La ruta marítima por la que pasa el 3% del comercio mundial se ha perjudicado por la falta de lluvias producto del fenómeno de El Niño -desde junio 2023 y que se disipó en mayo 2024-, las cuales han disminuido el nivel de sus lagos artificiales que permiten el funcionamiento del Canal de Panamá y que abastecen de agua a la mitad de la población. La vía ha reducido los tránsitos de 38 a 32 barcos diarios lo que no sólo está impactando a la economía local sino que ha tenido incluso consecuencias mundiales. Las soluciones no se vislumbran listas para la próxima temporada seca.

Por Mary Triny Zea

A dos horas de los rascacielos de la ciudad de Panamá, en la comunidad rural de Limón de Chagres, en la atlántica provincia de Colón, los 98 kilómetros del río Indio sirven de esparcimiento a los niños que se lanzan sin sospechar que pronto no podrán jugar en sus aguas, ya que este cauce podría solucionar la crisis hídrica que atraviesa el Canal de Panamá.

Por primera vez, desde el año pasado, la vía interoceánica del país que une el Norte y Sur del continente americano restringió el paso de buques, de 38 hasta un mínimo de 22 en noviembre de 2023, afectada por los embates del cambio climático, ya que se redujeron las precipitaciones pluviales en un país en el que generalmente las lluvias se dejan caer casi todo el año.

La crítica situación, aupada por la presencia del fenómeno de El Niño, tuvo un pequeño respiro en marzo de este año cuando se elevó a 27 el tránsito de los barcos que diariamente recorren en 8 a 10 horas los 80 kilómetros que van desde el océano Pacífico al Atlántico, y viceversa. Por la llegada de las lluvias a la cuenca canalera se anunció que se aumentará hasta 34 tránsitos en julio.

Ante este panorama nada halagüeño surge la figura del río Indio como una alternativa para aumentar el cauce del Canal. Este paso sirve a 189 rutas marítimas, conectando a 170 países con 1.920 puertos, y que -ante la falta de proyectos para administrar el agua- ha afectado el funcionamiento de la vía por la que atraviesa el 3% del comercio mundial.

Consecuencias sin precedentes

“El Canal de Panamá es una de las rutas de comercio más importantes del mundo”, resaltó Rommel Troetsch, expresidente de la Cámara Marítima de Panamá. Por ello, cuando hay restricciones en la vía, las líneas navieras buscan rutas alternas entre estas, el Canal de Suez o el sistema multimodal de Estados Unidos.

Sin embargo, esto ha ocasionado más costos al movilizar las mercancías. “La ruta del Canal de Panamá, en especial para la costa este de Estados Unidos, es la más económica. Todas las demás son complementarias y se utilizan mucho más cuando el Canal tiene problemas” explicó Troetsch.

La actual sequía implica "retos sin precedentes", informó en su momento más grave la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). Los tiempos de espera de los buques para transitar por la vía pasaron de horas a semanas y las navieras aplicaron recargos a sus clientes al utilizar el paso, cita un reporte del World Economic Forum (WEF).

"El cambio climático está reconfigurando las perspectivas económicas y comerciales de los países y constituye una importante amenaza para el crecimiento y la prosperidad futura", también señala el Informe sobre el Comercio Mundial 2022 de la Organización Mundial del Comercio que rescata el reporte del WEF.

Para Panamá, además de la disminución en aportes del Canal en 1.000 millones de dólares en sólo un semestre, ha significado menos barcos a los que la industria marítima le vende suministros y combustibles. 

A nivel mundial hay escasez de contenedores porque ahora están más tiempo a bordo de los barcos que navegan por rumbos más largos, “eso automáticamente impacta el flete de transporte de contenedores”, acotó Troetsch, quien es además empresario del sector logístico.

Para los portacontenedores, la opción es el Canal de Suez hacia el Golfo de México y la costa Este de Estados Unidos lo que conlleva agregar 6 a 7 días de viaje y sumar otro buque a la cadena para mantener los servicios semanales, advirtió Jorge Luis Quijano, exadministrador del Canal. 

“Como si eso no fuera suficiente disrupción para las cadenas de suministro, ahora tenemos a los hutíes atacando a los buques en el Mar Rojo, por lo que ahora el Cabo de Buena Esperanza se convierte en la ruta preferida, agregando así dos semanas -en comparación con la ruta del Canal de Panamá- a un cronograma de entrega. Esto definitivamente lo paga alguien y normalmente es el consumidor internacional”, añadió el ingeniero con más de 30 años de experiencia en la vía interoceánica.

