En los últimos cinco años, distintos proyectos se han dedicado a la restauración coralina en Costa Rica como una forma de mejorar las condiciones para la vida marina y aportar en la lucha contra el cambio climático.
Uno de sus puntos en común es que buscan involucrar a las personas locales y turistas en los procesos científicos y en la limpieza de las estructuras que funcionan dentro de los viveros. Además, se pretende que esto pueda traer beneficios económicos a las comunidades donde se llevan a cabo las restauraciones coralinas.
Cada proyecto cuenta con su propio vivero, donde la especie Pocillopora suele ser la predominante. Esta es una especie con forma tridimensional y ramificada, la cual -aparte de su rápido crecimiento- propicia la llegada de distintos organismos, haciendo que los arrecifes se recuperen.
Actualmente, el país cuenta con cuatro proyectos de este tipo y todos ubicados en el Pacífico, a saber: Raising Coral trabaja en Golfo Dulce, Culebra Reef Gardens restaura los arrecifes de bahía Culebra en Guanacaste, mientras que el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) hace lo mismo en playa Sámara (Guanacaste) y Punta Leona en playa Blanca (Garabito de Puntarenas).
Si bien cada proyecto cuenta con su propia técnica debido a las condiciones oceánicas donde se ubica y la presión turística, lo cierto es que todos siguen la misma lógica, la cual se basa en recolectar fragmentos de coral -con tamaños menores al 10% de los corales sanos- para dejar que estos crezcan en los viveros y luego llevarlos a los arrecifes para completar el proceso de restauración.
Los cuatro proyectos han dejado constancia de grandes mejoras en los ambientes marinos, ya que se ha aumentado la diversidad y abundancia de peces, así como la de otros organismos como pulpos, cangrejos y caballitos de mar. Esto representa un aporte a la pesca artesanal porque significa que se tendrán más especímenes en el mar y, de esa manera, las comunidades costeras podrán aumentar sus ingresos.
Los corales son uno de los organismos que más sufre por el cambio climático, ya que -debido al aumento de la temperatura de los océanos- pierden el alga con que viven en simbiosis, lo cual los blanquea, los debilita e incluso mueren a causa de ello. Con la muerte de los corales, las especies marinas se quedan sin hábitat, por lo que -poco a poco- sus poblaciones también se ven reducidas.
Los arrecifes también cumplen un papel importante en la protección de las costas, ya que reducen la erosión de estas al disminuir el impacto sufrido por las olas y las tormentas. Además, capturan dióxido de carbono de la atmósfera y lo fijan en sus esqueletos, por lo que se convierten en reservas de carbono permanentes.
Esa es la razón detrás de la decisión de restaurar corales y si bien el aporte individual de cada proyecto podría ser pequeño, lo cierto es que -al juntar sus esfuerzos- logran generar un gran impacto positivo en la vida marina costarricense.
Raising Coral
La restauración coralina en Golfo Dulce, liderada por Raising Coral, es uno de los proyectos pioneros de este tipo a nivel nacional. A pesar de que la iniciativa surgió en 2016, la coordinadora de Raising Coral, Tatiana Villalobos, aseguró que los primeros dos años y medio fueron de prueba y error, porque aún no se encontraban haciendo restauración.
Fue hasta el 2019 cuando empezaron a trabajar a gran escala. Villalobos comentó que, al día de hoy, han trasplantado más de 3.000 colonias de coral, las cuales han sido sembradas en Punta Islotes, Pelagos y Nora.
Uno de los desafíos que enfrenta esta iniciativa es que no cuentan con suficientes donantes naturales de la especie Pocillopora. Villalobos mencionó que, a la fecha, solo tienen 17 en todo el Golfo Dulce y esto tiene implicaciones a nivel genético, ya que al haber poca variabilidad en los genes de los corales, las colonias son más propensas a sufrir por los efectos del cambio climático y distintas enfermedades.
Por esta razón, los investigadores de Raising Coral -junto a los científicos del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR UCR)- buscan entender la diversidad genética de los corales en pro de su restauración. Aunque se tiene este reto, lo cierto es que los resultados a la fecha son buenos.
“Aproximadamente el 95% de las colonias de Pocillopora que hay ahorita, las hemos traído nosotros de vuelta, es decir, las hemos logrado propagar en los viveros y plantar con éxito en el arrecife. Hemos tenido una sobrevivencia del 95%, cuando lo normal en los sitios de trasplante es de 60 o 70%”, dijo Villalobos.
Aunque los investigadores mejoran constantemente los procesos, actualmente utilizan una técnica de cuerdas. Estas son estructuras que tienen forma de tendederos y en ellas se colocan los fragmentos de coral que recolectan en los arrecifes sanos para esperar a que crezcan, lo cual demora normalmente entre 9 y 12 meses.
Una vez que estos fragmentos tienen un tamaño adecuado, se llevan al fondo del arrecife para ser trasplantados. Para esto, los investigadores utilizan un tipo de grapas que ayudan a fijar la cuerda con los fragmentos o amarran individualmente cada uno de los fragmentos con cuerdas de pescar.
Desde Raising Coral han logrado definir un modelo con prácticas seguras para realizar las restauraciones coralinas. Además, fueron los encargados de escribir el protocolo nacional para el trasplante de corales en Costa Rica.
Culebra Reef Gardens
Del sur del país pasamos al norte, específicamente a bahía Culebra, donde se encuentra el segundo proyecto de restauración coralina. Según Juan José Alvarado, coordinador científico del proyecto e investigador principal por parte del CIMAR, las labores comenzaron en el 2018 y, para ese momento, la cobertura de coral vivo en toda la bahía era menor al 5%.
