Después de lidiar con un 2023 que rompió récords de temperatura, este 2024 pareciera ir por el mismo camino. Por ejemplo, este enero fue el más cálido desde que existen registros, según informó el Servicio Copernicus de Cambio Climático (C3S).

Esto quiere decir que enero del 2024 estuvo 0,70°C por encima de la media de 1991-2020 para este mes y 0,12°C por encima de la temperatura del anterior enero más cálido, el cual se registró en 2020. Asimismo, fue 1,66°C más cálido que la media para este mes en el periodo 1850-1900.

Si bien El Niño comenzó a debilitarse en el Pacífico Ecuatorial, las temperaturas del mar se mantuvieron en un nivel inusualmente alto, reportó C3S. Y eso trajo consigo afectaciones: mientras el hemisferio norte vivió uno de sus inviernos más suaves, el hemisferio sur está lidiando con un fuerte verano.

En Suramérica, los meses de enero y febrero estuvieron marcados por olas de calor, aumento de casos de dengue e incendios forestales.

El Parque Nacional Nahuel Huapi, en Argentina, fue uno de los afectados por los incendios forestales de inicios de 2024.(Créditos: Administración de Parques Nacionales de Argentina)

Incendios

En el Parque Nacional Los Alerces, en la provincia de Chubut en Argentina, el fuego afectó una amplia zona boscosa de 7.500 hectáreas, aproximadamente. Para controlarlo, se requirieron aviones hidrantes, helicópteros y brigadistas de varias provincias.

Otras áreas silvestres afectadas fueron el Parque Nacional Nahuel Huapi (el incendio Arroyo Cretón-Brazo Tristeza consumió unas 585 hectáreas) y el Parque Nacional Lanín. Y en las cercanías del río Pilcomayo ocurrió un incendio que consumió 1.169 hectáreas.

En la Patagonia, la intensidad de los vientos favoreció la propagación de las llamas. Lo mismo sucedió en los bosques montañosos cercanos a Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana en Chile, donde los fuertes vientos desplazaron con rapidez el fuego.

El área reducida a cenizas fue de más de 29.000 hectáreas. Estos incendios destruyeron más de 7.000 viviendas y dejaron sin luz, agua y bajo una nube humo a una de las zonas más pobladas de Chile. Además, causaron la muerte de al menos 132 personas, mientras decenas siguen desaparecidas.

“Se trata del incendio forestal más mortífero del mundo desde el de Australia en 2009”, señalaron los científicos del World Weather Attribution (WWA).

Si bien los fuertes vientos y las altas temperaturas contribuyeron a los incendios forestales, no fueron los únicos factores. “La meteorología es un factor importante en los incendios forestales, aunque los cambios en la vegetación (combustible), los factores de ignición y las estrategias de gestión de incendios también influyen”, destacó el WWA en su más reciente análisis.

La prolongada sequía experimentada en Chile desecó la vegetación, facilitando la existencia de combustible para los incendios. Los investigadores también mencionaron que los grandes monocultivos de pinos y eucaliptos, que se han plantado en las últimas décadas, aumentaron el riesgo tanto de ignición como de propagación del fuego en muchas regiones.

También está el tema del ordenamiento territorial. Una de las zonas más golpeadas corresponde a un asentamiento superpoblado que se instaló sin previa planificación en un terreno de difícil acceso y, debido a su cercanía con la costa y la capital, allí viven familias de clase media y baja, incluso en precarios.

“En toda la zona estudiada, el riesgo de incendio está aumentando notablemente debido a las actuales prácticas de gestión del territorio, como la expansión de las zonas de interfaz urbano-forestal (incluido el crecimiento de asentamientos informales en zonas forestales) y la conversión generalizada de plantaciones autóctonas a foráneas y monocultivos”, se lee en el estudio.

Tras analizar lo sucedido, los investigadores del WWA consideraron que “las inversiones existentes en prevención de incendios y medidas de adaptación, unidas a la percepción de bajo riesgo entre los residentes de las zonas propensas a los incendios, han demostrado una eficacia limitada para mitigar adecuadamente el riesgo de incendios”.

