Managua, Nicaragua. Por su ubicación entre dos océanos, sus condiciones socioeconómicas y su larga cadena montañosa central que facilita la emergencia de ecosistemas frágiles y especializados, Centroamérica necesita priorizar su adaptación al cambio climático para proteger su agricultura, el acceso al agua de sus comunidades y la supervivencia de su biodiversidad.

Reunidos en Managua como parte del foro Unidos en la Acción por el Bien Común, que trató las perspectivas de América Latina en la Agenda Post 2015, miembros de la sociedad civil del istmo urgieron la aceleración de la adaptación regional al calentamiento global y la alocación de recursos financieros para este fin.

“La adaptación en Centroamérica debe darle prioridad a los procesos locales”, explicó Claudia Pineda, representante de la Alianza Hondureña ante el Cambio Climático.

“La adaptación en Centroamérica debe darle prioridad a los procesos locales”

Claudia Pineda - Representante de la Alianza Hondureña ante el Cambio Climático

Pineda enfatizó que los compromisos climáticos de la región deberían darle el mismo énfasis a la adaptación al cambio climático (es decir, cómo cada sociedad reduce los impactos negativos de este) y a su mitigación (cómo deben reducirse las fuentes de los gases que generan el calentamiento global).

Tradicionalmente, la comunidad internacional ha priorizado la mitigación, pero conforme se van evidenciando los efectos del cambio climático en el planeta, se hace más urgente adaptarse a estos impactos.

El efecto del cambio climático lleva años haciéndose sentir en la región, pero al potenciar fenómenos naturales de la variabilidad climática como el fenómeno El Niño Oscilación Sur, su evidencia es más clara. La sequía que afectó a Centroamérica en 2014 y 2015 fue la más aguda en las últimas décadas.

“Conocemos familias ubicadas al sur de Honduras, en el Corredor Seco Centroamericano, que han tenido que migrar por falta de acceso al agua”, apuntó Pineda.

Durante años, las organizaciones centroamericanas de la sociedad civil han planteado a la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) que reconozcan formalmente al istmo como una región altamente vulnerable al cambio climático.

Este proceso internacional enmarca las negociaciones climáticas reunirá en diciembre a representantes de 195 países en París durante la Convención de las Partes (COP 21). De ese encuentro se espera que emerja un acuerdo global que permita reducir las emisiones para limitar el calentamiento global.

Para lograr mantener un balance ecológico en el planeta, su calentamiento debe limitarse a un rango entre 1.5 y 2°C con respecto al inicio de la Revolución Industrial. Actualmente la temperatura promedio ha aumentado cerca de 0.85°C y, de mantenerse el nivel actual de emisiones de gases de efecto invernadero, podría aumentar por encima de los 4°C hacia el año 2100.

“Es un espacio que nos debe encaminar, porque es el único espacio donde todos nuestros Estados están representados”, apuntó la nicaragüense Tania Guillén, coordinadora general del capítulo latinoamericano de la Red de Acción Climática.

Los países del istmo contribuyen apenas al 0,6% del total de las emisiones mundiales y su énfasis debería colocarse sobre los efectos que no pueden evitarse, como cambios en patrones de lluvias, el aumento en la intensidad de fenómenos meteorológicos y enfermedades y desplazamiento de especies.

Sin embargo, los países del istmo contribuyen apenas al 0,6% del total de las emisiones mundiales y su énfasis debería colocarse sobre los efectos que no pueden evitarse, como cambios en patrones de lluvias, el aumento en la intensidad de fenómenos meteorológicos y enfermedades y desplazamiento de especies.

Pero todos estos esfuerzos necesitan un respaldo financiero para poder sustentar tanto la transición hacia una economía baja en carbono con energías limpias como la adaptación a los impactos negativos.

Según el Informe Stern, una publicación de la London School of Economics, el cambio climático costará cerca del 5% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial entre estos dos factores. Sin embargo, si el aumento en temperatura superara los 5°C, el costo podría sumar el 20% del PIB global.

En el marco de este contexto y siempre en la CMNUCC, los países desarrollados se comprometieron a aportar $100 mil millones anuales para financiar la lucha climática en los países en vías de desarrollo.

“Es importante que los objetivos del financiamiento climático vayan en línea con los objetivos de la Convención (la CMNUCC) y sobre la base del acuerdo de París”, explicó Andrea Rodríguez, especialista del Grupo de Financiamiento Climático de América Latina y el Caribe.

Antes del 1 de octubre, cada país debe presentar sus compromisos nacionales en términos de reducción de emisiones y adaptación al cambio climático ante la CMNUCC. Costa Rica se encuentra ahora en un período de consultas para intentar llegar a un acuerdo sobre cuál debe ser la contribución del país.

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