Remolcadores de la Autoridad del Canal de Panamá ayudan a cruzar una embarcación en su travesía por la vía acuática. (Foto: Javier A. Jiménez Espino)

La ACP prevé que las restricciones se eliminen gradualmente y el tránsito se normalice por completo en 2025. “Se espera un aumento de lluvias en el Pacífico panameño por el fenómeno de La Niña, que genera precipitaciones, aunado a que los meses de agosto a septiembre son los de mayor precipitación”, señaló la meteoróloga Annette Quinn. 

Sin embargo, el fenómeno de El Niño ocurre cada cuatro años, por lo que se espera una nueva crisis y el país podría no estar listo para hacerle frente.

Este evento de El Niño, que dio sus primeras señales en abril aunque oficialmente la Organización Meteorológica Mundial (OMM) fechó su inicio en julio, ha sido más severo de lo esperado, provocando que las precipitaciones en Panamá sean un 40% menores que en un año normal, recordó Quijano, lo que ha reducido los niveles de agua de los lagos artificiales Gatún y el Alhajuela, creados desde 1910 para la operación de la considerada “maravilla de la ingeniería mundial”.

Estos embalses, a su vez, abastecen de agua potable al 50% de la población ubicada en las provincias de Panamá, Panamá Oeste y Colón, por lo que la disyuntiva es reducir el paso de barcos o limitar el agua a su población que, pese al nivel de ingresos del país, vive con un bajo nivel de “fiabilidad del suministro” de agua, según el WEF.

Esto sin contar que en los próximos dos años se construirán dos nuevas plantas de agua potable y las existentes aumentarán su capacidad de producción y esto equivale a 3,5 tránsitos por día.

Panamá ocupa la posición 82 de 140 países en este ranking del WEF porque de su población total de 4 millones, hay un millón que no tienen agua de manera contínua y al menos 600.000 personas o más de 6% no reciben una sola gota.

Contradictoriamente, tiene el mayor consumo de agua de la región de América Latina con 507 litros diarios, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, lo que se debe a un déficit de infraestructura de la red porque sólo se facturan 280 litros, el resto se pierde o no se factura. 

Una embarcación navega por el río Indio, que podría convertirse en un embalse de 4.000 hectáreas para garantizarle agua al Canal. (Foto: Autoridad del Canal de Panamá)

Soluciones tardías

Ahora el país evalúa de manera tardía lo que debió empezar a ejecutarse en el quinquenio pasado, decisiones que aseguraran fuentes adicionales de agua para permitir el mayor crecimiento del Canal -que aporta unos $3.000 millones anuales al país centroamericano- y poder abastecer de agua a sus ciudadanos, según Quijano.

Precisamente, el presidente José Raúl Mulino Quintero, en el acto de proclamación del pasado 9 de mayo, mencionó que dotará al Canal del agua suficiente para evitar que se afecte la navegación de los buques y aseguró que pasaría la cuenca de río Indio a los límites administrativos de la cuenca canalera para poder hacer los trabajos requeridos y abastecer de agua al Canal.

La cuenca canalera carece de límites porque el expresidente Martín Torrijos (gobernó de 2004 a 2009) derogó la Ley 40 de 1999 que la delimitaba a 552 hectáreas y le permitía a la ACP construir embalses que requierese para la operación de la vía interoceánica, lo que incluía a río Indio.

No obstante, el 2 de julio de 2024, la Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucional esa derogatoria, por lo que se recuperan los límites de la cuenca hidrográfica del Canal de Panamá establecidos por la Ley 44 de 1999, un primer paso para el nuevo reservorio que no se podrá construir hasta que se genere otra ley que permita la construcción de nuevos embalses.

“El Canal es único, es nuestra esencia de nación por la que luchamos y murieron muchísimos panameños de generaciones y no es verdad que por desidia y, mucho menos durante mi mandato, se va a estropear la vía interoceánica. Muy por el contrario la haremos resurgir bien, que sea eficiente y que más y más naves crucen nuestro istmo, que generen divisas y contribuyan al fisco nacional”, dijo Mulino, quien es abogado y exministro de seguridad en el gobierno del expresidente Ricardo Martinelli, quien a partir de este 1 de julio funge como nuevo gobernante.

Los dos proyectos más estudiados entre 2016 y 2019 son la construcción de un reservorio en la cuenca del río Indio a 8 kilómetros al oeste de la cuenca del Canal que resolvería el problema por 20 años y la infraestructura en el lago Bayano, el mayor embalse artificial del país creado en 1976, a 110 kilómetros de la vía, para captar agua cruda, lo que según el Consejo Nacional del Agua resolvería el problema hasta el 2075.

“Desafortunadamente, ninguno de los dos proyectos avanzó después de 2019.  Durante los últimos 6 meses han habido varias acciones tomadas por la administración del Canal para motivar al gobierno a promulgar las dos leyes que son necesarias para que el Canal de Panamá pueda llevar a cabo los proyectos, pero aún no ha sucedido nada”, destacó Quijano.