Ya para 2022, los resultados eran bastante notorios; ya que, según Alvarado, los corales trasplantados tienen una supervivencia de casi el 100%. Por otro lado, la tasa de crecimiento en sus viveros es tres veces más grande que la que tienen los corales en los arrecifes de manera natural.
“En vez de esperarnos un año para tener un coral saludable, tenemos que esperarnos cuatro, cinco o seis meses y ya lo podemos trasplantar y eso es por el cuidado que le damos al coral”, comentó Alvarado.
Una de las características distintivas que tiene este proyecto, en comparación a los demás, es que se deben utilizar unas estructuras diferentes en los viveros, llamadas arañas. Los investigadores pegan los corales a la estructura y, poco a poco, los corales van creciendo e incluso atraen fauna marina a los viveros.
Alvarado mencionó que en el arrecife de playa Blanca, ubicado en esta bahía, originalmente se inició con cinco estructuras de unos 400 corales, ahora cuentan con casi 6.000 corales solo en ese punto y ya están empezando a poner más estructuras.
Según el investigador del CIMAR, el uso de esta técnica se debe a que en bahía Culebra hay mucho viento (lo que arrastraba a los tendederos) y esta bahía es mucho más productiva, lo cual hacía que los tendederos se llenaran de organismos y gastaran mucho tiempo limpiándolos.
“Pasamos de tener 10 tipos de peces, al inicio del proyecto, a tener 70 especies de peces asociados al arrecife, además de pulpos y caballitos de mar. Luego se empezaron a meter tiburones dentro de las estructuras y tortugas. Antes llegábamos al lugar, que era un arrecife muerto, y no llegaba nada; ahora está lleno de vida. Es muy interesante ver cómo el esfuerzo de un par de años da resultados”, añadió Alvarado.
Este año comenzaron a involucrar a la comunidad para que sean los encargados de los corales y el monitoreo respectivo y, de esta manera, el proyecto incluye esfuerzos de ciencia ciudadana.
Por otro lado, se encuentran trabajando con estudiantes de la carrera de Educación de la Universidad de Costa Rica (UCR) y con el Liceo de Playas del Coco así como con el Colegio Técnico Profesional de Sardinal para hacerle adecuaciones a los temarios del Ministerio de Educación Pública (MEP), esto con el fin de incluir el tema de restauración coralina en la malla curricular.
“Hemos visto que el proyecto ha tenido mucho éxito a nivel ecológico; pero si la comunidad no se apropia de sus ecosistemas, no va a llegar a ningún lado. Por eso es importante involucrar a las personas”, comentó Alvarado.
Playa Sámara
En playa Sámara, ubicada en Guanacaste, también se hace restauración coralina y la iniciativa vino por interés de los líderes locales, quienes contactaron al Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) para pedir asesoría.
Al igual que Raising Coral, Carlos Pérez -biólogo del INA- comentó que los primeros dos años fueron de prueba y error, por lo que hasta el 2019 encontraron las especies, las estructuras y las fechas que funcionaban para playa Sámara.
Desde que comenzaron a realizar trasplantes coralinos hasta la fecha, el proyecto lleva 1.400 fragmentos de coral con una supervivencia entre 70% y 80%. “Los cosechamos desde que miden 5 cm hasta 15 cm. En el momento en que los vamos a sembrar se realiza una última medición, por eso decimos que hemos sembrado casi el equivalente al área de una cancha de fútbol (el área mínima de una cancha es de 4.050 metros cuadrados)”, comentó Pérez.
Por otro lado, y como los corales son capaces de absorber dióxido de carbono de la atmósfera, Pérez realizó el cálculo de cuánto carbono ha sido capturado por los arrecifes restaurados de playa Sámara desde que inició el proyecto, asegurando que han sido aproximadamente 180 toneladas de carbono.
En este lugar se utilizan viveros de tendederos, los cuales pueden sostener 200 fragmentos en ellos. Es por esto que, cuando llegan los turistas, su tarea es amarrar los corales en las líneas para que luego los buzos -que fueron capacitados previamente- las lleven a cada tendero. Sin embargo, no pueden recibir turistas en los meses de agosto, septiembre y octubre debido a que las condiciones del mar no son favorables al buceo.
Un detalle que resalta en este proyecto es que a los turistas que donan dinero pueden nombrar un coral y cuando realizan los trasplantes, los encargados de la restauración le toman foto para que las personas vayan viendo como va creciendo el coral que ayudaron a plantar.
Pérez comentó que el aumento en la vida marina ha sido evidente, ya que pasaron de tener 14 especies de peces a 30. Además, la cantidad de estas especies se ha duplicado.
Motivados por estos grandes avances, el proyecto tiene la meta de sembrar 10.000 corales en los próximos dos años.
Punta Leona
En playa Blanca, cercana al hotel Punta Leona, también se han interesado en la restauración coralina. Según César Vargas, gerente de Relaciones Corporativas de Punta Leona, esta iniciativa tiene la particularidad de combinar dos proyectos: uno de arrecifes artificiales y otro de restauración coralina.
Seis meses antes de iniciar labores en los arrecifes artificiales, se realizó un monitoreo previo y se identificaron 13 especies de peces. Según Vargas, el último monitoreo realizado -con fecha del 15 de diciembre de 2021- reflejó un aumento de cuatro veces la cantidad de especies, ya que actualmente cuentan con 57.
“Ahora se observan muchos depredadores de primera línea en la zona, depredadores que antes no se observaban, eso quiere decir inequívocamente que la vida marina está en crecimiento”, comentó Vargas.
El proyecto de arrecifes artificiales data del 2019 y el proyecto de trasplante de fragmentos de coral dio inicio en 2022. Actualmente se tienen tres fragmentos listos para trasplante y ya se habían sembrado unos 25.