América Latina acude con interés y un claro compromiso a la nueva ronda de negociaciones sobre el cambio climático de la ONU en Bonn (Alemania), pero sin un frente unido, a diferencia de otras regiones como Europa.

En el último medio siglo, América Latina ha contribuido con menos de un 5% de las emisiones de dióxido de carbono responsables del calentamiento del planeta, pero es una de las regiones que más podría sufrir si la temperatura media aumenta más de 2 ºC de aquí a 2050.

Ese es el límite que según los científicos no debe superarse a riesgo de que el planeta sufra un impacto irreversible a causa del calentamiento. Y es el objetivo culminante de la conferencia ministerial COP21, convocada en París a finales de año, que debe cerrar las actuales negociaciones.

América Latina "es una región que aporta" al complejo debate negociador, con un texto lleno de interrogantes ante las propias dudas de la comunidad científica sobre cuál es el mejor método para luchar contra cambio climático, explica Laurence Tubiana, negociadora jefe de Francia y encargada de hallar el consenso entre los más de 190 países que acudirán a Bonn y luego a París.

Fueron los países latinoamericanos los que impusieron la noción de adaptación al cambio climático para facilitar la negociación, en la conferencia de Lima (2014).

Pero al mismo tiempo, "hay un contraste muy grande entre las posiciones de las pequeñas islas amenazadas de desaparición, los productores de petróleo, Brasil con su gran problema de deforestación, y luego Argentina, cuya posición ha ido cambiando" con los años, explicó la negociadora francesa en un reciente seminario en el Senado francés.

Para los más ardientes defensores de la lucha contra los gases de efecto invernadero, como Quito, buena parte de esa división se debe a "la competencia encarnizada de la región por las inversiones" extranjeras, según expresó en la reunión de París Walter Schuldt, director de temas estratégicos de la cancillería ecuatoriana.

China, el mayor emisor de gases con efecto invernadero, es el principal cliente de materias primas y un enorme inversor en el sector minero y energético latinoamericano.

Luego están las propias necesidades de desarrollo de la región, que siguen pasando en parte por los esquemas tradicionales, como la inversión en transporte.

BARRERAS JURÍDICAS

Plaza de las armas - Cusco (Saurabh Thakur)

El 47% de la emisión de gases de América Latina y el Caribe proviene de la deforestación, y el 20% de las industrias.

Pero en el portafolio de inversiones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de otras instituciones para luchar contra el cambio climático (casi 21.000 millones de dólares en 2013), la gran prioridad han sido las inversiones en materia de transporte responsable.

"Parte del problema es la inseguridad y las barreras jurídicas, hablo de tenencia de suelo" uno de los problemas históricos de la región, reconoció David Wilk, responsable adjunto del servicio de cambio climático del BID. "Es un área en la que se requiere mucho más esfuerzo", aceptó.

América Latina quema bosques para cultivar, para explotar minas, pero la región sigue siendo muy buena alumna en cuanto a la emisión de gases, del orden del 9% de las emisiones mundiales.

En cambio el impacto de una subida del nivel del mar tendría consecuencias dramáticas para las costas, densamente pobladas, de decenas de países de la región.

En la región caribeña la opción fue integrar la Alianza de Pequeñas Islas Estado (39 miembros) junto a naciones del Pacífico asiático, para defender por cuenta propia sus intereses.

Sin embargo, fue la iniciativa de México, en la conferencia de Cancún de 2010, tras el fracaso estrepitoso de Copenhague el año anterior para sentar las bases de la lucha contra el cambio climático, la que permitió relanzar todo el proceso.

La presidencia mexicana "tuvo la inteligencia procedimental para relanzar las negociaciones", elogió Tubiana. Su equipo ha trabajado estrechamente con la presidencia peruana, que organizó la COP en Lima en diciembre del año pasado.

La región tiene un "potencial de liderazgo" junto a la Unión Europea para conseguir un acuerdo en París a finales de año, considera Tubiana.

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