Más de la mitad de la matriz energética de la región viene de las hidroeléctricas, pero el evento más reciente del fenómeno de El Niño ha provocado una disminución del suministro de agua

Por Fátima Romero Murillo 

El más reciente evento de El Niño, que llegó a su fin a mediados de 2024, contribuyó con inundaciones, pérdidas de cosechas, olas de calor y sequías en todo el continente. En Centroamérica, otro de los efectos adversos fue el descenso en los niveles de los embalses para generación de energía hidroeléctrica, que de julio a diciembre de 2023 aportó 59,7% de la matriz, detalló el Ente Operador Regional (EOR).

Costa Rica, que había logrado evitar los combustibles fósiles en la generación eléctrica, se vio forzado a recurrir a ellos. Las plantas térmicas pasaron de producir un 0,5% del total de energía en el primer trimestre de 2023 a 17,5% en el mismo lapso de 2024, según datos recopilados por el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE). 

La empresa estatal anunció en febrero que alquilaría dos plantas térmicas por 82 millones de dólares para compensar los bajos niveles en sus embalses, los cuales no podían producir energía hidroeléctrica para satisfacer el total de la demanda eléctrica nacional.

A principios de año, Randall Zúñiga Madrigal, entonces subgerente de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL), dijo que, a causa de El Niño, los días serían más secos, “y por lo tanto, las plantas hidroeléctricas requieren mayor optimización, porque el agua nos va a hacer falta. El país se está enfrentando a diversificar más las fuentes de energía y para esto es importante construir más plantas de generación que sean solares y eólicas, plantas baratas y rápidas”.

La situación se agudizó a tal punto que el ICE anunció -el pasado 7 de mayo- racionamientos debido a la caída en los niveles de reserva energética del Sistema Eléctrico Nacional y el incumplimiento de los proveedores de las plantas térmicas.

Los cortes de energía hubiesen sido  los primeros que enfrentaría el país desde abril de 2007, cuando surgió una crisis por falta de inversión en generación, transmisión y distribución eléctrica. Al final, los racionamientos no se dieron gracias a la llegada de las primeras lluvias de mayo.

Lo que sí quedó en evidencia es la alta dependencia a la hidroelectricidad, cuyo principal recurso es vulnerable a los embates tanto de la variabilidad climática como del cambio climático. A ello se suman debilidades en la planificación y gestión energética que causan que los países retrocedan en los avances logrados en cuanto a inversión y diversificación de energías renovables, obligándolos a recurrir a los combustibles fósiles.

En criterio de Sergio Capón, presidente de la Cámara de Industrias de Costa Rica, es preciso abrir el espacio para aumentar la oferta de energía renovable. “Hay que permitir toda la generación renovable posible, impulsar la generación distribuida y fortalecer el marco jurídico que impulse nuevas inversiones”, dijo. 

Un escenario que se repite en la región

Una problemática similar enfrentó Guatemala, donde el Ministerio de Energía declaró estado de emergencia energética vigente hasta el 30 de junio. La medida buscó garantizar el suministro de electricidad debido a la escasez de lluvia y el aumento de la demanda de energía. 

Esta acción, según el gobierno, permitió al Administrador del Mercado Mayorista (AMM) “garantizar el abastecimiento local con los recursos disponibles, tanto térmicos como renovables, así como adoptar las medidas para asegurar el suministro de energía eléctrica".

También en Honduras, la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) manifestó -el 6 de mayo- que el país se vería afectado en la primera quincena del mes por “la ola de calor más poderosa de todo el año”, que impactará directamente en el funcionamiento del Sistema Eléctrico Nacional. 

El monopolio estatal explicó que el parque térmico enfrenta fallas constantes debido a las altas temperaturas, lo que provoca indisponibilidades temporales de hasta 150 MW de generación. 

El recurso eólico también está viéndose afectado, generando solo 15 MW en lugar de su capacidad instalada de 230 MW y la disponibilidad del recurso hídrico alcanzó un mínimo histórico este mes, con sólo 490 MW disponibles en comparación con los 600 MW del año pasado, “resultado de la ola de calor”, informó la ENEE en un comunicado.

“En Honduras, producimos la mitad de nuestra energía con combustibles fósiles. En algún momento se había revertido; estábamos generando 60% con renovables allá por 2018, pero eso ha venido cambiando porque la instalación de nuevas plantas renovables ha sido prácticamente nula”, dijo Kevin Rodríguez, especialista en Energía y Economía de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ).

La demanda de energía eléctrica en el país crece un 5% cada año, es decir, entre 50 y 70 megavatios de nuevas instalaciones anuales, “pero no lo estamos haciendo y lo que ha sucedido es que, por un lado el déficit, con apagones, interrupciones de suministro y por el otro lado, dependemos fuertemente del combustible fósil y la tarifa se vuelve mucho más volátil”, agregó Rodríguez.

En El Salvador, el invierno seco de junio del año pasado redujo la generación hidroeléctrica a 11% y elevó hasta 61,1% la participación de la generación térmica, la más alta de los últimos años, indicó la Unidad de Transacciones (UT), administrador del mercado eléctrico nacional.

Dos turbinas de 33W de potencia de la Central Hidroeléctrica 3 de Febrero, conocida como El Chaparral, ubicada en Río Torola, El Salvador. (Foto cortesía de Presidencia de El Salvador)

Esta tendencia llevó a que el país desembolsará 110,3 millones de dólares por la adquisición de búnker en 2023, es decir, un 13% más que en 2022, reportó el Banco Central de Reserva (BCR).