Un buque cruza la esclusa de Cocolí, en el Pacífico, la vía ampliada del Canal que fue inaugurada en 2016 a un costo de aproximadamente $5.400 millones. (Foto: Mary Triny Zea)

La solución tomará un mínimo de cuatro a seis años de construirse el reservorio de río Indio y unos tres la infraestructura para transportar el agua de Bayano, por lo que posiblemente el Canal volvería a entrar en otra crisis en la próxima sequía. 

Aparte de la gestión hídrica y los fenómenos climáticos como El Niño, hay que sumar los escenarios de cambio climático para Panamá, un país altamente vulnerable a los efectos del cambio climático. Globalmente el incremento de la temperatura promedia hasta en 1,2 °C y para el país canalero el incremento es de 1 a 2 °C.

Dados estos escenarios, el recurso hídrico es el que escaseará y allí es cuando podría darse una lucha entre usos. El agua disponible, ¿iría al Canal o a las personas?

Entre las comunidades que no tienen agua potable sino que se abastecen a través de un acueducto rural está Boca de Uracillo. Éste es uno de los 63 poblados que se vería afectado por el reservorio de río Indio (estimado en 4.400 hectáreas) y que impactará a 2.000 personas. Justamente, ahí vivió su infancia Claudina Ríos de 49 años. Ella se mudó a Ciudad de Panamá, pero su madre sigue viviendo en este pueblo y eso hace que mantenga el vínculo con este. 

Ríos pasó sus vacaciones escolares nadando en el río Indio que ahora le parece irreconocible. Aunque su madre y su tía no se oponen al reservorio que los obligará trasladarse a un lugar que aún no se ha definido, a ella le cuesta creer que se inundará lo que fue su hogar y guarda las esperanzas de que se encuentre otra solución.

“Cuando era niña yo no podía cruzar [el río], tenía que quedarme en la orilla y ahora los niños pasan caminando. Para la gente que transporta [en cayuco] con motor es difícil porque la proa ya toca las piedras y entonces uno tiene que caminar o mandar a buscar a alguien a caballo para poder subir cuando lleva una carga”, comentó sobre la transformación en el nivel del cauce.

Con el embalse, por una parte, “la gente perderá su vida, sus vivencias”, pero Ríos considera que ganarían una mejor calidad de vida al ser reubicados. “Allá también hay mucha pobreza, muchos lugares donde a la gente no le llega nada, ni tan siquiera un médico que los vea mes por mes, simplemente por el hecho de que es difícil acceso y entonces los médicos no van”, expresó quien desde 2020 se quedó sin empleo.

“La decisión está casi tomada y no sabemos a dónde nos van a reubicar, no se han mojado los zapatos para hablar con los campesinos”, comentó Gilberto García, quien vive en Gobea, Colón, otra comunidad que se vería afectada con el reservorio. García forma parte  de la Coordinadora Campesina por la Vida.

Niños disfrutan de un baño en río Indio, afluente que se convertirá en un embalse para suministrar agua a la vía interoceánica. (Foto: Mary Triny Zea)

Deforestación, el problema de fondo 

En lo que coinciden García, Ríos, otros moradores de la cuenca del río Indio y expertos es que el río Indio ha disminuido considerablemente su caudal. Es “un riachuelo” dicen. 

Para ellos, el problema de fondo no se ha frenado: la deforestación en la cuenca canalera, la cual provee de agua al Canal.

La crisis hídrica por el cambio climático afecta al Canal y a los ríos navegables como el Amazonas, el Rin o el Mississippi, explica la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Ancon). Más allá de los fenómenos climáticos, la organización ambiental afirma que Panamá no ha protegido sus bosques.

“El caso de nuestra cuenca del Canal de Panamá, a través de los años, por los procesos de migración urbana, se han creado asentamientos de una manera no planificada y se han generado tasas muy altas de deforestación en el Canal”, dijo George Hanily, director ejecutivo de Ancon.

En el censo de 1950, la mayoría de la población vivía fuera de la ciudad capital y de la provincia de Colón, pero hoy la mayoría vive en esa zona que coincide con la cuenca del Canal donde la deforestación se estima en 125 hectáreas por año, según las mediciones en los últimos 10 años efectuadas por la ACP. 

“Al no tener una cobertura forestal importante, generamos una desventaja y el efecto esponja de los bosques deja de trabajar a favor de nuestra seguridad hídrica… El agua [de lluvia] cae al río y se va, genera sedimentación. Lo importante en Panamá sería reforestar la cuenca del Canal y no permitir deforestación adicional en la cuenca para recuperar los servicios del bosque”, repuntó Hanily.

Este artículo es parte de COMUNIDAD PLANETA, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América Latina, del que Ojo al Clima forma parte.  

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