En Costa Rica, cinco territorios indígenas cuentan con paneles solares que brindan electricidad de manera constante a comunidades que tenían poco o nulo acceso a este recurso. Se trata de Alto Telire, Talamanca Cabécar, Nairi Awari, Keköldi, Tayní y Bajo Chirripó.
Gracias a la instalación de los paneles solares, los miembros de las comunidades tienen ahora más tiempo para realizar distintas labores, ya que no dependen solamente de la luz natural, y pueden aprovechar las noches. Los niños, por ejemplo, pueden estudiar y hacer tareas. Incluso, se puede cocinar de noche. Todas estas acciones antes no se podían hacer por la falta de electricidad.
Este proyecto de electrificación solar es impulsado por Love For Life (LFL), una organización sin fines de lucro que desde 2014 ha trabajado en el país para el fortalecimiento y adaptación al cambio climático de estas comunidades, en este caso a través de la soberanía energética.
¿Y qué es soberanía energética? Es la capacidad que tienen los habitantes de un territorio para controlar y tomar decisiones sobre la producción, distribución y consumo de energía, lo cual incluye la propiedad de los recursos, la seguridad del suministro y la tecnología utilizada. En otras palabras: se refiere a la autonomía para solventar las necesidades energéticas sin depender de otros.

Soberanía y autosuficiencia
El proyecto de electrificación en territorios indígenas va más allá de simplemente llevar equipo e instalar paneles solares.
El acercamiento a la comunidad se hace a través de diversas asociaciones locales que coordinan con LFL. Además, este proceso conlleva una preparación y capacitación técnica que reciben ciertas personas de la comunidad, quienes se vuelven los técnicos que instalan los paneles en su propio territorio y son los encargados de darles mantenimiento.
Ese es el caso de Jeimy Hernández, técnica solar y lideresa de Kábata Könana. “En mi vida jamás creí que iba a trabajar en un área que contuviera lo del panel solar. A veces uno no cree la capacidad que tiene y, al día de hoy, ha sido un crecimiento personal, porque he tenido aprendizajes de cosas que antes no tenía, y también retos porque he ido a lugares que nunca pensé que iría”, dijo.
La intención detrás de las capacitaciones, así como de los lineamientos de sostenibilidad y adaptación, es que no sea algo ajeno, lo que se quiere es que el proyecto se compenetre con los conocimientos ancestrales y la cultura de cada comunidad, indicó Rose Álvarez, directora regional de LFL.

Formación, adaptabilidad y sostenibilidad
La formación que se les da a los líderes y lideresas, aparte de los conocimientos sobre instalación y mantenimiento, busca prepararlos para la mitigación y daños específicos que puedan recibir en el caso de eventos extremos.
“Sabemos que se trabaja en condiciones climáticas bastante cambiantes, entonces sí nos aseguramos que el equipo que instalamos sea de la mejor calidad, y que las personas tengan todos los conocimientos de instalación. También nos cercioramos de que la profundidad de los postes sea la correcta y todo lo necesario para que no sea un peligro”, aseguró Álvarez.
La directora de LFL también enfatizó lo importante que es trabajar con las asociaciones, ya que sus miembros son los que conocen sus territorios y los más interesados en mantener el estado “limpio” y natural de estos. Por esta razón, se utilizan paneles solares, porque la manipulación del entorno es mínima y no genera ningún tipo de emisión que pueda contribuir a la contaminación ambiental.
“Con el uso de la energía solar estamos respetando los recursos naturales”, destacó Álvarez.

De Perú a Costa Rica
La base del proyecto está en Ecuador, Panamá y Costa Rica, aunque también se ha llegado a comunidades en Perú y Colombia. No obstante, la base de países mencionados son los que forman una red de apoyo entre sí.
Álvarez puso un ejemplo: en 2014, cuando LFL llegó a Latinoamérica, llevaron un ingeniero solar, quien se encargó de capacitar a los técnicos en Ecuador. De ellos, dos técnicos se capacitaron más a fondo y fueron los que vinieron a territorio nacional a capacitar a los técnicos costarricenses. Aquí, se capacitó uno más a fondo, quien posteriormente se encargó de capacitar a los panameños.
En el pasado, otras organizaciones e instituciones han realizado donaciones de paneles solares y brindado capacitaciones en territorios indígenas. En el 2021, por ejemplo, el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) y la Universidad Estatal a Distancia (UNED) entregaron 296 paneles solares a las comunidades de Alto Carona, Las Palmas, Campo Verde, Caña Blanca y Alto Guaymí. La organización Barefoot College becó a tres mujeres indígenas para viajar a la India para formarse como técnicas solares.
También, en el 2021, la Fundación Omar Dengo ayudó a dotar de electricidad mediante paneles solares a centros educativos en Valle de la Estrella, Talamanca, Chirripó, Coto Brus y Golfito. De hecho, muchas de estas escuelas y colegios se convirtieron en centros de carga que permitían mantener teléfonos y otros sistemas de comunicación en funcionamiento.
Asimismo, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) viene dotando de electricidad a territorios rurales –incluidos los pueblos indígenas– mediante el Programa de Electrificación Rural con fuentes renovables de energía. Al 2022 se habían instalado 3.464 sistemas fotovoltaicos.