Los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales alrededor del mundo tienen usos productivos de quemas locales, las cuales reducen la carga de combustible a nivel local y crean cortafuegos naturales en el terreno.
Para Andrew Davis, investigador del Programa Regional de Investigación sobre Desarrollo y Medio Ambiente (Prisma), un referente de este modelo de manejo forestal indígena se encuentra al norte de Guatemala, específicamente en Petén, en las concesiones comunitarias de la Reserva de la Biosfera Maya.
Luego de los Acuerdos de Paz de Guatemala, negociados entre 1991 y 1996, el Gobierno acordó otorgar concesiones forestales a las comunidades locales. Petén fue uno de los beneficiados.
Allí, las comunidades han implementado una serie de actividades orientadas al manejo del fuego como planes de prevención de incendios, cortafuegos, quemas agrícolas controladas, vigilancia, advertencia temprana, sistemas de respuesta en tiempo real y la integración de prácticas comunitarias con las propuestas del Gobierno, usando tecnología de geolocalización (GPS) y drones.
“Este 2020 hubo una temporada seca, marcada por un nivel de precipitación muy baja y altas temperaturas, condiciones que propician la incidencia de incendios forestales”, expresó Erick Cuellar, subdirector de la Asociación de Comunidades Forestales del Petén (Acofop).
El 99,3% de los bosques afectados por incendios se dieron fuera de las áreas de manejo forestal comunitario. “Esto evidencia que Acofop ha sido capaz de organizarse, de proteger efectivamente los bosques y de colaborar en otras áreas donde hubo incendios muy serios”, señaló Cuellar.
Asimismo, Acofop fue la organización comunitaria que más personas aportó para el combate de los incendios forestales en esta temporada.
“La clave de este modelo de manejo forestal comunitario es que el bosque existe en la medida en que sea capaz de generar beneficios para la gente que vive en él”, manifestó el subdirector de Acofop.
¿Cuáles son las claves de este modelo?
Para Davis, en primer lugar, la clave para lograr un manejo forestal sostenible está en el reconocimiento de los derechos a la tierra. Los derechos de tierra comunitaria establecen el marco de colaboración entre comunidades y gobiernos. Además, estos ayudan a las comunidades a mantener fuera a quienes consideran “intrusos”, los cuales son quienes causan los incendios forestales.
En segundo lugar, es necesario invertir en las economías de la comunidad. “No es suficiente contar con los derechos de tierra en papel, debe haber una inversión en las economías comunitarias que permitan que estas comunidades sostengan sus sistemas de manejo en las concesiones comunitarias, como el que vimos en Acofop”, dijo Davis.
Finalmente, según el director del Programa de Bosques y Gobernanza Territorial de Prisma, es importante integrar los sistemas de la comunidad con los del Gobierno, ya que ambos trabajan para la prevención y el control del fuego.
“Creemos que este sistema en Guatemala puede ser un modelo muy útil para replicar en otras partes del mundo, como Brasil, y en otros bosques tropicales”, señaló Davis.