Durante los primeros dos meses de 2024, el aporte hidroeléctrico —la tecnología de mayor capacidad instalada en El Salvador— siguió reduciendo su participación en el mercado al pasar del 15,5% en enero hasta un 9,3% en febrero, coincidiendo con los incrementos de las temperaturas y la ausencia de lluvias en el territorio.

A medios nacionales, Daniel Álvarez, director de Energía, Hidrocarburos y Minas, dijo que el país seguirá buscando aumentar las renovables en la matriz eléctrica y una muestra de ello es la inauguración -en octubre de 2023- de la Central Hidroeléctrica 3 de Febrero, conocida como El Chaparral, de 67 MW, un proyecto que había estado paralizado por 15 años. Dos meses después, en diciembre, el gobierno inauguró la planta solar Talnique.

Mientras que en Panamá, impactado en los últimos meses por la sequía en el Canal, de cara a optimizar los esfuerzos a través de planes temáticos de adaptación, su Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático proyecta -para 2050–2070- una reducción de las lluvias en zonas agrícolas y en aquellas donde están las mayores hidroeléctricas del país.

En Nicaragua, la Asamblea Nacional aprobó en febrero la Ley para la Certificación de Permisos y Autorizaciones Ambientales, con el fin de  establecer más controles para trámites ambientales de nuevos proyectos para así proteger el ambiente, pero que desde el sector privado la perciben como una barrera para nuevas inversiones de energías renovables privadas.

Avances en transición energética

A nivel de Centroamérica, el 75% de la energía eléctrica se produce mediante fuentes renovables, pese a que contribuye con el 0,17% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial, lo que la convierte en la región con menor contribución global, según cifras de 2020 recopiladas por Organización Latinoamericana de Energía (Olade).

Para Julio Díaz Cohen, presidente de la Comisión de Energía de la Cámara Americana de Comercio e Industria de Panamá, el istmo “tiene todas las condiciones para convertirse en un hub global de energía renovable con un gran potencial en hidrógeno verde”, gracias a que sus matrices eléctricas son relativamente limpias y están avanzando hacia la descarbonización.

Sin embargo, el experto agregó que la transición energética es un desafío significativo para la industria eléctrica de Centroamérica, en parte, por las dificultades que enfrenta el desarrollo de la energía renovable, pese a su aporte como fuente energética y su baja huella de carbono. 

Para el caso de las hidroeléctricas, la instalación de grandes embalses ha desencadenado conflictos en las comunidades y como consecuencia, la banca internacional está menos dispuesta a financiar megaproyectos hidroeléctricos, como ocurrió en 2022 cuando el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) retiró el financiamiento de dos hidroeléctricas de la empresa Energía y Renovación S.A., tras presiones de pueblos mayas en Guatemala.

En un escenario a futuro, cada vez más complejo para la electricidad, sumado al creciente rechazo a las plantas hidroeléctricas, aunque estas podrían dar flexibilidad para seguir incorporando tecnologías variables, Marco Acuña Mora, presidente del ICE, dijo que “nos queda sólo volver a los combustibles fósiles”. 

“Si tenemos recursos que podemos utilizar de manera sostenible y económica para complementar la generación renovable, no veo por qué tenemos que limitarnos”, continuó. 

Con esta declaración se evidencia que el país que venía a la vanguardia de las energías renovables desde finales del siglo XIX, Costa Rica, da un paso atrás en pos de los combustibles fósiles y el resto de los países centroamericanos le siguen de cerca.

¿Cuál es el riesgo de volver a los combustibles fósiles?

De acuerdo con Carolina Sánchez Naranjo, quien lidera el movimiento Costa Rica Libre de Perforación, el país enfrenta una coyuntura política compleja, con la situación climática como excusa para plantear, por primera vez, la exploración y explotación de hidrocarburos, por parte de la administración del presidente Rodrigo Chaves Robles.

Sánchez explicó que cualquiera de los países del istmo que pretenda convertirse “en un nuevo productor petrolero, pues serán años antes de que realmente pueda ver bonanza, si es que llega a ver, porque es meterse a un negocio que va de caída, que le quedan años”, esto en referencia a las previsiones de distintas organizaciones, incluyendo la Agencia Internacional de la Energía (AIE), sobre que la demanda de crudo tocará fondo hacia finales de la presente década.

Agregó que, en definitiva, depender del petróleo importado “es terrible”, pero pensar en petróleo propio es todavía peor, más cuando se está en una región con mucho sol, viento y que aún puede seguir usando el agua, “ojalá de una manera más sostenible”.

Con relación a que si las hidroeléctricas tienen una fecha de vencimiento, la especialista dijo que “van a seguir sosteniendo por muchos más años, lo que no veo ya tan factible son nuevos megaproyectos de hidroeléctricas, eso pareciera que ya no tiene sentido económico y las personas y los pueblos están levantando más la voz”.

Por ahora, más que apagar las hidroeléctricas, lo más sostenible para los países centroamericanos es usar lo que ya tienen y planificar para eventualmente desmantelarlas y restablecer los ecosistemas.

En la región, el EOR prevé -para el período de enero 2024 a diciembre 2025- la incorporación de 55 proyectos de generación eléctrica, los cuales totalizan 2.181,2 MW de nueva capacidad en los países de la región. 

La mayoría serán proyectos de energías renovables, incluyendo 37 proyectos solares, 7 eólicos y 5 hidroeléctricas, totalizando 1,096 MW que representa el 50,25% de la capacidad prevista. Sin embargo, también se esperan dos proyectos de gas natural (Nicaragua y Panamá) y uno termoeléctrico basado en diésel (Panamá).

Este artículo es parte de COMUNIDAD PLANETA, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América Latina, del que Ojo al Clima forma parte.  

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