De hecho, y según la Corporación Nacional Forestal de Chile (CONAF), más del 99% de los incendios forestales ocurren a causa de la negligencia humana. Por ello, las campañas de prevención podrían ayudar a la concienciación y propiciar acciones a nivel comunitario.

Un ejemplo de esto es el programa piloto de Villa Botania, una pequeña localidad cercana a Quilpué, que -si bien se vio rodeada por las llamas- apenas sufrió daños. La comunidad venía plantando vegetación autóctona y resistente al fuego a la vez que crearon cortafuegos.

Las regiones más golpeadas por los incendios forestales en Chile fueron Valparaíso y Viña del Mar.(Créditos: Javier TORRES / AFP)

“Las medidas para hacer frente al importante riesgo de incendio deberían incluir una mejor ordenación del territorio; una mayor coordinación, asignación de recursos y participación de la comunidad en la prevención y adaptación a los incendios; y campañas de concienciación”, recomendó el WWA.

La vegetación exótica también estuvo detrás de los incendios forestales que afectaron a Bogotá, en Colombia. Eucaliptos, pinos y retamos espinosos son especies presentes en la cadena montañosa que limita la ciudad al este, donde se localizó parte de las llamas.

Lo que más preocupa a los expertos es que estas especies son consideradas “pirófilas” por su afinidad al fuego. “Cuando ocurre un incendio se ven beneficiadas en su reproducción y empiezan a tomar áreas más grandes, desplazando a la vegetación nativa”, explicó Arnold García Samaca, biólogo del Grupo de Investigación y Docencia en Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (Ecolmod) de la Universidad Nacional de Colombia, a AFP.

“Estas plantas han hecho que los Cerros Orientales sean más propensos a incendios por la cantidad de material vegetal que almacenan en el suelo, que muchas veces no cuenta con microorganismos idóneos para degradar tal vegetación exótica”, continuó el investigador.

Esa hojarasca se extiende como un colchón vegetal en las montañas y su desecación le convierte en combustible, más en meses de calor extremo y condiciones secas.

Ahora el temor es que los incendios se extiendan a las regiones del Amazonas y el Pacífico. Sobre todo porque la cuenca del Amazonas ya presenta una vulnerabilidad: la excepcional sequía experimentada en el 2023.

A mediados de 2023, la cuenca del Amazonas experimentó una intensa sequía, impulsada por las bajas precipitaciones y el calor persistente. Los ríos en algunas regiones presentaron sus niveles más bajos en más de 120 años, lo que afectó a millones de personas. Las comunidades ribereñas fueron las más afectadas por la pérdida de cultivos e ingresos, problemas de salud, escasez de alimentos y agua potable.

Según los científicos del WWA, el cambio climático hizo que esta sequía agrícola fuera aproximadamente 30 veces más probable en junio-noviembre de 2023. El Niño, un fenómeno climático natural que generalmente trae condiciones secas a la región, tuvo una influencia mucho menor.

La Amazonía es la selva tropical más grande del mundo. El cambio climático y el cambio en el uso de la tierra están empujando al bosque hacia un estado más seco, lo que causaría una muerte masiva de árboles y liberaría grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, calentando aún más el planeta.

Las hembras del mosquito Aedes aegypti son las responsables de la transmisión del dengue. Cuando pican a una persona le transmiten el virus. (Foto: James Gathany / CDC / Wikicommons)

Calor y dengue

El cambio climático también estuvo detrás del calor experimentado por Suramérica en los meses de agosto y setiembre de 2023, cuando se supone que las temperaturas sean más bajas porque estos países se encuentran en primavera.

Según un análisis de WWA, el cambio climático hizo que este calor primaveral fuera al menos 100 veces más probable. Si bien El Niño pudo haber tenido alguna influencia en las altas temperaturas, el cambio climático fue el principal impulsor del calor, lo que lo hizo que este episodio fuera entre 1,4 y 4,3 °C más caluroso de lo que habría sido en el periodo preindustrial.

