En junio arranca la temporada de ciclones en la cuenca del Atlántico y, este año, el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) espera 19 tormentas y al menos nueve de ellas podrían ser huracanes.

Para este periodo de temporales, los pronósticos del IMN fueron divididos en dos trimestres: de junio a agosto y de septiembre a noviembre. La importancia de esta división radica en que es más probable que la mayoría de los ciclones se concentren en el segundo trimestre. De hecho, el 84% de las tormentas que ocurrieron en el periodo 1988-2017 fueron en los meses de octubre y noviembre, confirmando la alta posibilidad de que en estos meses ocurran la mayoría de ciclones.

Eladio Solano, meteorólogo del IMN, explicó que la razón por la que se presentan más fenómenos en el último trimestre es debido a varios factores climatológicos. Estos van desde el comportamiento de los vientos en niveles bajos como en niveles altos de la atmósfera hasta la incidencia de fenómenos de orden invernal en el norte de América, ya que las ondas o las bajas presiones pueden unirse a los frentes fríos y potenciarlos. Por ejemplo, un frente frío puede combinarse con una onda tropical, como pasó en el 2016 con el huracán Otto.

Otro motivo es el desplazamiento climatológico de estos fenómenos. Los ciclones surgen a inicios de temporada mar adentro, algunas veces cerca de las costas del continente africano. Ahí es donde, poco a poco, se van desplazando hacia el oeste alcanzando islas pequeñas o el mar Caribe a finales de la temporada y es por eso que en esos meses se concentra la mayoría de las tormentas.

Condiciones favorables a huracanes 

Según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estado Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), el 2022 se convertirá en el séptimo año consecutivo en que la actividad de huracanes se encuentre por encima del promedio. De hecho, y según mencionó la Organización Meteorológica Mundial (OMM), las temporadas de huracanes del 2020 y 2021 fueron bastante activas, incluso llegaron a agotar la lista rotativa de nombres regulares que se tenían previstos.

(Créditos: IMN)

En cuanto a la temporada del 2022, una de las condiciones que modula la intensidad es el fenómeno de El Niño Oscilación del Sur (ENOS), el cual se encuentra en su fase fría o fase de La Niña. La permanencia de La Niña durante la temporada ciclónica es uno de los aspectos que estarían incidiendo en el aumento anticipado de la actividad en esta temporada.

Otro aspecto a tener en cuenta es el comportamiento de la temperatura del océano Atlántico, el mar Caribe y el golfo de México. Para que un ciclón tropical pueda formarse, una de las condiciones es que la temperatura superficial del océano esté cerca o por encima de los 27°C. 

En el mar Caribe, actualmente, se observan temperaturas entre los 28°C y 29°C, mientras que en el océano Atlántico se llega a temperaturas de 26°C y 27°C. Este comportamiento se considera normal; sin embargo, se espera que condiciones más cálidas se vayan presentando más adelante en la temporada.  

Según los pronósticos de junio a agosto y de septiembre a noviembre, se puede ver una diferencia en la temperatura superficial esperada entre estos periodos. Según Solano, existe una alta probabilidad de que la temperatura llegue a estar sobre lo normal en el océano Atlántico, aumentando las posibilidades para que se forman ciclones tropicales en ambos trimestres, pero para el segundo se esperan temperaturas mayores.

El sexto reporte del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) proyecta que la proporción mundial de huracanes de categoría 4-5, junto con sus picos de viento y las tasas de lluvia, aumente debido al calentamiento global. Además, el aumento en el nivel del mar y el desarrollo no planificado de las zonas costeras ha aumentado el riesgo y el impacto de los eventos extremos.

Preparación

Alejandro Picado, presidente ejecutivo de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), mencionó las acciones preventivas que están tomando en cinco ejes centrales. El primero de estos es la activación de las estructuras de coordinación, como el centro de operaciones de emergencia nacional y los 90 comités de emergencia en todos los niveles. Otro punto relevante es que la CNE ha activado todos los mecanismos de alerta en coordinación con el IMN.

La CNE cuenta con 500 puestos de vigilancia, esto con el objetivo de realizar un monitoreo permanente de las comunidades vulnerables y deslizamientos identificados. Picado también aseguró que se tienen las 54 bodegas listas para proveer el equipo necesario para cualquier emergencia que se presente y dar una respuesta rápida.

El quinto eje es la preparación para el rescate y el establecimiento de albergues bajo coordinación con los comités junto con los entes de primera respuesta, como los bomberos o la Cruz Roja, y todas las instancias del sistema nacional de gestión del riesgo.

Picado aclaró que, aunque el sistema le pueda dar seguridad a los costarricenses, no hay que bajar la guardia. Hizo un llamado a la población para que acaten las recomendaciones de las autoridades y tomen con responsabilidad las medidas necesarias para evitar que los incidentes cobren vidas humanas. 

Entre las recomendaciones brindadas, la CNE pide a la ciudadanía consultar medios oficiales para informarse así como las redes sociales y el sitio web de la institución. 

También aconseja a las personas que habitan cerca de ríos o laderas inestables, estar en constante contacto con sus municipalidades y o la CNE para informarse sobre las medidas que deban tomar en caso de una emergencia. 

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