Desde que se firmó el Acuerdo de París, en 2015, 64 países -incluido Costa Rica- disminuyeron sus emisiones de carbono en 0,16 gigatoneladas por año durante el periodo 2016-2019 en comparación a 2011-2015.

Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de East Anglia (UEA), la Universidad de Stanford y Global Carbon Project. El análisis se publicó hoy en Nature Climate Change.

“El desplazamiento de la energía fósil por la energía renovable y la disminución del uso de la energía fueron los factores comunes que contribuyeron, y que representaron el 47% y el 36% de la disminución de las emisiones, respectivamente”, destacaron los autores.

La otra razón que explica esta reducción yace en el creciente número de leyes y políticas sobre cambio climático y transición energética. Actualmente se contabilizan más de 2.000 leyes y políticas climáticas en todo el mundo.

De los 36 países de renta alta, 25 disminuyeron sus emisiones durante 2016-2019 con respecto al quinquenio anterior. Ese fue el caso de Estados Unidos (-0,7%), la Unión Europea (-0,9%) y el Reino Unido (-3,6%). “Las emisiones disminuyeron incluso cuando se contabiliza la huella de carbono de los bienes importados producidos en otros países”, escribieron los investigadores.

Por su parte, 30 de los 99 países de renta media-alta también disminuyeron sus emisiones durante 2016-2019 en comparación con 2011-2015, “lo que sugiere que las acciones para reducir las emisiones están ahora en marcha en muchos países del mundo”.

En este grupo, los autores destacaron el caso de México (-1,3%). También manifestaron que si bien las emisiones de China aumentaron un 0,4%, ese número es mucho menor al crecimiento anual del 6,2% de 2011-2015.

Aún así, los recortes anuales de 0,16 gigatoneladas representan tan solo el 10% de los 1.000 millones de toneladas requeridas año con año para cumplir con los objetivos del tratado internacional.

Si bien 64 países disminuyeron sus emisiones, otros 150 las incrementaron. A nivel mundial, las emisiones crecieron en 0,37 gigatoneladas por año durante 2016-2019 en comparación con 2011-2015.

“Los esfuerzos de los países para reducir las emisiones de dióxido de carbono desde el Acuerdo de París están empezando a dar sus frutos, pero las acciones no son todavía a gran escala y las emisiones siguen aumentando en demasiados países”, dijo Corinne Le Quéré, autora principal del análisis e investigadora de UEA.

El factor COVID-19

Las medidas sanitarias adoptadas en el marco de la pandemia, que favorecieron el confinamiento y la limitación al desplazamiento para evitar los contagios, provocaron que las emisiones mundiales cayeran 2,6 gigatoneladas, aproximadamente 7% por debajo de los niveles de 2019.

“Nunca antes se había observado una disminución de 2,6 gigatoneladas en las emisiones anuales globales”, anotaron los investigadores en el estudio.

Según el Global Carbon Budget 2020, informe realizado también por UEA y Global Carbon Project pero esta vez en conjunto con la Universidad de Exeter, las emisiones procedentes del transporte representaron la mayor de las disminuciones mundiales.

Las emisiones provenientes del transporte terrestre, como los viajes en automóvil, se redujeron aproximadamente a la mitad en el punto máximo de cierres. En diciembre de 2020, las emisiones del transporte por carretera y aquellas derivadas de la aviación seguían estando por debajo de los niveles de 2019, en aproximadamente un 10% y un 40%, respectivamente, debido a las continuas restricciones.

Sin embargo, los autores del estudio publicado en Nature Climate Change también admiten que el 2020 tan solo representa haber presionado el “botón de pausa”, ya que le mundo sigue dependiendo de los combustibles fósiles.

“El sistema climático está impulsado por la cantidad total de dióxido de carbono puesto en la atmósfera durante siglos. Si bien disminuyeron en 2020, las emisiones aún aumentaron a los mismos niveles que en 2012, y la caída es insignificante en comparación con la cantidad total de dióxido de carbono emitida durante los últimos siglos. El calentamiento global se detiene cuando las emisiones llegan a cerca de cero y COVID-19 no ha cambiado eso”, explicó Glen Peters, director de Investigación en el Centro CICERO para la Investigación Climática Internacional en Noruega, a Periodistas por el Planeta.