En agosto y septiembre de 2023, las temperaturas superaron los 40 °C en Brasil, Bolivia, Argentina y Paraguay. Murieron personas en Brasil y Bolivia a causa de los golpes de calor.

Ahora, en pleno verano austral, alertas por calor sofocante se han dado en Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil. Perú, incluso, emitió una alerta epidemiológica para que sus centros de salud estén preparados ante eventuales casos.

Las alertas sanitarias no sólo se están enfocando en padecimientos relacionados al calor. Con las altas temperaturas también se intensificó el dengue. Brasil, por ejemplo, registró 345.235 casos probables en las primeras cinco semanas del año, casi cuatro veces más infecciones que en el mismo periodo en 2023 (93.298 casos).

“Las temperaturas récord de finales del año pasado, con el fenómeno de El Niño, son un factor nuevo y determinante para explicar este aumento de casos”, dijo Fábio Baccheretti, presidente del Consejo Nacional de Secretarios de Salud (Conass), a AFP.

El dengue, enfermedad causada por un virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti, causa de 100 a 400 millones de infecciones al año en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El dengue solía distribuirse desde México hasta Paraguay y el norte de Chile, en un rango altitudinal que no superaba los 2.200 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, y según OMS, desde 1950 vienen presentándose condiciones favorecidas por el incremento de la temperatura que han propiciado la ampliación del rango de distribución del mosquito Aedes aegypti y, con él, la dispersión de la enfermedad.

“Estamos viendo que el dengue se está propagando en áreas que antes estaban libres en Brasil, por lo que debemos seguir de cerca este fenómeno”, advirtió Baccheretti.

Esto se debe a que “temperaturas más elevadas favorecen la reproducción de los vectores y reducen el periodo de maduración de los microorganismos patógenos en su interior”, señaló OMS en su informe Cambio Climático y Salud Humana: riesgos y respuestas.

De hecho, entre 1970 y 1995, el número anual de epidemias de dengue se correlacionó positivamente con condiciones de mayor calor y humedad. En este sentido, y según proyecciones de OMS, se calcula que 3.900 millones de personas de 128 países están en riesgo de infección por dengue.

Desde enero, el MINAE y el SINAC establecieron el Sistema de Alerta Permanente ante Incendios Forestales. Se prevé que la temporada de incendios se extienda hasta finales de abril.(Créditos: MINAE)

Proyección

Esto fue lo que vivió Suramérica en enero y febrero. A Centroamérica le esperan dos meses particularmente cálidos, especialmente abril. Es más, se prevé que El Niño llegue a su fin ese mes.

Aunque El Niño vaya de salida, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) advirtieron que 2024 podría romper el récord del 2023.

Según NOAA, existe un 33% de posibilidades que 2024 supere este máximo histórico y un 99% que se sitúe entre los cinco años más cálidos de los registros.

No es para menos. Desde febrero de 2023 a enero de 2024 se registró una temperatura media 1,52°C superior a la del período 1850-1900, señaló C3S.

Ahora bien, y tal como dice Richard Betts -quien es el director de estudios sobre los impactos climáticos en la oficina nacional de meteorología británica-, “esto no significa que hayamos superado la barrera de +1,5 °C fijada en el Acuerdo de París”.

Para ello, habría que superar este límite de forma estable durante varias décadas. “Sin embargo, se trata de un nuevo recordatorio de los profundos cambios que ya hemos aportado a nuestro clima mundial y a los que nos tenemos que adaptar ahora”, agregó Betts.

El clima actual ya se sitúa alrededor de 1,2 °C por encima de la media correspondiente al periodo preindustrial (1850-1900). Al ritmo actual de emisiones, se podría alcanzar el límite de 1,5 °C en el lustro de 2030-2035.

“Es una señal muy importante y desastrosa”, sostuvo Johan Rockström, investigador del Instituto de Potsdam. “Una alerta para decir a la humanidad que nos acercamos más rápido de lo previsto al límite de 1,5 °C”, agregó.

“Una reducción rápida de las emisiones de gases de efecto invernadero es el único medio de frenar el aumento de las temperaturas mundiales”, manifestó Samantha Burgess, jefa adjunta del servicio de C3S.

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