plaga), fertilización orgánica, siembra directa, mini terrazas y uso de cortinas rompevientos.

Otra iniciativa –que no forma parte del proyecto ZAE pero sí lo complementa- es el Centro de Innovación Agropecuaria, el cual es respaldado por Fundecooperación. Consiste en una herramienta tecnológica, aún en diseño, que busca brindar asistencia técnica y asesoría remota a los productores.

Según Marianella Feoli, directora ejecutiva de Fundecooperación, la idea es que el productor pueda crear un perfil de su finca con información que sirva de referencia a los expertos, incluso detalles relativos a zonificación agroecológica.

A partir de este perfil de finca, los expertos –basados en el conocimiento científico disponible a la fecha- podrán brindar recomendaciones a los agricultores para así guiarlos en cuanto a medidas de adaptación.

Asimismo, el objetivo es que los productores puedan realizar sus consultas mediante esta plataforma y, así, se les brindará asistencia pronta y remota mientras se agenda una visita del técnico extensionista.

“De esta forma se tiene asistencia técnica de manera remota e inteligente, porque ya se puede cruzar información no solo del ZAE sino también meteorológica”, recalcó Feoli.

La motivación detrás es que en esta plataforma confluyan las diversas instituciones que trabajan en el sector agro y, con ello, ganar en eficiencia y mejorar la atención a los productores. Incluso, y según Feoli, se podrían favorecer capacitaciones y proyectos conjuntos.

Este trabajo fue posible gracias a una beca para la producción de trabajos periodísticos en temas de ciencia, la cual fue concedida por la Fundación Gabo y el Instituto Serrapilheira, con el apoyo de la Oficina Regional de Ciencias de la UNESCO para América Latina y el Caribe.

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