Las medidas de confinamiento tampoco son una solución sostenible y deseable para enfrentar el cambio climático.

“El descenso de las emisiones por las respuestas a COVID-19 pone de manifiesto la escala de las acciones y de la adhesión internacional necesarias para hacer frente al cambio climático. Ahora necesitamos acciones a gran escala que sean buenas para la salud humana y buenas para el planeta”, dijo Le Quéré.

Para los investigadores, a menos que la recuperación de la COVID-19 dirija las inversiones hacia las energías limpias y la economía verde, es probable que las emisiones vuelvan a aumentar en pocos años.

“La naturaleza de la perturbación en 2020, que afecta especialmente al transporte por carretera, significa que los incentivos para acelerar el despliegue a gran escala de los vehículos eléctricos y fomentar los desplazamientos a pie y en bicicleta en las ciudades son oportunos y también mejorarían la salud pública. La resistencia de las energías renovables a lo largo de la crisis, el descenso de los costes y los beneficios para la calidad del aire son incentivos adicionales para apoyar su despliegue a gran escala”, señalaron.

Lamentablemente, en la mayoría de los países, las inversiones post-COVID siguen privilegiando a los combustibles fósiles.

“Los compromisos por sí solos no son suficientes. Los países tienen que alinear los incentivos post-COVID con los objetivos climáticos de esta década, basados en una ciencia sólida y en planes de implementación creíbles”, manifestó Rob Jackson, coautor del estudio e investigador de la Universidad de Stanford.

Metas climáticas

La temperatura media del planeta se ha calentado 1 °C desde la Revolución Industrial debido a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) derivadas de las actividades humanas. Para evitar que ese incremento llegue a 1,5 °C, se requieren recortes anuales de 1-2.000 millones de toneladas a lo largo de la presente década.

Las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés) aglutinan los compromisos que asume cada país de forma voluntaria y acorde a sus capacidades en materia de mitigación y adaptación.

En 2020, 75 partes (países o regiones firmantes del Acuerdo de París) presentaron la actualización de sus NDC. Con el fin de medir el progreso de los planes nacionales, ONU Cambio Climático realizó un análisis cuyas conclusiones publicó en el NDC Synthesis Report.

Si bien la mayoría de las partes incrementaron su ambición a nivel individual, en lo colectivo se requiere un esfuerzo mayor. Tal como están, las metas climáticas lograrían apenas una reducción de 1% de las emisiones al 2030 en comparación con los niveles de 2010.

“El informe provisional es una alerta roja para nuestro planeta. Muestra que los gobiernos no se acercan al nivel de ambición necesario para limitar el cambio climático a 1,5 °C y cumplir los objetivos del Acuerdo de París. Los principales emisores deben dar un paso adelante con objetivos de reducción de emisiones mucho más ambiciosos para 2030 en sus contribuciones determinadas a nivel nacional mucho antes de que comience la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima, COP26, que se celebrará en noviembre en Glasgow (Escocia)”, declaró el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres.

Este sigue siendo un informe parcial. Previo a la COP26 se publicará un segundo informe para incluir las NDC que se presenten en este 2021. De los mayores emisores, solo Reino Unido y la Unión Europea presentaron la actualización de sus NDC en 2020. Otros, como China y Estados Unidos, aún no presentan sus nuevas metas climáticas.

La gente pide más acción

En un esfuerzo por conocer la opinión de las personas, investigadores de la Universidad de Cambridge se unieron con la agencia de encuestas YouGov en un experimento en el que participaron 14.627 adultos de Brasil, China, India, Indonesia, Polonia, Reino Unido y Estados Unidos. El sondeo tuvo lugar del 8 al 31 de diciembre de 2020.

A los participantes se les pidió leer uno de los cuatro mensajes sobre cambio climático que se les asignó de forma aleatoria. Los cuatro mensajes fueron redactados para reflejar la narrativa actual que promueve Naciones Unidas sobre el tema y un texto neutro, no relacionado con el clima, que fue utilizado como base.

Tras la lectura, se les preguntó si estaban de acuerdo o en desacuerdo con la afirmación de que “todos los gobiernos nacionales deberían hacer más para proteger el medio ambiente”.

