“Tras la recuperación de la pandemia por COVID-19, se prevé que el sector de la naturaleza crezca entre el 4 y el 6% anual, en comparación con menos del 1% para la agricultura, la madera y la pesca”.
Así lo destacaron los autores del reporte Protegiendo el 30% del planeta para la naturaleza: costos, beneficios e implicaciones económicas, un documento de trabajo que analiza las consecuencias económicas de la propuesta impulsada por un grupo de científicos y organizaciones de proteger 30% de los ecosistemas marinos y terrestres para el año 2030.
El reporte, más conocido como el Informe Waldron, fue elaborado gracias a la contribución de 100 científicos en ecología, agricultura, pesca, economía y finanzas, turismo, antropología y estudios indígenas, etnobiología y ciencia del clima.
El estudio mide los impactos financieros que tienen las áreas silvestres protegidas sobre la economía global y sus beneficios no monetarios derivados de servicios ecosistémicos como mitigación y adaptación al cambio climático, provisión de agua, conservación de suelo, etc.
“Nuestro informe muestra que la protección en la economía actual aporta aún más ingresos que las alternativas y es probable que agregue ingresos a la agricultura y la explotación forestal, al tiempo que ayuda a prevenir el cambio climático, la crisis del agua, la pérdida de la biodiversidad y las enfermedades. Aumentar la protección de la naturaleza es una política sólida para los gobiernos que tienen que compatibilizar diferentes intereses. No se le puede poner un precio a la naturaleza, pero los números económicos apuntan a su protección”, señaló Anthony Waldron, autor principal del estudio, en un comunicado de prensa.
El análisis fue comisionado por Campaña por la Naturaleza, una iniciativa de National Geographic Society y Wyss Campaign for Nature, junto a otras 100 organizaciones, que busca incidir para que los países adopten la meta del 30% de protección al 2030 como parte del próximo plan de acción de la Convención de Diversidad Biológica (CDB).
La recomendación de proteger el 30% de los ecosistemas terrestres y marinos se desprende de un tratado científico, titulado A Global Deal For Nature, publicado el año pasado en la revista Science Advances.
Actualmente, solo el 15% de los ecosistemas terrestres y 7% de los marinos están protegidos. Los científicos recomiendan escalar ambos porcentajes a 30% para así sobrevivir a los impactos resultantes de la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.
Más beneficios que costos
Según el Informe Waldron, esa protección adicional generaría -en promedio- 250.000 millones de dólares al año en resultados económicos directos y 350.000 millones de dólares anuales por concepto de servicios ecosistémicos al 2050.
Aún así los investigadores admiten que esa es una estimación conservadora, ya que no se contabilizaron todos los servicios ecosistémicos. “Este nuevo informe solo calcula el valor de un subconjunto de servicios de los ecosistemas proporcionados por los bosques y los manglares, los dos ecosistemas sobre los que existen datos más fiables a escala mundial”, se lee en el reporte.
Actualmente, las áreas silvestres protegidas reciben una tercera parte del financiamiento necesario para ser administradas eficazmente. La necesidad real es de 68.000 millones de dólares anuales y se invierte apenas 24.300 millones de dólares al año. Esa brecha es aún mayor en países en desarrollo.
Una efectiva administración de 30% de los ecosistemas terrestres y marinos bajo un esquema de protección requerirá, según los cálculos del Informe Waldron, de una media de 140.000 millones de dólares anuales para 2030. Para ponerlo en contexto: el paquete de estímulo anunciado por Estados Unidos, en marzo de 2020, en respuesta al COVID-19 asciende a 2,2 billones de dólares.
“Esta inversión en la protección del 30% del mar y la tierra significaría costos netos a corto plazo, pero serían impulsados por los beneficios financieros a lo largo del tiempo”, destaca el reporte.
De hecho, y según el informe, los beneficios superan a los costos por un factor de 5:1. Eso sí, los autores advierten sobre la necesidad de realizar análisis locales, abordar la compensación, el apoyo comunitario, las alternativas de medios de vida, la educación y la gobernanza para el cumplimiento de la meta.
“Por ejemplo, los beneficios a mediano y largo plazo de la pesca a partir del 30% de protección de los océanos requieren costos a corto plazo mientras la pesca se recupera en torno a las zonas marinas protegidas de captura nula. A medida que el turismo crece, este debe ser gestionado cuidadosamente para asegurar que se mantenga en niveles sostenibles y conserve los bienes naturales en los que se basa”, detalla el informe.