Los resultados mostraron niveles altos de apoyo para que los gobiernos “hagan más” en los siete países incluidos en el experimento. En seis de estos países, nueve de cada diez participantes estaban de acuerdo en que los gobiernos deberían hacer más por el medio ambiente.

En cuanto a la exposición a uno de los textos sobre cambio climático, supuso un pequeño pero significativo aumento de aproximadamente uno o dos puntos porcentuales sobre la media. Las cifras oscilaron en el Reino Unido entre el 89 y el 93%, frente al 96-98% de Brasil, el 91-95% de China, el 92-97% de India, el 99-100% de Indonesia, el 91-94% de Polonia y el 76-79% de Estados Unidos.

“Vivimos en una época de polarización, y las cuestiones medioambientales han encarnado durante mucho tiempo las divisiones políticas de la sociedad. Sin embargo, esto puede estar cambiando. Vemos que está surgiendo un consenso abrumador a favor de una mayor acción dirigida por los gobiernos para proteger el medio ambiente en las principales naciones”, señaló   Lee de-Wit, psicólogo político de la Universidad de Cambridge, en un comunicado

Para de-Wit, la prueba más clara de que el mensaje había tenido un impacto fue en China, "donde la contaminación es una realidad cotidiana para muchos". El apoyo a una mayor acción aumentó del 91% al 95% entre los que leyeron sobre los beneficios para la salud pública de la lucha contra el cambio climático.

Los mensajes más populares entre los participantes fueron aquellos que bogaban por una mayor acción “para proteger y preservar” la vida silvestre, seguido de políticas “para plantar más árboles que absorban los gases que causan el cambio climático”.

En los siete países, en promedio, el 58% de los participantes apoyó la opción de hacer pagar a las empresas por los daños que causan cuando sus actividades contribuyen al cambio climático y el 48% estuvo de acuerdo con la idea de establecer “un calendario justo para que dejen de realizar actividades que contribuyen al cambio climático”.

¿Cómo ha cambiado el mundo desde la firma del Acuerdo de París?

Si bien todavía falta un largo camino por recorrer, el reporte The Paris Effect: how the climate agreement is reshaping the global economy -elaborado por SystemIQ- evidencia lo mucho que se ha avanzado en estos cinco años.

Por ejemplo: en 2015, cuando se firmó el Acuerdo de París, las tecnologías y los modelos empresariales de carbono-cero rara vez podían competir con la oferta existente. En cambio, en 2020, las soluciones carbono-cero ya son competitivas en sectores que representan alrededor del 25% de las emisiones. Para 2030, esta cifra podría escalar al 70%.

En este sentido, la década 2020-2030 podría ver un aumento neto de 35 millones de puestos de trabajo en sectores con bajas emisiones de carbono.

En 2014, nadie hablaba de objetivos cero-netos. Hoy, más de 120 países tienen estos planes o están trabajando en ellos, incluyendo a grandes emisores como los Estados Unidos, China, la Unión Europea, Japón, Corea y Canadá, entre otros.

El mecanismo “trinquete” (ratchet) del Acuerdo de París está determinado nacionalmente, no impuesto por Naciones Unidas. Los líderes tienen que decidir y cada vez deciden ser más ambiciosos.

Por otra parte, la acción climática no solo se suscribe a países. Las ciudades y las regiones se están uniendo al movimiento. Hoy, más del 50% del Producto Interno Bruto (PIB) a nivel mundial cuenta con objetivos alineados a las metas del Acuerdo de París. La tecnología cambia rápidamente.

En 2014, la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) pronosticó que los precios promedio de la energía solar alcanzarían los $0.05 kilovatios hora (kwh) para 2050. Seis años después, y no 36 como IEA preveía, se está en ese precio.

Hay más: para finales de la presente década, la fuente solar y eólica serán las formas más baratas de nueva generación energética en el mundo. A eso se suma que, de acuerdo a SystemIQ, los vehículos eléctricos serán más competitivos en precio, mantenimiento y aceleración que los de combustión interna; esto antes de 2024.

Otra más: en la actualidad, hay 66 proyectos pilotos de embarcaciones cero emisiones y 200 aviones eléctricos en desarrollo. SystemIQ calcula que la aviación eléctrica será comercial a mediados de 2020-2030 para aviones más grandes.

FUENTE: Periodistas por el Planeta.

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